MURCIA. El mercado arranca hace años con el gravamen establecido por los reguladores comunitarios a todas aquellas grandes empresas que excediesen la emisión de gases de efecto invernadero. "Basándose en el principio de que quien contamina, paga, a estas se las impone la obligación de compensar la superación de un límite de las emisiones de CO2 invirtiendo en proyectos destinados a mitigar el efecto invernadero. A este mercado regulado y obligatorio, se suma luego otro voluntario donde cualquier empresa que lo desee, bien por RSC, bien por marketing, bien por sensibilidad medioambiental o por el motivo que sea, decide respaldar iniciativas orientadas a la captura de CO2 adquiriendo los bonos de carbono que generan”. Las explicación la facilita Vicente Cano, CEO y fundador de Forest Bank.
Mientras que en el mercado obligatorio los precios de los bonos están intervenidos por la Comisión Europea, en el voluntario (VCM) rige la ley de la oferta y la demanda de toda la vida quedando sujeto a los mismos procesos de fluctuación que cualquier otro activo.
Un informe del Banco Mundial titulado ‘Estado y tendencias del precio del carbono’ revelaba en 2022 un aumento considerable de los precios. “Por primera vez, el valor total del mercado voluntario de carbono superó los mil millones de dólares en noviembre de 2021. Este rápido aumento en el valor refleja tanto el aumento de los precios como el aumento de la demanda de los compradores corporativos que conducen a mayores volúmenes de transacciones”, decía.
Ahora parece que los ánimos del mercado voluntario no están tan dadivosos como en 2022, cuando el crédito de carbono alcanzó su cifra más alta en 15 años. Actualmente, el precio medio en el VCM ronda los 8 euros la tonelada, frente a los 40 euros que se paga en el mercado regulado.
En poner en contacto proyectos que absorben carbono con aquellas empresas interesadas en adquirir los créditos que generan, han encontrado su oportunidad de negocio numerosas startups. Una es la ya citada Forest Bank, surgida en Cuenca y acelerada en La Nave de Madrid.
Pero tal vez corresponda a la valenciana Climate Trade el caso más sonado de éxito en este mercado. Se trata de una plataforma de blockchain creada para ayudar a empresas globales a alcanzar la neutralidad de carbono buscando financiación para proyectos de compensación y regeneración climática alrededor del mundo. 193 proyectos climáticos disponibles y más de 6 millones de toneladas de emisiones de CO2 mitigadas, son algunas de las métricas de las que presumen en este marketplace climático. El uso de la blockchain garantiza la transparencia de todas las transacciones realizadas generando un certificado nominativo para el comprador.
AirCO2, por su parte, ha articulado un marketplace para España y Portugal de propietarios forestales, la mayoría de los cuales son propiedad privada, con especial presencia en el Norte de España. A éstos, aproximadamente 3 millones de propietarios de bosques que hay en nuestro país, les permiten acceder a ingresos adicionales por el servicio medioambiental que prestan sus árboles. Para ellos disponen también de un servicio gratuito de asesoramiento y cálculo de absorción.
Igualmente, con el foco en los bosques, se crea Reforestum, un proyecto vallisoletano con modelo B2B y B2C para aquellas empresas y particulares que quieran contribuir a revertir el cambio climático impulsando la creación de bosques comunitarios.
Aquí han desarrollado otro marketplace con la misión de “impulsar la reforestación y la conservación forestal, incentivando a empresas e individuos a compensar fácilmente su huella de carbono mediante la adquisición y seguimiento de participaciones de bosque y créditos de carbono”.
Pero no todo se mueve en el campo. Al margen de las iniciativas de absorción de carbono, hay otras que ponen el acento en evitar la liberación de carbono. Casi todas las soluciones que apuestan por las energías renovables se incluyen en esta tesitura.
Otra propuesta bastante original es la que plantean en CoreZero, una empresa de tecnología climática que trabaja en la intersección entre las soluciones a los residuos de alimentos y los mercados de carbono. La plataforma cuantifica el impacto medioambiental positivo de las iniciativas que minimizan o valorizan los residuos alimentarios y, mediante tecnología blockchain, lo convierten en unidades de reducción de carbono que se verifican a través de un proceso independiente de terceros. Es una forma bastante creativa de convertir desperdicios alimentarios en ingresos. La empresa, fundada en Miami por un emprendedor de origen peruano, tiene ya contratos con importantes compañías en Norteamérica y Latinoamérica.
Calcular la huella ambiental que genera cada empresa es otra de las patas principales de esta industria. La mayoría de las citadas disponen de herramientas de medición y compensación, pero otras, como Dcycle pone en manos de las empresas un instrumento para que sean ellas mismas las que gestionen de manera integral su sostenibilidad y sepan cómo comunicarla.
Y es con el propósito de comunicar la urgencia climática de otra manera para lo que nace Climabar, una iniciativa que dos jóvenes amigas han traslado a las redes, al mundo del pódcast y a un canal de Youtube convencidas de que al cambio climático se le ha hecho la peor campaña de marketing de la historia.