MURCIA. Iba a escribir sobre otro tema cuando, leyendo la prensa digital, me topé con el titular de un artículo del periódico El Mundo que decía: "Hay que desmitificar qué es el declive de la mujer" firmado por dos mujeres. Con semejante titular, no tuve más remedio que seguir leyendo. Se refería a la menopausia. El mito, al parecer, es que este proceso biológico natural, es nuestro declive. El objetivo era destruir el mito. Visto así, resultaba estimulante, pero a mí me chirriaba la palabra "declive" y pasaba olímpicamente de la de mito, ubicado en los confines de la irrealidad.
No era la primera vez en pocos días en la que la supuesta desinformación existente al respecto de este proceso me llevaba a percibir que hay toda una horda de diferentes personas expertas trabajando en el asunto. Los temas que componen las noticias son muchas veces cíclicos y coincidentes en el tiempo. Esta desinformación, como el mito citado anteriormente, no son más que consecuencias de la cultura patriarcal que valora a la mujer fundamentalmente por su función reproductiva, que es uno de nuestros valores propios e intransferibles, sin duda, pero que a día de hoy no nos identifica en su totalidad. Sí, sí, ya sabemos que la igualdad está conseguida y que por ello es necesario normalizar las cosas del género dentro de los servicios sociales y la intrafamilia al ritmo de los pasitos de María (con el ritmo puertorriqueño de su autor, eso sí). Pero antes de que intenten politizar estas palabras que quede claro que yo soy de mí, de nadie más, y menos de ningún partido político en este aspecto tan de experiencia propia.
"La regulación hormonal tiene la última palabra en comportamientos y estados de salud"
Volviendo a lo serio, está claro que el proceso biológico y la pérdida de producción de los estrógenos tienen unas consecuencias que no se han contemplado en la cadena productiva. Porque en muchos casos esta alteración hormonal, que irrumpe muchas veces de golpe, afecta a la salud como puede hacerlo una menstruación dolorosa, un embarazo con molestias y seguimiento, o los casos complejos de una adolescencia conflictiva. La regulación hormonal tiene la última palabra en comportamientos y estados de salud. ¿Cuál es la diferencia entonces entre decir "es que es adolescente" para explicar un cambio de humor brutal o "estoy con la regla" para tener una pequeña ausencia del trabajo, o incluso cogerse la baja por maternidad respecto a las dolencias de una mujer que afronta su última batalla hormonal? La diferencia es que la mujer ha dejado de ser reproductiva, y en un criterio tan arraigado de cultura patriarcal, esto es una pérdida de valor traducida en una invisibilización de un problema que afecta a lo que se supone debemos aportar la sociedad como mujeres.
No me gustan nada las mujeres que van gritando los de "soy menopaúsica" ni me gusta el término por su mal uso. Ni comparto que desde el cabreo o el victimismo se resuelva algún problema. Creo que habría que centrar esfuerzos sanitarios y educativos para devolver la naturalidad y el valor a esta etapa de la mujer dentro del contexto social y económico. Ya de paso, dejarse de medidas que lo único que provocan es más ansiedad en las mujeres que se encuentran es esa fase de su vida, tales como las innumerables listas de malditos consejos sobre deporte, nutrición, técnicas de belleza, relajación y cuantas mochilas llenas se les ocurran colgarnos. Por decir algo que procede de la experiencia real, al parecer hay que hacer ejercicios de fuerza, también los posturales y de estiramiento, algo de cardio, los que tengan impacto (impacto medido, se entiende) y con bastante frecuencia semanal. Ya luego un paquetón de productos naturales unidos a la meditación, lecturas psicológicas y demás terapias del bienestar. Todo esto hay que hacerlo mientras se atienden las demandas laborales con energía. Y teniendo preparado un fondo de inversión menopáusico porque son cositas que no están presupuestadas en la salud pública. Lo de conciliar lo dejamos para las que han sido madres muy tardías, pero también es un plus. ¿Nos habrán visto cara de imbéciles?
Oigan, cuando alguien tiene un espantoso dolor de cabeza o incluso el dolor procedente de la dismenorrea, una lumbalgia, o cualquier causa que provoca un dolor físico, además de todas esas terapias que dependen de una y requieren tiempo y esfuerzo personal, tiene una ayuda química. Tiene unas bajas reconocidas. Pues entonces ¿qué narices hacen que no avanzan al respecto para poner a punto tratamientos combinados destinados a los diferentes perfiles que se presenten? Porque otro de los problemas es que de los 45 a los 67 las mujeres estamos en la mejor etapa profesional, a pleno rendimiento. Y leo lo del mito y se me llevan los demonios.
"En este país los horarios de conciliación y la incorporación al mercado laboral son la cola de la cola"
A todo esto, la campaña con todo el pescado vendido sigue produciendo ríos de tinta mientras adolece de una falta considerable de planes para la incorporación laboral de las nuevas generaciones ya formadas y tituladas. Las soluciones al final de la cadena, como ya vemos en el Mar Menor con Los Nietos y Los Urrutias camino de ser pueblos fantasmas, hay que darlas al principio cuando se trata de ciclos, ya sean vitales o del agua. ¿Cuál es el origen del ciclo del que hablo? La población en edad reproductiva naturalmente. En este país los horarios de conciliación y la incorporación al mercado laboral son la cola de la cola. Con generaciones que por necesidad y también por cambio de criterios educativos al ver el Himalaya del mercado laboral, se incorporan tardísimo al trabajo económicamente productivo tenemos instalado un cuello de botella que les dificulta la independencia económica y, aún más, mantener económicamente nuevas vidas. La laguna política al respecto de esta situación es extraordinaria, ofreciendo como modo de vida meterse en política a ser posible desde la adolescencia. Terrorífico.
Así llevamos al debate de ampliar la jubilación de forma obligatoria en según qué profesiones. Vamos, que nos han mirado con ansia. Con lo sufridas que somos, ahí aguantamos sin decir ni pío hasta los ochenta para llenar la hucha de las futuras jubilaciones si es que en algún momento se incorporan al mercado laboral los jóvenes. Y encima les sale barato. Esos titulares que hablan "del declive de la mujer" son un claro exponente de todo lo que queda por hacer. En una entrevista a El País, un reputado ginecólogo y genetista llamaba mujeres normales a aquellas que tienen la función ovárica normal. Entiendo que genéticamente se vea correcto, pero psicológicamente es un insulto, por mucho que quiera llegar del gen al concepto holístico de mujer. El objetivo es que la mujer envejezca como los hombres, y lo dice tan ancho. Vamos, que envejecemos para tirarnos al contenedor mientras ellos envejecen haciéndose la ola a sí mismos. Y esto sería un movimiento Metoo genómico. Pues muy mal explicado y mucho peor meditado, oigan.