El área de Infraestructuras del Ayuntamiento de Cartagena ha encargado a la empresa Basalto Informes Técnicos un informe sobre el estado de los túneles del Espalmador. La finalidad es la de confirmar que las bóvedas que recubren los túneles se encuentran en buen estado, como creen los técnicos. La información de las catas será valiosa para desarrollar el proyecto de adecuación de las mismas.

Recordemos que hace poco más de un mes se producía la firma del acuerdo entre la alcaldesa de la ciudad, Noelia Arroyo, y el director general del Instituto de Vivienda, Infraestructura y Equipamiento de la Defensa (INVIED), el general de brigada Sebastián Marcos Morata, por el que el Ministerio de Defensa cede al Ayuntamiento las más de 90 hectáreas de superficie que integran el Castillo de Galeras, las baterías de Fajardo, La Podadera y del Collado, y el Fuerte de Navidad.

Aunque no se ha hecho público el objetivo que Cartagena pretende con estos túneles, sí que conocíamos meses atrás que el submarino Tonina, de la serie S-62 acabará ubicado en estos túneles y se convertirá en uno de los elementos a exponer en los mismos y el gran reclamo para su visita. Queda descartada, por tanto, la posibilidad de emplazarlo en la Plaza del CIM (junto a la UPCT), tal y como se había planteado años atrás y para lo que existía una partida presupuestaria importante. El monte de Galeras y todas sus fortificaciones pasan a ser propiedad municipal por lo que este estudio es una formalidad previa a la recepción formal del bien.

El refugio submarino de Cartagena que quedó a medio construir tras la posguerra

En la posguerra española, el régimen franquista impulsó una serie de proyectos estratégicos para fortalecer su industria naval. Uno de los más ambiciosos fue la construcción de una gran base de submarinos en la ensenada de El Espalmador Grande, en Cartagena. Inspirado en las infraestructuras alemanas de la Segunda Guerra Mundial, el plan contemplaba seis túneles, diques subterráneos y un búnker a prueba de bombas. Finalmente, solo se ejecutaron dos túneles y dos diques.

Las obras comenzaron en diciembre de 1945 bajo la dirección de los ingenieros José Entrecales Ibarra y Antonio Bizcarrondo Gorosabel, de la empresa Entrecanales y Távora, con apoyo de Ingersoll-Rand. Los túneles fueron perforados mediante tres galerías a cielo abierto, combinando hormigonado y desbroce al ritmo de miles de metros cúbicos al mes. Las excavaciones bajo el nivel del mar exigieron sofisticados sistemas de achique para evitar inundaciones.

El complejo estaba pensado para acoger talleres de reparación y mantenimiento de submarinos tipo C y D, con una superficie total de 3.500 metros cuadrados y estructuras preparadas para resistir grandes volúmenes de agua.Todo el sistema de bombas y alumbrado se controlaba desde un punto central protegido. Sin embargo, en los años 50, tras la reestructuración de la Empresa Nacional Bazán, el proyecto fue cancelado.

Durante un tiempo, la empresa Espalmador aprovechó las instalaciones para desguazar barcos. Más tarde, la Armada los usó como almacenes de repuestos. Hoy, estos túneles han perdido su valor estratégico y albergan chatarra. Sin embargo, su historia, su estructura intacta y su singularidad los convierten en un espacio con gran potencial turístico y cultural. Ya se aborda un proyecto de recuperación patrimonial con visión de futuro.