MURCIA. Hoy se celebra Sant Jordi, Día del Libro, y la costumbre en Cataluña manda regalar libros y flores. Conforme va pasando el tiempo, dos avances: el primero, territorial, cada vez más gente adopta esta tradición fuera de las fronteras catalanas; la segunda, por supuesto, dejar de lado el código de qué regalar en función del género. Con todo esto, ¿por qué priorizar un regalo sobre el otro? Es más, ¿por qué no regalar las dos cosas en un único objeto? Plaza se ha puesto el reto de indagar libros que también sean rosas (u otras flores) para un Sant Jordi redondo.
Un buen punto de partida puede ser, por ejemplo, Las Rosas de Eça de Queirós. Un crónica periodística, publicada originalmente en la Gazeta de Notícias de Río de Janeiro en 1893, que Acantilado recuperó para su colección Cuadernos en 2010. El maestro del realismo portugués realiza un recorrido sobre la evolución de la rosa a través de la historia, desde la Grecia antigua hasta los tiempos modernos, y desde la pura botánica hasta su potencial poético y (por tanto). político. Un libro de apenas 50 páginas pero que consigue conformar una historia apasionante por los vaivenes de las civilizaciones, y presenta cómo los objetos tienen el valor que la sociedad configura que tengan de manera sociológica, casi invisible.
Aprovechando el final de Las Rosas, la abstracción poética y su simbolismo es el eje central del poemario de la poeta best seller rupi kaur en el sol y sus flores. En su segundo poemario, la canadiense presenta su fijación por procesos de curación y perdón personal y los traslada a los procesos de las flores: marchitarse, caer, enraizar, crecer, florecer. A través de estos cinco pilares, kaur propone una serie de poemas sobre los males contemporáneos, especialmente el desamor, y cómo una misma va saliendo del abismo. Con su característico uso de las minúsculas, que le acercan a la narrativa de las redes sociales, la poeta también aprovecha para hablar de uno de los grandes paralelismos que se hace con la botánica, sus y nuestra raíces, y que siendo una voz racializada, ella personifica en la familia y en el territorio.
Volviendo a la divulgación, y de paso ampliando el catálogo de flora de este artículo, encontramos Una flor en el asfalto. La vida de las hierbas urbanas contada por ellas mismas, del que ya habló Lucía Márquez hace tan solo unos meses. La ilustradora Raquel Aparicio y Eduardo Barba, jardinero, paisajista e investigador botánico en obras de arte, recopilan medio centenar de flores que nacen en terreno urbano, donde menos te lo esperas, y su propia naturaleza les explica y, por qué no, se ofrece a paralelismos poéticos. Durante el confinamiento se puso más de manifiesto que nunca, pero el libro refuerza la idea de que la naturaleza no entiendo ni de especulación inmobiliaria, ni de ordenación del territorio, sino que se intenta abrir vida en cualquier grieta que se abre ante ellas. Las ilustraciones de Aparicio descontextualizan las flores estudiadas para quitarles el estigma de los lugares feos que muchas veces ocupan. Una delicia, vaya.
Acabamos con un singular libro de Vita Sackville-West, novelista, poeta, y entre otras muchas cosas (porque las personalidades históricas de la literatura también son sus chismes), musa y amante de Virginia Woolf. 19 novelas y 12 poemarios, muy pocos traducidos al castellano. Sin embargo, una rareza sí ha sido publicada por la Editorial Gustavo Gili, especializada en cultura visual y arquitectura. En Mis flores, abstrae su pasión por la jardinería y recopila sus 24 flores más bellas para convertirlas en un personaje literario. Historias singulares y una manera perfecta y desenfadada para introducirse en el mundo de Sackville-West.