Los robos y actos vandálicos en colegios públicos no son algo puntual. Suceden. Sobre todo los fines de semana, puentes o durante los largos veranos. Esos días en los que el edificio se convierte en un objetivo fácil: mucho espacio, poca vigilancia. Por eso, el Ayuntamiento de Cartagena ha dado un paso lógico y necesario. La empresa Elecnor ha resultado adjudicataria del contrato para suministrar sistemas de alarma de intrusión en los centros escolares del municipio, por un importe de 23.111,03 euros.
No se trata de reformar aulas ni de pintar patios -eso vendrá después-, sino de proteger lo que ya hay. De poner barreras al vandalismo y al saqueo silencioso que, cada año, deja su rastro en más de un colegio.
El contrato cubre el suministro de material para al menos ocho centros escolares repartidos por el término municipal. No será instalación ni mantenimiento, ya que esa parte correrá a cargo de los servicios municipales, lo que permite estirar mejor el presupuesto. Pero el lote no es menor: hablamos de 20 centrales de alarma, 22 teclados con sirena, 150 foto detectores, 4 repetidores de canal de radio, 300 baterías y 10 soportes para fotodetectores.
La verdad es que muchos colegios no han tenido más defensa que un candado y una verja vieja. Y aunque parezca exagerado, cualquier director de centro sabe lo que es llegar un lunes y encontrar cristales rotos, cables arrancados o equipos desaparecidos. No se trata solo de pérdidas materiales. Se trata también de la sensación de inseguridad, de impotencia, de que el esfuerzo invertido se esfuma con una patada en una puerta trasera.
El Ayuntamiento, en este caso, ha optado por prevenir antes que lamentar. No es una solución definitiva, pero sí una medida necesaria.