CARTAGENA. El Fútbol Club Cartagena es quinto en LaLiga SmartBank y, por lo tanto, está en puesto de play off de ascenso a LaLiga Santander. Esto es, patrocinios al margen, que los blanquinegros están en disposición de pasar de Segunda a Primera División, palabras mayores. Una situación así no se da para el fútbol regional desde hace siete años, cuatro meses y cinco días con el Real Murcia y en el caso del Efesé, los blanquinegros vuelven a aparecer en la zona noble de la categoría de plata diez años, siete meses y dieciocho días después.
La undécima jornada del campeonato ha sido más que satisfactoria para el equipo entrenado por Luis Carrión. Su victoria por 1-0 frente a un Sporting de Gijón que llegaba líder al estadio Cartagonova -este triunfo se enlaza con los logrados en el campo de la Sociedad Deportiva Amorebieta (2-3) y en casa frente a la Unión Deportiva Ibiza (5-1)- le permite llegar a 18 puntos sumados y un bagaje de seis partidos ganados y cinco perdidos con 16 goles marcados y uno más, 17, encajados.
Su última victoria y otros resultados que han jugado a su favor han hecho que el Cartagena haya adelantado tres puestos dejando atrás a la Unión Deportiva Las Palmas, al Club Deportivo Tenerife y al Real Valladolid.
La consecuencia de ello es que el Efesé aparece hoy quinto, con los mismos puntos que la Sociedad Deportiva Ponferradina, cuarto; uno menos que la Unión Deportiva Almería, tercero; y tres menos que los dos conjuntos que están en lo alto de la tabla, una Sociedad Deportiva Éibar a la que visita este viernes y el Sporting al que acaba de derrotar.
Así pues, la competición, de la que han transcurrido 11 de las 42 jornadas programadas en su fase regular, mantiene al Cartagena a sólo tres puntos del ascenso directo y, lo que es más importante a estas alturas del curso, ya ocho por encima de los puestos de descenso a la Primera RFEF Footters. Conviene no olvidar que el primer objetivo era, es y seguirá siendo, al menos por un tiempo, mantener la categoría por segundo año consecutivo.
En todo caso, de ilusión también se vive y ese es seguramente el término que mejor define el sentimiento que actualmente inunda al cartagenerismo que tanto ha sufrido durante los últimos años.
Hay que remontarse una década atrás para ver al cuadro blanquinegro en una situación similar. Fue el 3 de abril de 2011, tras la trigésimo segunda jornada de la entonces llamada Liga 1/2/3, cuando el conjunto que entrenaba Juan Ignacio Martínez ocupaba la séptima posición con 48 puntos sumados hasta ese momento en un campeonato en el que tenía por delante al Barça B -cuarto-, que no computaba en la pelea por el ascenso dada su condición de filial teniendo a su primer equipo en la máxima categoría.
El globo se desinfló y el equipo de JIM, con sólo ocho puntos logrados de los 30 últimos que se pusieron en juego, acabó decimotercero con 56, a 10 del objetivo de un play off de ascenso recién instaurado y que disputaron el Elche Club de Fútbol, el Granada Club de Fútbol, el Celta de Vigo y el Valladolid. De entre ellos fue el conjunto granadino el que dio el salto y se sumó al Real Betis y al Rayo Vallecano, que subieron directamente como primer y segundo clasificado.
Han pasado exactamente diez años, siete meses y dieciocho días para el Cartagena sin estar en el lugar que ahora ocupa y, aunque quedan muchas jornadas por delante, la ilusión en la ciudad portuaria es más que comprensible por llegar a la élite del fútbol español, la cual hasta el momento tan sólo ha pisado un club de la Región, el Real Murcia.
Precisamente el conjunto de la capital del Segura fue el último en verse en una pelea por el ascenso a Primera. Sucedió en junio de 2014 cuando disputó la fase por subir enfrentándose al Córdoba Club de Fútbol, frente al que empató a cero a domicilio el día 11 de ese mes y de ese año para luego, cuatro días después, caer por 1-2 en casa y ver así esfumarse sus opciones de llegar a la élite.
De aquello hace siete años, cuatro meses y cinco días, que han sido de penurias para un Murcia que actualmente milita en la Segunda RFEF, cuarta categoría nacional, desde la que asiste al esplendor de su histórico rival tratando, como no puede ser de otra manera, de solucionar sus propios problemas y con la esperanza de que su oportunidad llegará en el futuro.