CARTAGENA. Los salones de eventos y celebraciones del Mar Menor viven de nuevo una época de prosperidad tras dos años en los que han podido funcionar a tirones, con aperturas, cierres y límites de aforo continuos que obligaban a echar cuentas para llegar a final de mes. No ha sido una época complicada pero finalizadas las restricciones, todo ha vuelto a la normalidad. Y en este punto, con la llegada del buen tiempo, las bodas, bautizos y celebraciones copan las listas de reservas de estos negocios.
"Estamos a reventar. Todo completo hasta diciembre, y ya para el año que viene empezamos a tener algunos eventos también. Se han juntado los que se han ido aplazando con la pandemia más las nuevas reservas. En agosto no organizamos eventos, aunque tampoco es una fecha muy propicia para bodas, pero aún así lo dejamos habilitado para el restaurante. Mucho trabajo, pero muy contentos", afirma Teresa Cerrada, de el Parador del Mar Menor.
Y es que los dos últimos años han golpeado con dureza a un sector que vive de una interacción social que se vio muy limitada los últimos meses. Así, el pasado año señalaban desde Finca La Jurosa: "Seguimos funcionando con muchas limitaciones. Muchos problemas. Todavía no se puede bailar, las barras están prohibidas. En este escenario, las parejas siguen querer celebrar su boda hasta que no puedan tener una celebración normal. Por ponerte un ejemplo, yo para agosto tenía todo completo, pero al ver que seguían las restricciones han decidido posponer la boda". La prohibición de la pista de baile y las limitaciones de aforo obligaron en muchos casos a aplazar la celebración e, incluso, a suspenderla. Por suerte para los salones de boda, ese tiempo ya es pasado.
"¿Compensar los últimos años? Bueno, esperemos que termine compensando. Lo que si estamos notando es que el restaurante está funcionando muy bien. Mucho mejor que otros años. De noviembre a febrero suelen ser meses flojos pero este año se ha mantenido la afluencia de gente de los meses fuertes. Hay una sensación de que la gente quiere salir más, disfrutar", afirman desde el Parador, contentos por esta parte ya que, hasta no hace mucho, los aforos para eventos estaban aún limitados.
Uno de los problemas que, si están teniendo, como cualquier negocio, es el aumento de los costes. La repercusión en el cliente es inevitable, aunque afirman que no se nota mucho. "Las que estaban apalabradas se ha mantenido el precio. En el resto si hemos subido, pero el cliente tampoco lo nota mucho porque no es muy grande. Tendríamos que haber subido más, pero bueno. Poco a poco", señalan. El sol también luce ya para los salones de celebraciones.