MURCIA. Hay tantas cosas que un artista puede contar con su trabajo, son tantos los problemas que existen y los estímulos que pueden inspirarnos, que muchas veces a uno se le olvida hablar de sí mismo. Ya sea por un sentimiento de rubor o por miedo, muchos artistas prefieren dirigir su mirada hacía el exterior, en lugar de dentro. En el caso de Fernando Cuevas, artista cerámico de Castellón, nada le frenó a contar con sus propias manos quién es. Para el proyecto final de la EASD, Cuevas decidió mostrar sus múltiples identidades queer. ¿Cómo? Confeccionó hasta cuatro esculturas, todas con una personalidad diferente, a partir de su propio rostro. El ceramista hizo un prototipo en plastilina de su cara, la paso a un molde de escayola y tras ello empezó a reproducir en serie sus facciones. Un ejercicio que nada tiene que ver con el ego, sino con el empoderamiento.
"Quería hablar a través de la cerámica escultórica de la identidad queer y cuando empecé a bocetear pensé, por qué no hacerlo a partir de mi propia identidad", explica el mismo. Queerízate, que es como se llama su proyecto, se plantea así como un trabajo tan íntimo como colectivo. Fernando Cuevas ha querido reflejar los diferentes tipos de masculinidad existentes sin esconder su propia personalidad. "Lo que he intentado es servirme de la cerámica para documentar la complejidad de género y del sexo en nuestra sociedad. Además, la teoría queer es perfecta para ello porque es un término 'paraguas'. No se etiqueta a ninguna persona, no hay identidades esenciales".
En 'La sultana Nefelina', Cuevas decide hacer una crítica al rol masculino dominante situando sobre su cabeza un pelucón enorme. "Homenajeo a una celebridad queer que me he inventado para desmontar esa concepción tan violenta y poco flexible que hay sobre la masculinidad", detalla el escultor. Esta misma intención la traslada a 'Pink me', donde además juega con el estilo kitsch; 'Rutilo Carmel', donde además el artista imagina cómo sería si le invitarán como artista a un cabaret; y 'Queerízate', obra que da nombre a la exposición, y donde el creador parte de la mitología francesa para reinvindicarse.
Además de todo esto, su trabajo quiere servir para crear otros referentes en el arte. "Mi gran inspiración en la cerámica es Grayson Perry. Ganó el premio Turner en 2003, pero de él me quedo con su alter ego travestí", explica Cuevas, quien reconoce que no tiene muchos más referentes dentro de esta corriente artística. Fuera de aquí, son las drag queens de Castellón Modernas de Soca, quienes le motivaron concretamente a hacer este trabajo.
"Hay un problema con la cerámica y es que además de referentes, hacen falta alumnos", advierte el castellonense. "No se entiende que en una sociedad con tanta tradición como la nuestra sea tan complicado vivir de la cerámica artística. Tener tu propio taller supone una inversión alta, por eso lo más viable es asociarte con otros compañeros y seguir trabajando en un espacio compartido. No obstante, la cerámica genera mucho interés en la calle, pero no tanto en los estudios. Y esto en parte sucede porque en otras culturas huele a cerámica desde el plato que te sirven en la mesa. Todo esta salpicado por ella. Aquí su presencia es mínima y es una lástima", advierte Cuevas.
El creador, que apenas acaba de empezar con la cerámica, ha sido seleccionado por la EASD para participar en la muestra de estudiantes de la Bienal Iberoamericana de Diseño. "Me licencié en Comunicación Audiovisual en la era analógica, pero en ese momento tenía muchas inquietudes. He pasado por el diseño gráfico, la pintura al óleo, hasta que me he manchado las manos de barro y es aquí donde me quiero instalar. A veces tienes que hacer un recorrido largo para llegar hasta donde quieres. Admiro quienes lo tienen claro desde un primer momento, pero a mi este camino me ha generado muchas cosas positivas. Por ejemplo, he trabajado en el taller de Pinero en Alcoi", cuenta. El artista forma parte, además, de Materia Colectiva, una asociación de artistas cerámicos que no solo comparte el mismo lugar de trabajo, también el deseo de impulsar y visibilizar a un sector que es más conocido por la construcción que por sus posibilidades artísticas y sociales.
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