La Autoridad Portuaria de Cartagena ha emprendido una lucha contra el biofouling y la corrosión en entornos marítimos con el proyecto Carthago Coating, una iniciativa pionera enmarcada dentro del programa Ports 4.0. El objetivo del proyecto es desarrollar soluciones sostenibles que minimicen el impacto ambiental en las aguas marinas, a la vez que mejoren la eficiencia y durabilidad de las infraestructuras portuarias y los cascos de las embarcaciones.
En el mar existe una gran diversidad de organismos que necesitan de algún lugar sólido que les sirva como superficie para adherirse, temporal o permanentemente, y poder comenzar así la vida submarina. Esta acumulación incrustante de organismos sobre algún elemento sumergido es conocida comúnmente, por su definición en inglés, como biofouling o simplemente, fouling. Este comportamiento incrustante de los organismos es un problema muy relevante para los operadores marítimos y las infraestructuras portuarias, ya que supone una afectación económica importante.
El biofouling puede aparecer e invadir lugares tan indeseables como el armazón externo de los barcos, estructuras de maricultura, ductos petroleros, muelles, etcétera. Por ejemplo, en las plataformas petroleras y jaulas de acuicultura, el problema es la afectación que ejerce el peso generado por la acumulación de organismos al incrementar la tensión en las estructuras y sistemas de anclaje. En las embarcaciones, su presencia resta hidrodinamismo a los cascos, lo cual se ve negativamente reflejado en la eficiencia del consumo de combustible (hasta 40% más), así como una mayor emisión de gases de efecto invernadero.
Fórmulas innovadoras contra las sustancias tóxicas de las pinturas actuales
El proyecto Carthago Coating busca superar las limitaciones de las actuales pinturas antifouling, muchas de las cuales liberan sustancias tóxicas al medio marino. Para ello, se están desarrollando formulaciones innovadoras con aditivos de grafeno, capaces de combatir tanto el biofouling como la corrosión de manera más efectiva y respetuosa con el ecosistema.
El proyecto contempla la evaluación de 24 formulaciones de recubrimientos durante un año, en dos entornos marinos reales y en cámaras de salinidad controlada que simulan condiciones distintas al Mediterráneo. Estos ensayos incluyen:
- Evaluaciones visuales y microscópicas del recubrimiento para analizar su composición orgánica y nivel de degradación.
- Ensayos de envejecimiento acelerado mediante cámaras de inmersión, que permitirán estudiar el comportamiento de los materiales frente a la corrosión en diferentes escenarios.
- Medición de la vida marina adherida y análisis del oxígeno disuelto, temperatura del agua y turbidez, aspectos clave para entender el impacto del recubrimiento en el ecosistema marino.
Avances tecnológicos para una protección sostenible
Además de los estudios sobre biofouling, el proyecto incluye mediciones específicas sobre la corrosión, evaluando cambios en peso y espesor de las superficies recubiertas mediante técnicas avanzadas como la espectroscopia infrarroja. Las pruebas se realizarán cada 60 días, permitiendo un seguimiento riguroso de la durabilidad de los recubrimientos.
En cuanto al biofouling, se realizarán izadas de las muestras cada 15 días para medir la adhesión de organismos, así como parámetros como turbidez y oxígeno disuelto en el agua. Este exhaustivo proceso de monitorización, que abarca un total de 24 tomas anuales, garantizará resultados fiables y comparables entre las diferentes formulaciones.