MADRID. Las empresas europeas de bienes de consumo se enfrentan a pequeñas y leves consecuencias a corto plazo a causa del creciente boicot a Rusia, las sanciones y la guerra en Ucrania. Estas consecuencias se ven limitadas dada la exposición mayoritariamente reducida al mercado ruso. Sin embargo, las circunstancias rápidamente cambiantes de la crisis relacionada con la invasión de Ucrania por parte de Rusia hacen difícil valorar el impacto a largo plazo en el sector por la crisis económica rusa, la interrupción de las cadenas de suministro y los efectos indirectos sobre la confianza de los consumidores y el gasto de los hogares en Europa y el resto del mundo.
Rusia tiene un mercado aparentemente atractivo para los bienes de consumo, teniendo en cuenta su gran población de 144 millones de habitantes, de ahí el interés de las empresas occidentales incluso en los tiempos de la URSS. Sin embargo, para los grupos de bienes de consumo occidentales con grado de inversión, para los que el país ha sido durante mucho tiempo un mercado objetivo, Rusia sigue representando sólo un pequeño porcentaje de sus ventas globales. Esto garantiza que las implicaciones crediticias directas de la crisis actual sean manejables, al menos, de momento.
Una de las razones es que el mercado ruso no ha estado a la altura de su potencial. Según los últimos datos de la OCDE, el gasto de los hogares en Rusia es ligeramente inferior al de Alemania y moderadamente superior al de Francia, Italia y Reino Unido, a pesar de que tiene aproximadamente el doble de población. Además, la renta en Rusia está distribuida de forma desigual. Desde principios de la década de 1990, la riqueza nacional neta que se reparte el 10% más rico del país ha aumentado un 70%, dejando su renta media anual (paridad de poder adquisitivo) en 104.600 euros, frente a los 7.700 euros del 50% más pobre, según el Informe Mundial sobre la Desigualdad 2022.
Una lista cada vez mayor de empresas extranjeras de bienes de consumo duradero, incluidos los proveedores de artículos de lujo, están paralizado sus actividades en Rusia. Esto ha supuesto, desde el cierre de tiendas hasta la interrupción de las entregas debido a la creciente presión política. En el caso de los proveedores de bienes de consumo no duraderos, no se ha producido hasta ahora ninguna salida a gran escala.
Para los proveedores de bienes de consumo no discrecional, los riesgos son relativamente bajos, relacionados más bien con la presión política para salir del mercado ruso, los retos de la cadena de suministro en caso de que se mantengan y la perspectiva de una dramática caída de la confianza de los consumidores y del gasto de los hogares en Rusia, ya que el valor del rublo se ha desplomado a causa de las sanciones.
Por el momento, son los proveedores de productos de marca del mercado minorista -Inditex, Apple, Adidas, H&M, IKEA, Nike o Puma, entre otros- han liderado la suspensión de operaciones, patrocinios o vínculos comerciales en Rusia por consideraciones de marca y gobernanza (ESG). Las empresas francesas de artículos de lujo también han seguido su ejemplo. Hermès ha cerrado sus tres tiendas en Moscú.
La contribución de Rusia a los ingresos globales de los proveedores de bienes no duraderos suele ser de un dígito medio o bajo para los grupos de alimentos y bebidas diversificados, como Danone, Nestlé o Unilever. El porcentaje es mayor en el caso de los proveedores especializados, como la cervecera danesa Carlsberg, que ronda el 15%. Incluso en el caso de Carlsberg, la naturaleza de la fabricación de cerveza garantiza que la base de activos sea local: cadena de suministro, producción dirigida a los consumidores locales. Los márgenes también son menores. Estimamos que alrededor del 10% del EBITDA del grupo está en riesgo, algo totalmente manejable ya que el flujo de caja y el balance del grupo son fuertes, y la dirección puede ajustar la recompra de acciones para compensar la posible pérdida de beneficios.
La francesa Danone se encuentra en una situación similar. La empresa explota el mayor negocio lácteo de Rusia con activos locales, incluida la marca líder local Prostokvashino. Danone ha cerrado una de sus dos plantas de producción láctea en Ucrania y está frenando nuevas inversiones. Empresas como Carlsberg y Danone, con importantes negocios sobre el terreno en los dos países, están expuestas alaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa riesgo de un modesto deterioro de sus activos.
El riesgo potencial más importante a largo plazo para el sector de bienes de consumo es que la guerra en Ucrania acabe minando la confianza y el gasto de los consumidores en el resto de Europa a través de una mayor incertidumbre política, una mayor inflación y un menor crecimiento del PIB.
Barna Gáspár es director asociado de rating corporativo de Scope Ratings