MURCIA. Hay políticos que en campaña se ponen en "modo culto" —para eso pagan equipos— y aluden a su admiración por el hijo o la hija ilustre del lugar o por su devoción a la santa patrona. Se trata —piensan ellos— de que sus habitantes se sientan importantes.
"Entiendo que a la aspirante a lideresa del PP le guste esta reina, a mí también, pero la Historia está escrita y no es como ella la cuenta"
Estos días en Castilla y León, que están en campaña electoral, se ha dado una situación surrealista. La presidenta de la Comunidad de Madrid, con menos saber que ignorancia, decidió contarle a los propios leoneses la grandeza de doña Urraca. Hasta ahí pretencioso pero bien, porque Urraca I de León fue una reina para admirarla: por cómo defendió sus derechos, por su valentía en un mundo de hombres, porque reinó casi treinta años, porque no renunció jamás al "regina"... Pero la presidenta madrileña, aprovechando que la escuchaba la plana mayor del partido, decidió contar la historia arrimando el ascua a su sardina —Castilla— y ahí la pifió y mosqueó a los leoneses.
Doña Urraca, que era reina por derecho propio, solía decir "El rey soy yo", algo que a su segundo marido Alfonso el Batallador le irritaba tremendamente (las crónicas recogen muchas de sus quejas y críticas) y siempre firmó como Urraca I "Regina de León, Galicia y Castilla y el condado de Portugal", porque eso abarcaba su reino. Otras veces, cuando se venía arriba, rubricaba nada menos que "Ego Urraka imperator Legionis, Dei nutu totis Yspanie Regina".
Entiendo que a la aspirante a lideresa del PP le guste esta reina, a mí también, pero la Historia está escrita y no es como ella la cuenta.
La presidenta de Madrid soltó, justo en León, que "cuando se habla de democracias hay que decir que fue aquí, en Castilla, donde empezó cuando éramos reino de León", y se quedó tan a gusto. Pero, osada como es, siguió desbarrando: "Eso que hablan ahora del empoderamiento de la mujer, que parece que ha inventado la izquierda española, nació en Castilla también". Otro disparate, porque la cuestión del derecho dinástico de las mujeres venía de lejos. Urraca no fue una excepción o una casualidad; en León, a diferencia del resto de reinos medievales, la estirpe la transmitían las reinas en igualdad de condiciones. Las reinas y las infantas leonesas tenían voz y mando y lo ejercían. De hecho, algunos historiadores opinan que Isabel la Católica no habría existido si no hubieran existido antes Urraca, Sancha o Elvira.
Eso sí, la presidenta madrileña acertó en que fue una mujer indómita, valiente y al menos ese día la puso en la Historia que tan injustamente la ha invisibilizado por ser mujer.
Quién le iba a decir a doña Urraca la Temeraria que iba a tener semejante candidata a presidir su club de fans.
Rosa Peñalver Pérez.
Docente. Jubilada.