El segundo submarino de la Armada española, el S-82 'Narciso Monturiol', está a punto de vivir su gran día. La ceremonia de puesta a flote, que en un principio iba a celebrarse antes del verano, se pospuso por motivos de agenda y, a estas alturas de septiembre, se da por hecho que el anuncio de la nueva fecha es ya inminente.
Lo fundamental es que no hay retraso técnico: la maniobra que trasladará el submarino al agua sigue según lo previsto y no se verá afectada por el aplazamiento de la ceremonia. Otra cuestión distinta es el armamento, que no se incorporará hasta 2027, cuando la nave alcance su plena capacidad operativa.
El "Monturiol" avanza siguiendo la estela del S-81 'Isaac Peral', aunque con plazos más ajustados. En marzo superó la llamada puesta en tensión, un momento crítico para verificar todos sus sistemas eléctricos. A partir de ahí, fueron llegando hitos de calado: el primer embarque de combustible, la carga inicial de baterías con los motores diésel y los preparativos de las pruebas de puerto.
El siguiente paso será decisivo: este invierno, el sumergible comenzará sus primeras navegaciones. Primero en superficie, después en inmersión, hasta alcanzar la cota máxima para la que ha sido diseñado. Una especie de bautismo progresivo que marcará la verdadera entrada en escena de este coloso bajo el mar.
Si el calendario se cumple, el S-82 será entregado a la Armada en otoño del próximo año y alcanzará su plena operatividad a mediados de 2027. Para entonces, reforzará de manera decisiva una flota que llevaba años esperando con cierta ansiedad el relevo de la serie S-80.
- Los próximos sumergibles de la serie S80 -
Mientras tanto, los trabajos no se detienen en el astillero. Navantia ha puesto el foco en el avance de dos de sus submarinos más esperados: el S-83, que ya se encuentra en fase de integración con el sistema AIP instalado, y el S-84, que ha entrado de lleno en su etapa de ensamblaje. Ambos hitos reafirman el ritmo constante del programa S-80, uno de los proyectos tecnológicos y de defensa más ambiciosos de la industria naval europea.
El S-83 representa un paso crucial, pues la incorporación del sistema AIP de tercera generación -basado en bioetanol- le permitirá alcanzar una autonomía submarina inédita en este tipo de unidades. Es, en la práctica, la tecnología que marcará la diferencia en operaciones de larga duración, con menos limitaciones logísticas y mayor capacidad de discreción bajo el agua.
El S-84, por su parte, acaba de entrar en fase de ensamblaje. Aunque pueda sonar a un simple paso de producción, es en realidad el inicio de un proceso donde piezas, sistemas y tecnología puntera se combinan como en un enorme rompecabezas de ingeniería. El ensamblaje es, en cierto modo, el momento en que el diseño sobre planos comienza a transformarse en una unidad tangible.
