Los bañistas se han encontrado con miles de peces muertos en el Mar Menor. Foto: PEDRO GARCÍA (ANSE)MURCIA. Una vez más la precaria situación del Mar Menor se ha convertido en noticia de actualidad y ha generado una fundamentada alarma social. No sólo son las imágenes de miles de peces muertos, la turbidez de sus aguas o la nauseabunda sensación de pisar sobre sedimentos negruzcos, es la impotencia que genera en la población estos episodios que se repiten cada vez con mayor asiduidad frente a los que aparentemente poco o nada se hace.
También se repiten las declaraciones de responsables políticos con el fin de buscar en el contrario culpabilidades. Manifestaciones que solo satisfacen a quienes las hacen y lo único que consiguen es incrementar la desconfianza en la actividad política y un claro hartazgo ante situaciones que se enquistan por falta de decisión.
"Se dedica más tiempo a criticar que a proponer soluciones viables"
Se dedica más tiempo a criticar, hablar de tiempos pasados y señalar responsables del estado del Mar Menor (que, por cierto, no es único en el mundo ya que muchos otros lagos están o han estado en situaciones similares) que en proponer soluciones viables que permitan compatibilizar las actividades humanas con el disfrute de la naturaleza.
Al margen de que los cíclicos episodios de anoxia, turbidez o elevadas temperaturas del agua puedan asociarse a los cambios climatológicos naturales, la evidencia es que después de las DANAS de 2016 y 2019 pocas intervenciones directas se han realizado. Parece que hay una cierta resignación a dejar en manos de la propia naturaleza la defensa frente a las agresiones externas, limitando la intervención a encargar estudio tras estudio para que unos y otros alaben o critiquen la situación medioambiental.
El Mar Menor, hasta hace pocos años, ha sido el principal atractivo turístico de la Región y uno de sus grandes activos económicos. Sin embargo, su paulatino deterioro no ha tenido la respuesta adecuada, provocando devastadores efectos sobre la propia laguna y la actividad económica de las poblaciones ribereñas. No existe una acción coordinada de las administraciones competentes, ni se han habilitado los recursos económicos necesarios con el fin de reducir las afecciones de la laguna.
La crisis de los últimos días es una nueva oportunidad para iniciar la regeneración del Mar Menor. Es el momento de liderar un proyecto global con calendario y presupuesto, técnicamente viable y científicamente contrastado que permita iniciar el camino de la regeneración y protección de nuestro ecosistema más singular posibilitando su coexistencia con las actividades humanas (agricultura, turismo, deporte, comercio, hostelería, etc.).
¿Tan difícil sería que una administración asumiera todas las competencias, coordinando al resto y teniendo en cuenta a todos los sectores productivos para priorizar las inversiones necesarias y ejecutar los proyectos que eviten las inundaciones, los vertidos urbanos, eliminen los fangos y regeneren el agua y la biodiversidad?
La colaboración pública-privada, ante la carencia de recursos económicos públicos, es una oportunidad para conseguir la regeneración ambiental del Mar Menor. Existen numerosas experiencias de éxito en el mundo que desarrollan proyectos de defensa contra avenidas, eliminación de fangos, redimensionamiento de EDARs, renovación colectores, etc. La incorporación de talento, experiencia y recursos, públicos y privados, puede contribuir a desbloquear la situación y llevar a cabo la recuperación del Mar Menor.
Es posible regenerar el Mar Menor, sus aguas transparentes, su biodiversidad, su atractivo lúdico-deportivo. Es el momento de tomar decisiones, pasar de las palabras y proyectos a las realidades, de dejar discusiones que a nada conducen y ponerse a trabajar para conseguir lo que la sociedad espera ansiosa: un Mar Menor del que sentirnos orgullosos ante el mundo.
Miguel Ángel Cámara Botía
Catedrático de Química Agrícola
Director de la Cátedra de Ecoeficiencia Hídrica
Universidad de Murcia
