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reflexionando en frío / OPINIÓN

No hay por qué salvar Gaza

22/01/2025 - 

Nuestros dirigentes son incapaces de no dar falso testimonio ni en una situación como la de la Dana. O más que mentir, retorcer las cifras para su propio beneficio, reprochar la falta de auxilio de un Ejecutivo para sacar rédito político. Hace unos meses, cuando la gente estaba con el agua y el lodo al cuello, los gobernantes de las diferentes administraciones empezaron a hacer proselitismo de su propia generosidad, de la cantidad de millones de euros que iban a dar a los afectados de la catástrofe. Lluvia de euros que convirtieron las salas de prensa y las cámaras legislativas en una especie de antesala del Teatro Real de Madrid, devolviendo a Carlos Mazón y a Pedro Sánchez esa tierna juventud infante cual niños de San Ildefonso cantando los premios; ninguno pareció caer en la cuenta, y siguen sin hacerlo, de que si ambas administraciones hubieran estado a la altura, es decir, si el Gobierno central hubiese ejecutado el encauce del barranco del Poyo o si la Generalitat hubiese dado los avisos pertinentes con antelación, todo esto no habría pasado. Los que gobiernan cumplen al pie de la letra esa paradoja caprichosa y ruin del gobernante que te rompe las piernas y luego te da unas muletas. De haber hecho su trabajo, no en el momento de los hechos, sino de haber tenido una previsión y a gente competente gestionando el cortijo, quizá la desgracia no hubiese sido tal.

Ahora, en estos sorteos de lotería ordinarios con boletos de sello ejecutivo, el Gobierno de Pedro Sánchez ha dado veinticinco millones a Gaza. Enseguida, el Partido Popular en tromba, ha empezado a decir que mientras no se dan ayudas a los afectados por la Dana, el Ejecutivo central despilfarra el dinero amparando a una franja en el otro lado del mundo. Lo de que Sánchez no da ayudas es mentira, otra cosa es que esos subsidios no lleguen, como ha ocurrido en Canarias, pero en teoría las inyecciones económicas están aprobadas. Que también les digo: me gustaría saber qué va a pasar con el dineral que se ha soltado en manos de los gazatíes; lo que pasa es que ninguno nos enteraremos si han llegado a buen puerto o no porque la lejanía hará su trabajo de amnesia colectiva. Medida, por cierto, poco estética dadas las circunstancias, no por el hecho en sí mismo sino por la cantidad, teniendo en cuenta que otros países de nuestro entorno no han llegado a las dos cifras. Sobre el papel, España es una de las economías que más ha crecido en el último año 2024 como lo afirma la revista The Economist, sin embargo, eso no ha tenido un efecto plausible en los servicios públicos o en la mejora de la calidad de vida de los españoles. Dicho esto, no sé si estamos en condiciones para ir de samaritanos por el mundo teniendo en cuenta que las cifras negativas de nuestro país a nivel social hacen necesario la inversión en la estructura nacional.

Los países no son una ONG, no se puede pretender que salven su mundo y el de los demás. Si Trump ha arrasado en Estados Unidos es por su máxima de renunciar a ser el sheriff global y desistir a ser el hogar de acogida de los migrantes procedentes de México ilegalmente. Actitud implacable que ha propiciado por ejemplo que el 53% de latinos le votaran en las elecciones de noviembre. No podemos caer en la demagogia ni en el egoísmo, sin embargo, es peligroso mostrar frialdad con los propios y clemencia con los de fuera. Antes de prodigar el talante social del Gobierno habría que asegurarse que se atiende las necesidades de los ciudadanos nacionales que lo han perdido todo. Es peligroso y seguramente falso que al Gobierno de España le importe más la arena de Gaza que el barro de Valencia.

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