Hoy es 22 de diciembre

Cerebro y Conducta / OPINIÓN

Los hombres de negro

20/12/2020 - 

MURCIA. Muchos lectores recordarán la primera entrega de la película Los Hombres de Negro (Men in Black, 1997). Los héroes, encarnados por los actores Tommy Lee Jones y Will Smith, utilizaban en algunas escenas un rayo de luz para suprimir los recuerdos recientes de otras personas. El empleo de la luz para borrar, y también para crear, recuerdos no es sólo asunto de ciencia ficción. Las modernas técnicas optogenéticas ya lo hacen, aunque de momento sólo en animales de laboratorio, desde ratones hasta monos.

Karl Diesseroth, de la Universidad de Stanford, descubrió este procedimiento que permite durante milésimas de segundo activar o desactivar las neuronas con haces de luz. Estas células han sido tratadas genéticamente de forma que pueden expresar, al igual que las células de las plantas, proteínas sensibles a luces de determinada longitud de onda. Cuando se exponen a esa luz se activan y transmiten sus impulsos a otras células. Existen proteínas sensibles a una longitud de onda diferente que las desactivan impidiendo así que sus señales se transmitan.

"Los hombres de negro, o más bien de bata blanca, podrían entonces ayudarnos a recordar y no a olvidar"

En animales de laboratorio se puede identificar y marcar qué neuronas se han activado y han intervenido en un aprendizaje simple, de manera que es posible desactivar tales neuronas y borrar la huella o memoria de dicho aprendizaje. También se puede conseguir crear un aprendizaje nuevo aplicando haces de luz sobre neuronas sin que sea preciso que el animal realice la tarea correspondiente, lo que sugiere la posibilidad de instaurar recuerdos artificiales. Sería posible aprender conocimientos o habilidades sin necesidad de largas horas de estudio o práctica. Los hombres de negro, o más bien de bata blanca, podrían entonces ayudarnos a recordar y no a olvidar.

Al día de hoy la aplicación de la optogenética en el ser humano tropieza con muchas dificultades. En primer lugar, habría que establecer cuáles son las neuronas que intervienen en el aprendizaje y almacenamiento en la memoria de un recuerdo concreto, algo muy difícil dado el carácter complejo del aprendizaje y de la memoria en el ser humano. La participación de millones de neuronas situadas en lugares diferentes del cerebro está lejos de los varios miles de neuronas que intervienen en el aprendizaje y memoria de una tarea simple en ratones. Una segunda dificultad es tratar genéticamente estas neuronas para que expresen las proteínas sensibles a la luz. En tercer lugar, la fuente de luz tendría que introducirse en el cerebro, muy cerca de las células que se quiere activar o desactivar, ya que la luz se dispersa en el tejido neural y su eficacia se pierde con la distancia.

La investigación actual va superando estas barreras. Un ejemplo es el empleo de nanopartículas de silicio sensibles a la luz que, además, pueden dirigirse por afinidad hacia las células o grupos de células que se desee según sus propiedades químicas. Al enfocar hacia ellas el haz de luz adecuado podrían ser activadas o desactivadas, sin necesidad de manipulaciones genéticas. Otro avance es combinar el empleo de nanopartículas con ultrasonidos. Dado que estos últimos poseen más precisión que un haz de luz provocarían en las nanopartículas la emisión de fotones que activaran las neuronas con más precisión. Por otro lado, las nanopartículas podrían contener fármacos encapsulados que sólo se liberarían al dirigir hacia ellos pulsos de ultrasonidos. Dada su mayor precisión, podrían hacer que se liberaran los agentes terapéuticos sólo en el lugar del cerebro que se quisiera.

Estos avances, vengan de hombres de negro o de bata blanca, podrían emplearse para aliviar o suprimir trastornos que dependan de la actividad de redes y conjuntos de neuronas y, en todo caso, para mejorar nuestra calidad de vida.


Noticias relacionadas

next