el pasico del aparecido / OPINIÓN

Las cuatro nobles mentirijillas de Yolanda

16/07/2022 - 

CARTAGENA. Sabido es que Buda, tras una larga etapa de meditación, se hizo consciente de las cuatro nobles verdades que rigen el sufrimiento humano. Pues bien, la vicepresidente Yolanda Díaz, tras una no tan larga meditación, ha encontrado sus cuatro nobles, por bienintencionadas, mentirijillas. Las expuso el 8 de junio en el Matadero madrileño.

Primera noble mentirijilla: esto no va de partidos. En congruencia, no exhibió su chapita con la hoz y el martillo, el emblema del Partido Comunista de España (PCE), en el que milita. Pero la gente notó que estaba presente Enrique Santiago, secretario general del PCE. Además, se difundió que había domiciliado su organización, "Sumar", en casa de una hermana de Willy Meyer, un comunista histórico. Se trata del padre de Amanda Meyer, que, recién expulsada por Montero de su puesto en el Ministerio, al día siguiente fue elegida segunda del PCE, solo por detrás de Enrique. Si esto no va de partidos, ¿qué pintaban allí el secretario general y la saga de los Meyer? En pantalones blancos y camisa rosa, todos veían que a Yolanda se le trasparentaba la hoz.

Segunda noble mentirijilla: esto no es un acto electoral; de hecho, quizás no concurriría a las próximas elecciones. Ante tales palabras todo el mundo disimulaba como podía, reprimiendo las sonrisas y las apostillas. Todos sabían que aquello era justamente el primer acto electoral de unas nuevas siglas, Sumar, y todos sabían que la finalidad era reforzar las decaídas perspectivas electorales de la izquierda.

Tercera noble mentirijilla: yo soy una más, pero si me piden que ayude, ayudaré. Más sonrisillas: todos sabían que Yolanda no era una más, sino la candidata principal, designada en su momento por Iglesias, para las próximas elecciones nacionales.

"Quizás Yolanda quiera una cosa distinta, pero llegarán los partidos, que ponen militancia, financiación y organización, e impondrán sus criterios y candidatos: Será eso o la nada"

Cuarta, y más gorda, noble mentirijilla: esto es un movimiento ciudadano, una nueva forma de hacer política. Como sabían los muy veteranos (gentes de más de 70 años, que participaron en la ahora denostada transición a la democracia), no era ninguna nueva forma de hacer política. De hecho, era la cuarta vez que el PCE montaba un movimiento ciudadano, la cuarta nueva forma de hacer política. El primer intento databa de Santiago Carrillo. Hacia 1967, cuando todavía no había nacido casi ninguno de los asistentes, publicó un librito, Nuevos enfoques a problemas de hoy, en el que ya sembró la semilla del discurso de Yolanda. La hoz y el martillo representaban por entonces la alianza de los campesinos con los obreros, las únicas clases revolucionarias para los bolcheviques; sin embargo, empezaban a escasear los campesinos en la Europa occidental de los 70, mientras que las universidades, antaño reservadas a una reducida élite, estaban masificándose a marchas forzadas. 

En la España desarrollista, con ministros tecnócratas del Opus en el Gobierno de Franco, estaba creciendo una abundante clase media al amparo del impulso decidido a la economía que supuso el fin de la autarquía de la posguerra. Entonces, Carrillo, hombre avisado, se apuntó de inmediato a la idea de que estaba ocurriendo una "revolución científico-técnica", y que era necesario incorporar a los jóvenes profesionales a luchar por democracia (adiós a la dictadura del proletariado). Ya no bastaba con unos pocos intelectuales comprometidos, sino que había que fichar a las legiones de médicos, maestros, abogados e ingenieros que salían de las universidades. Había nacido la "Alianza de las Fuerzas del Trabajo y la Cultura", artífices de un "Pacto por la Libertad". Y, nadie se sorprenda, aquello no era un partido sino, ¿cómo lo habéis adivinado?, un movimiento ciudadano, capitaneado, eso sí, por el PCE de Carrillo. Aunque aquel planteamiento dio bastante juego, dicho movimiento ciudadano no presentó ninguna candidatura propia llegadas las primeras elecciones democráticas, cosa que hizo, como era natural, el PCE. Todo quedó en que, de los 21 diputados, 3 o 4 se correspondían con el ingrediente "Fuerzas de la Cultura" del antiguo pacto ciudadano. El resto eran históricos cuadros comunistas, la mayoría de los cuales había participado en la Guerra Civil. Así acabó el primer intento.

La historia se repitió en 1986. Por aquel entonces el Partido Comunista de Andalucía (PCA) contaba con 8 diputados en el Parlamento Andaluz. Como la cosecha del 82 había sido escasa, hubo que idear algo más atractivo para el electorado. Y así fue como Julio Anguita, con carné del PCA, se puso al frente de la Convocatoria por Andalucía (CA). ¿A que no sabéis qué era? Pues sí, un movimiento ciudadano, que no un partido político. Y, en efecto, se trataba de escuchar a las gentes con inquietudes políticas, invitándolas a participar. Esas eran las palabras clave: movimiento, escuchar, participar. Más hete aquí que Gerardo Iglesias, a la sazón secretario general del PCE, trabó por las mismas fechas una coalición de partidos, a la que llamó Izquierda Unida (IU). De inmediato, CA se trasformó en IU-CA, una coalición que sacó 20 diputados en Andalucía, la mayoría de ellos comunistas. De nuevo, el movimiento se había plasmado en una lista electoral, la de IU, hegemonizada por los comunistas.

Y la historia se repitió en 2015. Se llenó la Plaza del Sol de jóvenes impugnadores, cuya principal reivindicación era aumentar el gasto público para poder llegar a ser, como muchos de sus progenitores, empleados del Estado. Al grito de "no nos representan", los más avispados decidieron escindirse de IU para formar, ya lo imagináis, un nuevo movimiento ciudadano: Podemos. Estaba Anguita pergeñando su segundo propio movimiento, el Frente Cívico, cuando Iglesias y Monedero le hablaron del suyo. Hubo acuerdo y pronto nacieron los círculos de Podemos, cuyas principales funciones, no os riais, eran escuchar a las bases y que participasen. Después todo se concretó en unas listas electorales copadas por los dirigentes de Podemos y, un poco más tarde, pactaron una nueva coalición, con IU, llamada Unidas Podemos (UP).

Y así llegamos al cuarto movimiento ciudadano, el Sumar de Yolanda (cuarto y medio si contamos el incipiente Frente Cívico de Anguita y nos olvidamos del Frente Amplio de Felipe Alcaraz). Insistía ella en que aquello no iba de "siglas, ni de partidos, sino de gentes". Sin embargo, todas las siglas de la izquierda radical estaban presentes en el Matadero, encarnadas en figuras no por menos conocidas menos militantes. No estaban las primeras espadas, pero abundaban los banderilleros. Todos sabían que aquello iba de siglas. No solo de siglas, pero también de siglas.

Pronostica el Aparecido que Sumar desembocará en una gran coalición del PCE, origen de todo, con IU, Podemos, Más País, los Comunes y Compromiso, junto con algunas incorporaciones nuevas sin militancia concreta. Será eso o un gran fracaso. Quizás quiera Yolanda una cosa distinta, pero llegarán los partidos, que ponen militancia, financiación y organización, e impondrán sus criterios y candidatos, como en las tres ocasiones anteriores. Será eso o la nada. La ministra Belarra, que no fue al Matadero, no se molestó en comentarlo al día siguiente; el profesor Monedero, que sí estaba, lo comentó ampliamente en Público. Llevaba razón.

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

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