MADRID. Los analistas han revisado a la baja los beneficios de las empresas europeas. Mientras que hace unos meses esperaban un crecimiento del beneficio por acción (BPA) de un 16% en 2023, ahora prevén solo un 3%, muy por debajo de la inflación.
Recordemos que, para un volumen de ventas constante, la inflación aumenta sistemáticamente la cifra de negocio en euros. Por tanto, hay que tener en cuenta dicha revisión, dado que los salarios reales están disminuyendo actualmente. Además, una recesión mundial podría acelerar el descenso de los precios de las materias primas en Europa y limitar una caída importante de los beneficios para 2023.
Por otro lado, la debilidad del euro no solo tiene efectos negativos, ya que las empresas que exportan a países que usan el dólar repatriarán sus beneficios y los convertirán en euros: se estima un efecto positivo del tipo de cambio de aproximadamente el 5%. Por tanto, el aumento del BPA del 3% en 2023 es bastante creíble.
En este contexto geopolítico y de tipos de interés, la certidumbre y la resiliencia de los flujos de caja son prioritarias. Aparte de su sensibilidad natural al dólar, creemos que el sector salud ofrece una relación de riesgo y remuneración atractiva, con varios grandes laboratorios europeos, que son capaces de aumentar sus ventas un 4% o 5% en los próximos años y buenos niveles de margen para unas valoraciones bursátiles razonables.
En del sector de la tecnología, el segmento de los servicios de software/tecnología de la información vuelve a resultar atractivo tras la caída de las valoraciones, principalmente porque, según nuestros últimos análisis, el entorno de la demanda parece seguir siendo relativamente sólido. Los proyectos de transformación digital siguen centrando las prioridades estratégicas de las grandes empresas para ganar agilidad y competitividad ante los problemas inflacionistas/logísticos/económicos.
La transición a la nube de los principales operadores de software también les brinda un nivel cada vez mayor de ingresos recurrentes. Por otra parte, seguimos siendo más cautos con los sectores con sólidos requisitos de capital y endeudados cuya capacidad de fijación de precios es limitada, como telecomunicaciones o suministros públicos regulados.
A pesar de las atractivas valoraciones, todavía es demasiado pronto para reconsiderar ciertos segmentos de consumo discrecional o valores industriales, ya que consideramos el ciclo bajista de las expectativas de beneficios aún no está lo suficientemente avanzado.
En conclusión, aunque una asignación de activos no puede reducirse a la valoración, está claro que las acciones europeas siguen haciendo frente a la creciente amenaza de una recesión mundial, provocada por el endurecimiento de las condiciones financieras y la contundencia de los bancos centrales. Aunque ya han descontado un pesimismo considerable, el aumento de los tipos de interés sigue reduciendo las primas de riesgo.
En efecto, la caída de los múltiplos de valoración de las acciones se ha visto compensado con creces por el aumento de los rendimientos reales de los bonos. Además, es probable que la prima de riesgo implícita de la renta variable mundial vuelva a situarse en sus medias a largo plazo con las futuras subidas de tipos previstas por el BCE. En este contexto, parece razonable esperar niveles inferiores a 360 en el Stoxx 600 antes de reposicionarse de forma importante en la renta variable europea.
Laurent Denize es director de inversiones de ODDO BHF AM