MURCIA. En la actualidad la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) se ha convertido en un factor fundamental de la gestión empresarial. Las empresas, desde hace ya más de una década, han comenzado a reconocer que sus acciones no solo deben maximizar sus beneficios, sino que también deben contribuir al desarrollo de la sociedad y el medio ambiente. En este contexto, uno de los aspectos que menos atención ha recibido, aunque igualmente importante para la RSC, es la relación entre los jefes y sus colaboradores. Pues la calidad de la gestión y el liderazgo en una organización tiene un impacto profundo en sus empleados, ya que un mal jefe o jefa puede ser una fuente constante de desmotivación y estrés para todos los que trabajan en la compañía. La falta de apoyo, la comunicación deficiente y la ausencia de reconocimiento influyen negativamente en la moral de los trabajadores. Cuando los empleados se sienten desmotivados y estresados, su productividad y satisfacción en el trabajo disminuyen. Esto no solo afecta su bienestar individual, sino que también tiene importantes implicaciones para toda la organización.
Recientemente, el Estudio de Tendencias en Recursos Humanos 2023, elaborado por Sodexo, refleja que el 58% de los empleados españoles consideran que tienen un mal jefe, y también que el 59% de los mismos consideran que un cambio de líder o de estilo de liderazgo puede ser uno de los factores claves para seguir perteneciendo a su empresa actual. Estos datos vienen a reflejar que los malos jefes impiden el crecimiento y desarrollo profesional de sus empleados. Si un jefe o jefa no brinda orientación, retroalimentación constructiva o la oportunidad de asumir responsabilidades adicionales, sus colaboradores se quedan estancados en sus respectivas carreras profesionales y cuando los empleados no están satisfechos con sus jefes, es más probable que busquen oportunidades en otras empresas.
Asimismo, también tienen un impacto negativo en la productividad y la rentabilidad de la empresa. La falta de un buen liderazgo conlleva la falta de alineación eficiente en los equipos, la falta de dirección y la baja moral, todo lo cual afecta directamente a la productividad. A medio y largo plazo, una empresa con malos jefes experimenta una disminución en su rentabilidad debido a costes adicionales asociados con la rotación de personal. De la misma forma, tener este tipo de malos directivos, tiene un impacto negativo y directo en la reputación de la empresa. Cuando los empleados comparten experiencias negativas relacionadas con sus jefes, esto daña gravemente la percepción pública de la empresa. Además, las redes sociales y otras plataformas en línea amplifican dichas voces, lo que hace que el efecto sobre la reputación de la empresa sea mayor.
Desde una perspectiva de RSC, las empresas tienen la responsabilidad de proporcionar un entorno de trabajo que promueva la salud mental y emocional de sus empleados, facilitándole un buen ambiente laboral y un desarrollo profesional. Para ello, deben de promover la ética, la moral y la integridad en sus operaciones, no solo por el bienestar de sus empleados, sino también por su impacto en la sociedad en su conjunto. La RSC no es solo una cuestión de cumplimiento normativo, sino una oportunidad para crear una cultura empresarial que refleje los valores que queremos promover en la empresa. Para ello, la RSC nos invita a reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos y a asumir una actitud de cambio, ya que no se trata solamente de hacer donaciones a organizaciones benéficas o reducir la huella de carbono. También involucra la gestión ética de las personas dentro de la organización. Los malos jefes que causan desmotivación y estrés no cumplen con esta responsabilidad y contribuyen a un entorno laboral poco saludable y ético. Por lo tanto, podemos concluir diciendo que por el bien de las empresas y de sus empleados: ¡Fuera los malos jefes de las organizaciones!