MURCIA. Un barco en medio de la Huerta de Murcia sustentado por unas botellas de butano; una cabaña hecha con cañas de la que cuelga un enigmático espejo; una portería de fútbol en un bancal lleno de limones; un poni entre dos vehículos como si la cosa no fuera con él; o un vecino que posa delante de una pared con grafitis en la que se puede leer :'Inteligencia emocional'. Todo esto y mucho más se ha encontrado el fotógrafo murciano Manuel Zamora durante sus incursiones por una huerta que puede presentar escenas surrealistas, donde nada se tira y todo se transforma para componer un paisaje sorprendente hecho de retales.
Es lo que él ha llamado 'La huerta mágica', un viaje por tópicos y arquetipos con la intención de exponer la vida que yace tras lo aparentemente ordinario; la belleza que se oculta detrás de lo que puede parecer cutre a simple vista. Un proyecto que, además, le ha valido ser seleccionado una vez más -y ya van tres- en los Descubrimientos de PHotoEspaña, dándole la oportunidad de mostrar este trabajo ante los principales profesionales y comisarios de sector.
"El ojo del fotógrafo nunca es inocente", asegura Manuel Zamora sobre esta mirada que con cariño, pero también una cierta ironía, ofrece sobre la Huerta de Murcia, en la que no solo muestra un paisaje de limoneros y acequias, sino también las estampas extraordinarias y fascinantes que ofrece y "la manera de ser de quien la habita". Y es que dice el fotógrafo, vecino de Nonduermas, que "los murcianos somos muy trastosos, muy de acumular chismes, como decimos nosotros", que terminan formando parte de escenas de lo más variopintas e interesantes.
Zamora -quien además de fotógrafo trabaja como bombero de Murcia- encuentra una belleza escondida en las escenas que fotografía -"no todo van a ser campos verdes con flores"-, que aborda "no como una denuncia", sino como una manera de representar una forma de vida y de ser de una huerta que está muy ligada a la de la propia ciudad. No es tanto la estética en sí lo que resulta fascinante, indica, sino la flagrante obviedad con la que ésta se exhibe en las imágenes. La performance exagerada de la fealdad se convierte así en un nuevo lenguaje, uno cuya gramática está llena de atractivo.
Destaca, además, el carácter generoso de los huertanos, ya que ninguno de los retratados rehuyó posar para el fotógrafo cuando éste les explicó en que consistía el proyecto que, con medio centenar de imágenes, aún está incompleto. A pesar de eso, una selección del trabajo La Huerta Mágica ya fue seleccionada para la exposición de las obras premiadas y seleccionadas en el XX Premio de Fotografía Universidad de Murcia, realizado en colaboración con La Cámara Roja.
Las fotografías, que Manuel Zamora ha realizado durante incursiones en la huerta tanto andando como en bici, han sido realizadas con una cámara analógica, "con carrete, como antiguamente, porque quería que fuera una trabajo para hacer despacio, sin prisas, tomándome mi tiempo". Con el objetivo de mostrar la vida secreta de esa huerta en la que hay tradición, historias y un sinfín de curiosidades.
La finalidad es que cuando esté acabado pueda exponerse en su totalidad y adopte forma de libro, apunta Manuel Zamora, quien lleva haciendo fotos desde los 14 años, considerándose fotógrafo antes que bombero, trabajo que también le sirvió para uno de sus proyectos anteriores, 10.000 incendio, formado por imágenes del escenario que queda después de un fuego, captadas a lo largo de seis años.