MURCIA. El lector ya habrá percibido que el discurrir anual de los tiempos litúrgicos nos condujo, hace ocho días, a un nuevo Miércoles de Ceniza, como la Cuaresma recién estrenada nos llevará a la Semana Santa y ésta al Domingo de Resurrección, fiesta principal para el orbe cristiano.
Y de la mano de la Cuaresma, se nos impuso a muchos miles de fieles la ceniza, y dieron comienzo los viacrucis y los cultos de las cofradías penitenciales, propiciando un ambiente que sacraliza la ciudad y la aromatiza con el incienso que brota de los templos y muy pronto se entremezclara con el perfumado olor a azahar, signo inequívoco de la inminente primavera.
"nos reencontremos con el primer viernes de marzo, el día para rendir homenaje a Nuestro Padre Jesús del Rescate"
Para terminar de ponernos en situación, esta tarde llegará a Murcia la Virgen de la Fuensanta, lo que congregará a miles de personas en torno a la Iglesia del Carmen para darle la bienvenida y, más tarde, en la Catedral, donde permanecerá hasta pasadas las fiestas religiosas y profanas y una vez que se conmemore el 96 aniversario de su coronación.
Y si no fueras bastante, mañana mismo nos reencontremos con el primer viernes de marzo, el día señalado por la tradición para rendir homenaje a Nuestro Padre Jesús del Rescate, el Cristo de las manos atadas de la parroquia de San Juan Bautista, a cuyas puertas volverán a formarse largas colas de personas que tienen marcada en esa jornada una cita ineludible con la devoción y la tradición.
El Cristo del Rescate es una imagen vestidera, de autor desconocido, que recibió culto en el convento de los trinitarios, y que al ser clausurado debido a las leyes desamortizadoras de los gobiernos liberales, en los años 30 del siglo XIX, esculturas y cuadros pasaron a las parroquias de Santa Eulalia y Santa Juan Bautista.
Del culto que recibía en su nuevo destino hay constancia desde antes de la Guerra Civil, salvándose de la destrucción masiva de iconos religiosos de julio de 1936 a ser emparedado en su capilla cuando la iglesia fue reconvertida en cárcel.
Estas circunstancias, junto con el final de la contienda, la recuperación del culto y la recristianización de la nación, propiciaron que el Cristo ganara adeptos y que los actos de devoción de multiplicaran, lo que dio pie a que un grupo de fieles del barrio crearan una hermandad en torno a la imagen en la primavera de 1943, hace ahora 80 años, que tres años más tarde quedó definitivamente configurada como la cofradía penitencial que es hoy.
No cabe duda de que la primera procesión, que se puso en marcha a las 10 de la noche del Martes Santo de 1947, no hizo sino acrecentar el fervor y la veneración hacia la imagen, sumándose a todos estos factores promotores de la popularidad de Cristo del Rescate, el hecho de la liberación de un preso en sus primeras salidas a las calles, a semejanza de lo que sigue sucediendo en Málaga en el caso de Nuestro Padre Jesús ‘el Rico’.
El primer viernes del mes de marzo del año 1948 se celebró el multitudinario besapiés del Señor de las manos atadas, y entre aquella multitud concurrió a implorar el favor Divino una familia humilde del popular barrio de San Juan, avecindada en la calle de la Gloria. Tres hermanos, la mayor de unos 15 años, los otros dos, de 7 y 4, niña y niño, ambos paralíticos.
"Me desperté y me puse en pie encima de la cama, y al hacerlo, no noté ningún dolor en las piernas"
Eduarda, la chica adolescente, le contó al diario Línea lo sucedido. Llevó a sus hermanos a San Juan por la tarde, a las cinco y media, y permanecieron en un banco, cerca del Rescate, casi una hora. "Cristo mío, por bueno a mi hermano y a mí -oraba la niña pequeña-. Todos los días vendremos a rezarte. Que tengamos salud y que dispongamos de dinero para poder comer". A la vuelta a casa, se quedaron en el suelo, arrastrándose, que era su forma de jugar, puesto que no podían andar por sí solos.
Y a la mañana siguiente: "Me desperté y me puse en pie encima de la cama, y al hacerlo, no noté ningún dolor en las piernas". Y entonces fue en busca de su madre y al llegar a la puerta de su habitación le dijo: "Soy yo, Merceditas, que ya ando, que ya ando. Ya me ha puesto buena el Cristo del Rescate".
Luego fue en busca de su hermano menor y le dijo: "Manolo, mira, ya ando sola". Y el pequeño, que al principio se echó a llorar pensando que él no podría, se puso en pie, se bajó de la cama y empezó a andar a su alrededor, aunque apoyándose al principio, porque le daba miedo caminar.
Lo primero que hicieron fue ir a San Juan a darle las gracias al Cristo del Rescate, y le llevaron velas y unas flores, y prometieron que volverían todas las mañanas mientras vivieran.
Y el reportaje, firmado por Luis Peñafiel, seguía con los testimonios de la madre, de los vecinos, y hasta del alcalde de barrio, que confirmaba que aquellos niños nunca habían podido andar y que a lo más que llegaban era a sentarse en el balcón para ver al resto de los niños jugar.
Como concluía la crónica de Línea, el relato no tenía la intención de inclinar el ánimo, de forma precipitada, a la existencia de un milagro, sino a dar testimonio de un suceso en el que unos niños desventurados había recuperado unas facultades que no habían llegado a conocer. Y, fuera lo que fuera lo que sucedió, lo cierto es que Mercedes y Manuel Hidalgo Vietos pudieron andar, por la razón que fuera, después de visitar un primer viernes de marzo al Señor del Rescate. Ha hecho de aquello estos días 75 años.