Cartagena

Tres gigantes del lujo de más de 450 millones atracan en la dársena de Navantia Cartagena para su puesta a punto

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La dársena de reparaciones de Navantia Yatch en Cartagena se ha convertido en estos días en escenario de excepción. Allí se encuentran tres de los yates privados más imponentes del mundo: el Ecstasea, el Shmphony y el Quattroelle, barcos que combinan velocidad, lujo y exclusividad a partes iguales y que, por su tamaño y características, no pasan desapercibidos en el puerto.

El Ecstasea es ya un clásico en la élite náutica. Construido en 2004 por el astillero holandés Feadship para el multimillonario ruso Roman Abramovich, fue en su día el mayor barco de la firma, con 86 metros de eslora. Más allá de su tamaño, destaca por ser uno de los yates más veloces de gran tonelaje: está equipado con cuatro motores y una turbina de gas capaces de generar más de 43.000 caballos de potencia, lo que le permite alcanzar los 35 nudos de velocidad punta, una cifra extraordinaria para un buque de este tipo.

A bordo, el Ecstasea ofrece seis camarotes de lujo con capacidad para doce invitados, incluyendo una suite principal y varias habitaciones con baño privado. Su interior, diseñado por Terence Disdale, apuesta por un ambiente relajado de casa de playa, en contraste con la fuerza de su maquinaria. Entre sus atractivos, cuenta con espacio para dos helicópteros -uno en cubierta y otro en un hangar cerrado-, además de una flota completa de embarcaciones auxiliares, motos acuáticas, kayaks, tablas de paddle y bicicletas de montaña para uso en tierra. Desde su botadura, el yate ha cambiado de manos varias veces, pasando por el príncipe heredero de Abu Dabi hasta llegar a su actual dueño, el empresario paquistaní Alshair Fiyaz, que lo mantiene valorado en torno a los 120 millones de dólares.

En el mismo muelle descansa el Quattroelle, un yate igualmente espectacular aunque con un concepto distinto. Fue construido en 2013 por los astilleros alemanes Lürssen y diseñado por el estudio italiano Nuvolari-Lenard. Mide 86 metros de eslora y fue concebido para ofrecer el máximo confort a sus pasajeros. El barco puede albergar hasta 16 invitados distribuidos en ocho cabinas espaciosas, atendidos por una tripulación de casi treinta personas.

Su interior combina elegancia con instalaciones poco comunes incluso en el sector de los superyates: gimnasio diseñado por Usain Bolt, spa con peluquería y sala de masajes, varias piscinas y amplias zonas de descanso. El nombre Quattroelle responde a cuatro palabras -amor, vida, libertad y lujo-, un lema que encierra la filosofía de su diseño. Además, cuenta con una embarcación de apoyo, el Quattroelle Shadow, que transporta equipos, juguetes acuáticos y personal adicional.

El Quattroelle pasó inicialmente por manos del empresario canadiense Michael Lee-Chin, pero hoy pertenece al jeque Hamdan bin Mohammed, príncipe heredero de Dubái, más conocido como 'Fazza', quien lo adquirió en 2014. Su valor actual se estima en 180 millones de dólares, con unos costes de mantenimiento que rondan los 18 millones anuales.

La presencia simultánea de estos tres colosos en Cartagena supone un escaparate para la ciudad y para Navantia, que refuerza su prestigio internacional como punto de referencia en el mantenimiento de grandes embarcaciones de recreo. Más allá de lo técnico, la estampa de estos yates amarrados uno junto al otro ofrece una imagen difícil de igualar: dos símbolos del lujo flotante que convierten por unos días el puerto en un escaparate global.

Como si no bastara con estos dos colosos, en los últimos meses se ha convertido en habitual la presencia del Symphony, el yate de Bernard Arnault, dueño del imperio Louis Vuitton. Con 101 metros de eslora y un valor estimado en 150 millones de dólares, fue en su día el barco más grande construido en los Países Bajos. Dentro, 200 acabados distintos, un exclusivo 'beach club' con piscina de cristal y capacidad para 36 invitados.

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