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La soledad de William

14/02/2020 - 

CARTAGENA. Tras la caída ante la Ponferradina en el playoff de ascenso, Paco Belmonte y su equipo acometieron una renovación profunda en la plantilla del Cartagena. Entendían en la dirección del equipo albinegro que era un fin de ciclo y para la nueva etapa se necesitaba un impulso. Llegaron Manu Viana, Quim Araujo y se logró la permanencia de Santi Jara y Elady. Pocos esperaban que ante tantos recursos en ataque irrumpiera desde abajo un sub-23 como William de Camargo, que con el número 30 a la espalda se ha convertido en la gran revelación del Cartagena, sumido ahora mismo en una crisis de juego y resultados que ha levantado las primeras alarmas en el equipo albinegro.

Los albinegros han logrado una sola victoria en los últimos cinco partidos, logrando 8 de los 18 puntos en juego desde que Borja Jiménez se sentó en el banquillo del Cartagena. Sucede además un hecho significativo que deja clara la incapacidad de dominar los partidos del hasta hace no mucho férreo líder del grupo IV de la Segunda División: en las últimas cinco jornadas, ha acumulado 60 minutos con un jugador más sobre el césped, en los que solo ha sido capaz de hacer un gol.

El extremo brasileño se ha convertido en el clavo al que se agarra el equipo. Cada acción del ‘30’ albinegro añade vértigo a un equipo excesivamente retórico con la pelota, falto de inspiración, perdido en un sistema en el que no terminan de sentirse cómodos los jugadores, prueba tras prueba mientras avanza el calendario y la tensión empieza a agarrotar los músculos. El brasileño, participante en 16 de los 24 partidos de liga, acumula 959 minutos, siendo el noveno jugador más utilizado de la plantilla. Con tres goles es, junto a Santi Jara y Jovanovic, el tercer máximo goleador de la plantilla por detrás de Elady (7) y Caballero (5).

Su presencia en el once en las últimas jornadas ha supuesto un soplo de aire fresco. Solo William ofrece soluciones en un equipo que, tras el empate ante el Cádiz B, ha agudizado la sensación de que ha entrado en bucle, confundido en la pizarra y en el verde, tiritando en defensa y romo en ataque, solo sostenido por el brasileño, participante en los tres últimos goles del Cartagena (anotó dos y provocó un penalti). El nuevo dibujo, sin la figura del mediapunta en el 4-3-3 usado en las últimas jornadas, ha despojado de socios al brasileño, con Quim Araújo en la grada y Elady perdido entre los centrales. Su regate, en corto y en carrera, pierde veneno si el equipo no acompaña. A sus 21 años, ha asumido un peso que no corresponde con el rol que venía a desempeñar.

La presencia de tres pivotes, lejos de fortalecer al equipo, lo ha desnudado. No logra el Efesé tejer un juego asociativo, apenas hay líneas de pase claras, lo que ralentiza el juego del equipo, se abusa del pase de seguridad y se precipitan acciones como la del pasado domingo en Cádiz, en la que un mal despeje de Andújar provocó el 1-0 de los gaditanos, que se dedicaron a esperar en su campo bien pertrechados atrás ante un rival que apenas les creó peligro, inocuo con el esférico. Sólo cogía peligro la jugada cuando llegaba a los pies del brasileño, sin más socios en su radar con los que combinar. Han perdido peso jugadores como Cordero o Santi Jara, capaces de dotar de más orden al equipo, y un dinamismo del que ahora carece el cuadro albinegro.

Insiste Borja Jiménez en esa idea de poblar el centro del campo, sacrificando al mediapunta  sin una referencia en ataque. Sucede que el equipo no ocupa bien los espacios, se desordena con facilidad, se hace previsible y facilita la defensa del rival. Sin una gran producción ofensiva en la que esconderse el mal juego, la afición se agarra a William a la espera de que el equipo reconecte con su versión de noviembre. Mientras, William seguirá peleando en soledad.

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