MURCIA. Las elecciones del 23 de julio no han despejado el bloqueo en la Región de Murcia. El PP se mantiene como primera fuerza y Vox queda ubicado en la tercera posición, por detrás del PSOE. Tal y como sucedió en batalla autonómica del 28 de mayo. Pero el reloj de la repetición electoral sigue descontando los días. La fecha límite es el 7 de septiembre: si no hay un presidente investido, la Región se vería abocada a una nueva cita con las urnas. Mientras tanto, el Gobierno regional continúa en funciones.
Pero, ¿qué pasaría si se produjera una repetición electoral y los murcianos votaran como este domingo en la Región? Antes de nada, conviene advertir de que la extrapolación de los votos de unas elecciones autonómicas a unos comicios generales nunca constituye una ciencia exacta. El comportamiento de los votantes no es idéntico. Ni siquiera cuando hay poco tiempo de diferencia entre dos convocatorias electorales. Así sucedió en 2019, un año que acogió hasta cinco elecciones distintas: los murcianos no votaron igual en las regionales que en las nacionales.
Además, influyen otros factores como que ciertas candidaturas locales relevantes no se presentan en una cita nacional. He ahí el ejemplo de MC Cartagena, cuya bolsa de 19.720 votos autonómicos se tuvo que repartir este domingo entre otras candidaturas, ya que no se presentan en unas generales. Y, por supuesto, la variable más relevante: la participación no es la misma, mucho más elevada en una contienda nacional que en las autonómicas. La participación del 23J fue del 70,78%. Acudieron a votar 751.682 personas en la Región. El 28M arrojó una abstención del 34,75%, esto es, votaron 678.670 ciudadanos.
Aun así, teniendo en cuenta todas estas reservas, la extrapolación concede una cierta perspectiva, un termómetro del pulso electoral y su tendencia. Por ello, asumidos estos riesgos, si se extrapolaran de manera directa los votos del 23J, aplicando una simulación con el método D'Hont, el PP perdería dos escaños pese a tener más votos y caería de 21 a 19 diputados mientras que Vox ganaría un representante y se quedaría con diez parlamentarios.
Sumar sería el gran beneficiado, pues obtendría cuatro escaños frente a los dos que cuentan actualmente Podemos Izquierda Unida. El PSOE, que al igual que el PP crece en votos, se dejaría un diputado y se quedaría en 12 en la Asamblea Regional.
Esto se debe al aumento de la participación y especialmente al amplio crecimiento porcentual de Vox y Sumar frente a los moderados progresos del PP y PSOE. Vox crece de los 118.546 apoyos del 28M a los 162.481 del 23J. Es decir, pasa del 17,7% al 21,8%. De nuevo se vuelve a confirmar que los resultados de Vox suelen tener más recorrido en una contienda nacional, y eso que en el 23J han perdido un diputado con respecto a 2019.
Sumar también ha mejorado notablemente los resultados autonómicos. En mayo, donde hubo dos papeletas, Podemos Izquierda Unida consiguió 31.340 votos, el 4,68%, y Más Región Verdes Equo apenas recibió 8.687, el 1,29%. Ahora, aglutinadas bajo una misma candidatura, Sumar, y con el aumento de la participación, obtienen 70.900 sufragios, el 9,52%. Si la izquierda se une y hay movilización, mejoran sus resultados.
Populares y socialistas también ganaron votos, pero en menor proporción. El PP crece de los 286.571 a los 306.999 respaldos. Sin embargo, el porcentaje es menor: del 42,84% al 41,24%. En el PSOE sucede un fenómeno similar. Los socialistas registraron 171.271 apoyos en mayo; ahora obtienen 187.971. Porcentualmente bajan del 25,6% al 25,25%.
La extrapolación, insistimos, no es una medida certera pero permite obtener un termómetro. Y este refleja que el PP podría perder escaños si vuelve a unas elecciones. Vox podría ganar representación si consigue convencer a su electorado nacional de que le apoye en unas autonómicas. El PSOE sabe que tendría que trabajar mucho para mantenerse. Y Sumar encuentra la moraleja de que la unidad tiene premio en la asignación de escaños.