Fotos: MARCIAL GUILLÉN (EFE)
MURCIA (EFE). Cuando las temperaturas bajan de cero grados, las explotaciones de frutales de Cieza corren el peligro de perder las cosechas, lo que ha obligado a los agricultores a agudizar el ingenio: desde molinos que lanzan aire caliente hasta proteger las flores incipientes con pequeños “iglús” de hielo son técnicas recurrentes en las noches más crudas del invierno.
Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, en la madrugada de este domingo, cuando, en torno a las 4 horas, se han registrado picos de temperaturas de hasta 6,7 grados bajo cero.
El responsable de Agricultura y Agua de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de la Región de Murcia, Antonio Moreno, ha explicado a EFE que las de hoy no han sido las primeras heladas del invierno, pero sí muy peligrosas: "En otros episodios anteriores ya se habían perdido parte de las flores, lo que no es un problema, puesto que un solo árbol cuenta con flores equivalentes a unas cinco cosechas".
Sin embargo, cuando parte de estas ya se han perdido, evitar que las que restan sean dañadas es fundamental para que los agricultores puedan mantener sus ganancias, y es cuando se activan los diversos métodos para evitar esas heladas, que pueden llegar a costar unos 2.000 euros por noche en una explotación familiar, advierte el representante agrícola.
Costes muy elevados, pero que muchos asumen como un mal menor ante las perspectivas de perder la producción de melocotón.
El agricultor Antonio García ha optado esta madrugada en su explotación por la creación de “iglús” para proteger las flores, un método que resulta casi sorprendente para quienes no conocen el campo, y que crea una increíble imagen de árboles helados, cuajados de carámbanos, que convierten el paisaje de Cieza en un espectáculo único.
El sistema consiste, explica Moreno, en generar una “lluvia” sobre los árboles durante todo el episodio de frío, hasta que las temperaturas vuelvan a estar en positivo.
Ese riego crea una capa de hielo por encima del conjunto del árbol que, paradójicamente, protege las flores al dejarlas encapsuladas como si de un iglú se tratase, evitando que el frío llegue a su interior y evitando así el daño en la flor.
Es, quizás, el método de protección más llamativo, pero no el único: los agricultores ciezanos suelen utilizar también tratamientos de fumigación con aminoácidos que hidratan el árbol y espesan la savia, lo que dificulta que esta se coagule y cristalice, evitando así las roturas de las membranas vegetales.
Otro de los sistemas habituales es el uso de molinos de combustible diesel que lanzan chorros de aire caliente girando a 180 grados, como si de secadores gigantes se tratara, con el objetivo de desplazar el aire frío alejándolo de los árboles y evitando las heladas.
La quema de parafinas vegetales es otra de las alternativas: se colocan unas 200 de estas velas gigantes por cada hectárea de cultivo, entre los árboles, para calentarlos y evitar también las heladas.
“Los agricultores estamos continuamente investigando, trabajamos mucho en este tema, buscamos distintos mecanismos porque son todos muy caros, pero necesarios para no arruinar las cosechas”, dice Moreno.
Todas estas medidas se aplican, señala, de manera puntual en las noches más frías, lo que hace que los agricultores vivan pendientes de las previsiones del tiempo y sigan minuto a minuto la evolución de las noches de invierno para garantizar que en el verano podamos disfrutar de la calidad de sus melocotones.