VALENCIA (EFE) . "He perdido todos los recuerdos de mi madre que estaban dentro de mi casa", lamenta Teresa, vecina de Paiporta, que, como muchos otros afectados por la dana, es consciente de que hay objetos personales con valor sentimental arrasados por el agua que ya no podrá recuperar.
Frente a la casa de Teresa siguen acumuladas montañas de muebles, ropa y adornos que estaban dentro de su vivienda antes de la fatídica noche del 29 de octubre, en la que las inundaciones provocadas por la dana arrasaron con todo a su paso por localidades valencianas como Paiporta.
De lejos cuesta apreciar los detalles porque el barro hace que todos esos objetos parezcan una única unidad teñida de marrón, pero al acercarse es posible distinguir algunos de ellos por separado, como, por ejemplo, los libros y vinilos que atesoraba en su casa Teresa, una gran amante de la cultura.
"Dentro tenía toda mi biblioteca, de más de 2.000 volúmenes, y 300 o 400 vinilos", cuenta a EFE la mujer, todavía incrédula por cómo ha cambiado su vida en tan poco tiempo.
Teresa asegura que su casa era una de las más bonitas de Paiporta y, pese a la destrucción del agua, todavía es posible apreciar señales que demuestran su belleza original, como los azulejos que siguen adornando algunas paredes.
Tras echar un vistazo a los residuos sobre la acera, la mujer entra a su casa y pasea por las estancias ahora vacías pero que hasta hace unos días estaban llenas no solo de objetos cotidianos útiles, como mesas, sillas y electrodomésticos, sino también de objetos con valor sentimental que la dana destruyó de un plumazo.
La pérdida de este tipo de objetos, únicos y cargados de recuerdos, duele especialmente.
"Lo he perdido todo, pero tengo vida", se consuela Teresa, que entre las pérdidas materiales más sentidas menciona sus libros, discos y los objetos personales de su madre, pero también las fotografías y sus colecciones de relojes, plumas y billetes.
Precisamente, en una de las paredes se han librado del agua tres fotografías de ella y dos hermanas suyas haciendo la primera comunión, y muy cerca de allí, en otra estancia, la orla de los ayudantes técnicos sanitarios en la que aparece ha sobrevivido a medias, ya que el agua llegó a una altura de cerca de dos metros y afectó a parte de este documento.
Muy cerca de la casa de Teresa está Isabel, otra vecina de Paiporta que desde la calle supervisa los trabajos de los bomberos dentro de su casa familiar, completamente devastada, donde hasta hace poco vivieron sus padres y que en los últimos tiempos acogió a sus dos hijos.
"Aparte de muebles y electrodomésticos, había objetos personales, cosas de cariño y muy íntimas (de mis padres). Lo he perdido", dice apenada Isabel.
Mientras, su va acumulando en la calle todo tipo de objetos, entre ellos unos trajes de fallera muy valiosos para la familia y que es de lo poco que tiene pinta de poder ser recuperado.
Isabel no oculta el dolor por el estado actual de la casa y por la pérdida de objetos apreciados, pero recalca que lo importante es que su hija sigue con vida, ya que estaba en la vivienda en el momento de la riada y llegó a dudar si habría muerto.
En Paiporta, la zona cero de la dana, con decenas de fallecidos, es habitual encontrar casas de la planta baja arrasadas con todo lo que había en su interior.
"En mi casa han quedado solo las paredes, ni los muebles de la cocina ni los muebles del baño. Aparte, está el valor sentimental de las cosas. Alguna cosita he podido recuperar, alguna figurita", comenta Rosa, que echa de menos especialmente las fotos.
Sin embargo, tras las inundaciones lo primero que hizo al entrar de nuevo en su casa fue buscar la foto de su padre, fallecido hace tiempo y que tenía colgada en la nevera. Milagrosamente, se la encontró "intacta" pese alcanzó en su vivienda los tres metros de altura.
"Ha sido mi angelito", dice emocionada esta vecina que, al igual que otros afectados por la dana, trata de rehacer su vida en medio de la tristeza que supone perder tantos recuerdos y objetos personales.