MURCIA. Se avecinan unos días en los que en todo el mundo se celebrará, de una forma o de otra, la Pasión y Muerte de Jesucristo. En otro artículo trataremos al Jesucristo histórico pero en el escrito que tienes delante queremos presentarte uno de los símbolos cristianos más característicos y representativos de estos próximos días: la Corona de Espinas. Siguiendo en la línea de anteriores investigaciones, en esta ocasión nos centramos en la reliquia de la Santa Espina o, lo que es lo mismo, en pequeños fragmentos del casco de espino que rodeó la cabeza del Redentor una vez finalizado el castigo del flagelo, en espera de su puesta a disposición del pueblo judío.
A lo largo del presente texto podremos realizar un breve sondeo por los lugares en los que, según la tradición popular, existen elementos que pueden ser relacionados con la propia corona de espinas o, al menos, con parte de ella.
Del mismo modo hemos de ser conscientes de que no estamos hablando de verdaderas reliquias del objeto místico, al que desde hace siglos se le asocian poderes que van más allá de la comprensión humana, del mismo modo que sucede con la Lanza de Longinos, por ejemplo. En este sentido, si juntásemos todos los fragmentos que son atribuidos a la Santa Espina, podríamos reconstruir unas 10 o 12 coronas de espino, como mínimo.
Lo primero que hemos de tener en cuenta es que no estamos delante de una 'corona' de espinas al uso, tal y como la entendemos, sino de un casco que cubriría toda la cabeza del reo. Es uno de los castigos más característicos del siglo I d.C. entre las legiones romanas y entre los soldados. Consistía en 'coronar' a un prisionero como rey al finalizar las Saturnalias para ridiculizarlo, humillarlo y, posteriormente, asesinarlo.
La iconografía de la corona de espinas es muy rica y variada a lo largo de la historia del hombre y del cristianismo. Ilustradora del sufrimiento y la humillación que tuvo que soportar el Hijo de Dios es muy posible que nadie o casi nadie se haya percatado de que, en la mayoría de las representaciones, la corona de espinas no aparezca en forma de casco de espino sino de corona de laurel, que es como casi todo el mundo la relaciona en la actualidad. El motivo y la explicación es bastante claro: la corona tipo laurel es el símbolo de la victoria. Es el elemento con el que se coronaba a los olímpicos en las victorias de las antiguas olimpiadas y por lo tanto, es el elemento idóneo con el que coronar al ser que va a vencer a lo único que en este mundo no podemos vencer: la muerte.
En este sentido se conjugan con este símbolo dos mensajes claramente diferenciados y antagónicos, pero que a la vez nos muestran el glorioso final de la historia que estamos presenciando, el cual no es otro que la muerte y humillación del Hijo de Dios por un lado, pero la victoria de éste mismo sobre La Muerte.
Con el paso de los siglos y de los milenios, el casco de espino fue desgranado y dividido en miles de diminutos fragmentos esparcidos por toda la Cristiandad. Como hemos indicado al inicio del artículo, vamos a conocer algunos de ellos.
Mencionada por peregrinos en el siglo V en las inmediaciones de Jerusalén, la corona fue llevada a Constantinopla en el siglo X y posteriormente esparcida por todo el mundo.
Situada en la ciudad de París, se trata de una construcción de origen gótico que se construyó con la intención de custodiar las reliquias de del rey San Luis de Francia. Debido a ello es considerada por muchos estudiosos como una gran reliquia en sí misma.
La reliquia de santa espina aparece encerrada en un relicario en forma de corona tubular de oro. En muy contadas ocasiones es expuesta al público y aparece custodiada en el interior de la iglesia. Hace poco, en el año 2015, estuvo tres días abierta al público con motivo del 800 aniversario del nacimiento del rey Luis IX de Francia; o en 1939, en la conmemoración de los 700 años de la llegada de la reliquia a Francia.
Según la tradición fue en el año 1075 cuando se produce, tras largas jornadas de ayuno en tiempos de cuaresma, la apertura del Arca Santa por parte de Alfonso VI y la posterior ratificación en presencia de seis obispos de reliquias relacionadas con Jesucristo y que estaban ocultadas en la iglesia de El Salvador con el propósito de protegerlas de hurtos y robos. Estas reliquias fueron transportadas por fieles cristianos en distintos momentos desde el siglo VIII d.C. debido a las incursiones musulmanas en la península ibérica, sobre todo, tras la batalla de Guadalete en la que el ejército cristiano fue derrotado (año 711).
Entre las reliquias, se ha encontrado las siguientes en la citada Arca (Fuente: Francisco José Borge Cordovilla).
Veterotestamentarias | Huesos de los Profetas. |
Cristológicas | De la santa cruz, de la sangre, del pan de la cena, de la piedra del sepulcro, de la tierra santa, de la túnica repartida en suertes, del sudario. |
Marianas | De los vestidos de la Virgen, de la leche de la Virgen. |
Apostólicas | De san Pedro, san Pablo, santo Tomás, san Esteban, Santiago el menor, san Andrés, san Juan, san Bartolomé. |
De santos y mártires | De san Juan Bautista, de María Magdalena, santos Justo y Pastor, santos Adriano y Natalia, san Mamés, santa Julia, santos Verísimo y Máximo, san Germano, san Baudilio, san Pantaleón, san Cipriano, santa Eulalia, san Sebastián, san Cucufate, del palio de san Sulpicio, de santa Ágata, santos Emeterio y Celedonio, san Romano, san Fructuoso, santos Augurio y Eulogio, san Víctor, san Lorenzo, santos Justo y Rufina, santos Servando y Germano, san Liberio, santos Máximo y Julia, santos Cosme y Damián, santos Sergio y Baco, san Esteban Papa, san Cristobal, vestido de san Tirso, san Julián Pomerio (obispo de Toledo), san Félix, san Pedro exorcista, santa Eugenia, san Martín, santos Facundo y Primitivo, san Vicente levita, san Fausto, san Juan, santa Inés, santos Simplicio, Faustino y Beatríz, santa Eulalia (de Barcino), santos Emiliano y Jeremías, san Rogelio, san Siervo, santa Pomposa, y otros muchos (fuera del arca) |
A Sevilla, y según textos conservados, la reliquia de la Santa Espina llegó mediante una sucesión de donaciones privadas de hermanos que a su vez la consiguieron mediante donaciones de bienes (emperatriz Doña María la dona al cardenal Rodrigo de Castro y éste a la Catedral). El año lo podemos situar a finales del siglo XVI, en donde con la reliquia de la espina entró a formar parte del patrimonio eclesiástico un conjunto de otras reliquias de diferentes santos (San Bartolomé, San Blas, San Lorenzo, etc)
Cobra más protagonismo si cabe en este año 2024 que se celebra Año Jubilar en Caravaca. Es en el Monasterio de la Encarnación el lugar donde nos vamos a detener.
El Real Monasterio de Nuestra Señora de la Encarnación es de titularidad de las Monjas Clarisas y se encuentra en el casco histórico de la ciudad de Mula. Los orígenes del convento son del siglo XVII en donde la iglesia y el monasterio sustituyen a una antigua ermita consagrada a Nuestra Señora de los Olmos (siglo XVI). Fue Fray Pedro Botía quien establece una comunidad clarisa en 1680.
La Santa Espina estaba, por lo visto, entre las paredes del propio monasterio, escondida y emparada, para evitar su robo o incluso su destrucción durante la guerra civil española. Cuando en el año 1939 vuelven a las instalaciones del monasterio, casi todo derruido, las monjas clarisas guardaron el secreto de que entre las paredes se encontraba la reliquia de la Santa Espina, por motivos de seguridad, tanto para ellas como para la propia reliquia.
Fue desenterrada cuando la situación política estuvo propicia para ello, en el último cuarto del siglo XX.
* Santi García es responsables de Rutas Misteriosas y autor del libro 'Murcia Sobrenatural'