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Mikel Rico: "Los jugadores que menos juegan son los fundamentales en un vestuario"

7/04/2024 - 

CARTAGENA. Es uno de los más veteranos de la Segunda División. Con más de 700 partidos en el fútbol profesional, afirma que no se plantea que hará el próximo curso. Solo mira lo inmediato, que es un Real Valladolid que visita el Cartagonova (21h) este domingo. Rico, que contó para Julián Calero desde su llegada, afirma que este año, si se logra la salvación, será recordado por muchos.

¿Cómo te encuentras después de las molestias de las últimas jornadas?

Bien, fue una pequeña molestia en el isquio que me obligó a parar en la Romareda, pero de ahí en adelante todo bien.

Más de 700 partidos como profesional. Huesca, Granada, Athletic, Cartagena…No está mal.

No está nada mal. No me puedo quejar. Cuando empecé en esto del fútbol, ni soñé que iba a jugar tantos partidos y menos en Primera y Segunda. Desde que toqué Segunda no he bajado de ahí y me siento muy orgulloso de ello.

Tienes 39 años, se te ve en forma, siendo muy útil para el entrenador y los compañeros. ¿Tienes decidido seguir el año que viene como profesional?

Siempre me lo planteo a final de temporada. Ahora no es momento de hablar de ello. Lo importante es conseguir el objetivo que tenemos por delante. Hemos estado muy jodidos, pero todavía queda mucho y es muy complicado. Quiero acabar el año disfrutándolo, que el Cartagena se salve y a partir de ahí ya se verá.

¿Se puede disfrutar el camino cuando te estás jugando seguir en Segunda o descender? Decías en noviembre que el equipo tenía un reto bonito por delante “aunque pareciera una mierda”.

Me preguntaron que por qué creía tanto en la salvación y contesté que era al ver entrenar al equipo todos los días. Veo y veía entonces la unión que hay, la disciplina y me daba la sensación de que creíamos en lo que hacíamos y que lo íbamos a sacar. Era un reto y sigue siendo un reto. ¿Se nos ha puesto mejor la cosa? Sí, pero no hay nada hecho. En la carrera se recuerdan los ascensos, cuando has jugado competición europea…Pero creo que este año lo recordaremos todos si nos salvamos. Nos acordaremos de que fuimos aquel equipo que se fue en Navidad con 15 puntos y consiguió salvar la categoría. No creo que muchos lo hayan logrado. Ojalá seamos uno de esos equipos.


La transformación ha sido sideral. ¿Qué ha cambiado?

Es bien sencillo en mi opinión. La dinámica. Antes te iba todo en contra y ahora parece que te va todo a favor. Cuando antes en el 95 había un córner y te metían ahora vas a Zaragoza y metes tú con uno menos. Dices: “Ya, pero eso no tiene ninguna explicación”. Y sin embargo es así. Son dinámicas. El líder el otro día tú vas contra ellos, tienes dos palos y no entran. Igual si ese partido es en Alcorcón, por decir algo, uno de los dos palos entra. Son dinámicas. Creo que la dinámica ha cambiado y a raíz de ahí cambian los resultados, cambia la confianza de la gente y es lo que ha cambiado.

Tras más de 700 partidos como profesional, quería preguntarte por tus inicios. ¿Cómo fueron?

Yo en juveniles jugaba para divertirme, trabajaba y me iba a entrenar y de ahí a la autoescuela. Nunca pensé en ser profesional. Con 18 años me sale la posibilidad de irme a jugar a Cuenca, al Conquense B, en Tercera División ganando 600 euros, cuando yo estaba en mi casa en una empresa ganando 1.200 al mes. No quería pensar que hubiera sido de mi vida si no me hubiese ido a Cuenca. Para trabajar tenía tiempo, pero para jugar al fútbol no. Me fui y salió bien.

El primer año probablemente ha sido el año que más he disfrutado en mi carrera. Vivíamos tres estudiantes y dos compañeros en un piso. Ganaba poco, por las mañanas me iba a limpiar garajes o lo que saliera para ganar algo más y ha sido el año que mejor me lo he pasado.

Hay un compañero que me marca en mi carrera que es Rafael Barber, en el Conquense. Era ciudad universitaria, la gente salía. Rafa me decía: “Mikel, ¿los del filial salen esta noche? Pues tú no salgas. Que tú tienes algo que ellos no tienen. Aprovéchalo”. Me ayudó mucho, me aconsejó mucho y a raíz de ahí empecé a pensar que podía ir progresando. ¿Jugar en Primera División? Ni lo había soñado. Para mí Segunda ya era la élite.

Conquense, Poli Ejido, Huesca, Poli Ejido…

Vuelvo al Huesca, ahí me firma el Granada, donde pasé tres años increíbles, de ahí al Athletic, donde estuve seis, vuelvo al Huesca y ya Cartagena.

¿Cómo es tu etapa en Granada? Es la que luego te permite dar el salto de tu vida, que es jugar en el Athletic, el equipo de tu vida.

De Granada agradecerle a Pina y Cordero que apuestan por mí a muerte. El año anterior ya me quisieron para su proyecto en Segunda B, y les dije que no porque quería jugar en Segunda A con el Huesca. Ascendieron, y después de ascender, me llamaron y pagaron un traspaso de 600.000 euros. Eso era algo que entonces en Segunda A no se veía. Les tengo mucho que agradecer. El primer año salió todo bien. Ascendimos a Primera y de ahí, dos años buenos en Primera y me llama el Athletic.

Lo del Athletic no me lo creía. Directamente. Me llama el propio presidente, Josu Urrutia, y al colgar llamo a mi representante y le digo: “Me ha pasado esto”. Y me dijo: “Sí, puede ser que haya una opción”.

¿Cómo es debutar en San Mamés?

Cagado (risas). Estaba cagado. Hasta en los entrenamientos en Lezama estaba cagado al principio. Era mi sueño jugar en el Athletic y siempre tienes la duda de si vales o no vales. Toda tu familia es del Athletic, tus amigos, tu entorno…Hay una presión añadida. Ahí se vive el fútbol como una religión. El Athletic es como una religión para la gente. No estar a la altura, después de que pagaran por tu traspaso 2,5 millones…No es fácil. Me temblaban las piernas porque quieres empezar bien. Si empiezas bien los primeros partidos, cambias la percepción de la gente. Ernesto Valverde apostó mucho por mí, la dirección deportiva también y estuve seis años. Con altibajos, pero los disfruté mucho.

  Foto: AFP7     

Allí naces y te hacen socio del Athletic.

No es como muchas ciudades en las que eres del Madrid o del Barça y luego del equipo de tu ciudad. Allí el 90 o 95% de la gente es del Athletic. Tú naces siendo del Athletic. Eso, siendo de allí y jugando allí es una presión. Cuando vas a una comida familiar siempre se ha hablado del Athletic. Aunque estés tú, se va a seguir hablando del Athletic. A veces tenías que pedir que se cortaran un poco porque criticaban a un compañero y tú estabas escuchándolo. No es fácil. Más allá del entorno, que para mí fue lo más complicado, el vestuario era increíble, conseguimos meternos cuatro años en Europa, jugar Champions, una final de Copa, una Supercopa… Para mí fue muy grande.

Volviendo a la actualidad del Cartagena. Quedan 9 partidos, uno de ellos un duelo directo en casa contra el Alcorcón. ¿Se mira el calendario para ver cuando se puede lograr la salvación?

Vas jornada a jornada. Si miras el calendario y lo que te viene, piensas que no tienes que ganar ningún partido. Has jugado contra el Leganés, te viene el Valladolid, vas al campo del Sporting de Gijón, te viene el Oviedo, al campo del Levante… Si miramos que hay que ganar al Alcorcón porque es rival directo, y todos los demás no vamos a sumar…No tiene sentido. No miramos el calendario porque todos los equipos se están jugando algo, ya sea ascender, playoff o evitar el descenso. Eso hace que los partidos sean más competidos. Vamos partido a partido, en casa estamos fuertes. El domingo (hoy) viene el Valladolid y vamos a intentar sumar los 3 puntos, meternos en 42 y a partir de ahí se ve más cerca el objetivo de la salvación.

La transformación del Cartagena ha sido espectacular pero otros equipos que parecían en 1ªRFEF como el Amorebieta, se ha metido en la pomada. Equipos como el Zaragoza que iban a luchar por el playoff no se pueden descuidar… ¿Es bueno que todos se estén jugando algo?

Sí. Es lo bonito de la liga del playoff. Puede darte para sumar arriba o quedarte abajo. Antes, cuando ascendían tres directos, en los últimos 8 partidos había equipos que ya no se jugaban nada. Ahora no pasa eso. La Segunda es muy larga. En Navidad éramos el Cartagena y tres más para descender. Y no. La gente gana, suma, compite…Cualquier equipo puede ganar a cualquiera. No hay nada decidido y es lo bonito.

¿Cómo habéis vivido los pitos del principio de temporada?

No creo que haya habido pitos. Creo que se ha animado menos y ha venido menos gente al campo. Pero la gente que ha venido no nos ha silbado. Nos ha respetado cuando hemos estado muy mal. Es normal que la gente se desilusione y venga menos gente al campo. Ganamos dos partidos y a partir de ahí se ha llenado o prácticamente lleno todos los días. La gente está a muerte con el equipo porque ven que es posible sacarlo. Pero no creo que en la primera vuelta hubiera pitos.

¿Es difícil pasar de pelear el año pasado por el playoff a este curso por evitar el descenso?

No, porque todos los años peleas por lo máximo. Cuando llegas, ves el equipo y estás convencido que puedes hacer cosas. Este año veía que el equipo tenía gente comprometida. Cuando estás comprometido y tienes jugadores con experiencia, da igual que estés arriba o abajo. El compromiso hace que normalmente se saquen las cosas.

       

Con otro tipo de vestuario no se estaría sacando el objetivo. ¿Es importante tener un buen vestuario?

Mucho. Cada vez más.  Los directores deportivos cada vez lo miran más. Ahora, antes de firmar a un jugador, hacen cuatro llamadas para saber como es personalmente. Después del día de Tenerife fue un golpe increíble. El equipo estaba muerto a nivel mental. El míster, ese día, nada más llegar al hotel nos da una charla increíble, con la que muchos jugadores acaban llorando de la emoción. Llegamos al partido contra el Sporting, ganamos, y ahí el equipo se libera de una tensión brutal. Eran 14 partidos sin ganar. A partir de ahí empezaron a salir las cosas.

La importancia del grupo es total. Lo más difícil es el papel de aquellos que no están participando mucho. Esos jugadores son fundamentales. El que juega ya está comprometido. El que no juega y llega a la semana siguiente a entrenar, y otra vez el domingo no juega, y empieza la semana a entrenar de nuevo…Además el equipo sin ganar y el entrenador no cambia. Entonces ese jugador se pregunta, ¿cuándo va a cambiar? A pesar de eso, cuando gana entra al vestuario con una sonrisa o dando ánimos…Eso es lo importante en un grupo. Cuando juegas es fácil estar bien, lo difícil es cuando no juegas. Aquí, en ese sentido, todos los jugadores lo tienen.


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