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crónicas de una región misteriosa

La maldición del Teatro Romea

11/12/2022 - 

MURCIA. Seguro que si has visitado la ciudad de Murcia te has paseado por uno de los lugares más emblemáticos de la misma como es la Plaza del Romea, en donde se ubica su teatro homónimo; y seguro que a lo largo de tu vida has entrado a disfrutar de alguno de los espectáculos teatrales que con tanto éxito allí se desarrollan. En mi caso, por ejemplo, todos los años disfruto por el Día de Difuntos de Julio Navarro y la Compañía Cecilio Pineda de la gran obra de José Zorrilla Don Juan Tenorio. 

Lo que es posible que desconozcas es que entre los asientos de este gran teatro existe uno en concreto tapizado en negro y que jamás es ocupado por ningún espectador y, de hecho, siempre se deja un asiento sin vender para evitar que la profecía que se cierne sobre el Teatro Romea pueda hacerse realidad. Se cumplen, tal día como el 10 de diciembre, 123 años desde que el Teatro ardió por última vez.

El Origen de la Maldición

Los terrenos en donde se asienta el teatro son cuanto menos llamativos, pues a poco que profundicemos en su historia descubriremos un pasado islámico sobre el que se asentaban los restos de un convento dominico. En 1984 y con motivo de unas obras para la adecuación de la Plaza se descubren los restos de la muralla islámica que delimitaba por la zona la ciudad, hoy bajo en enlosado actua; se escuchan voces hablando de la posibilidad de hacerla visible en un futuro. Por su parte, a mediados del siglo XIX y a consecuencia de la Desamortización de Mendizábal, con la que parte de los edificios eclesiásticos pasan a engrosar el patrimonio del Estado, se decide construir en unos terrenos ocupados por la Orden Dominica -hoy iglesia de Santo Domingo- un teatro: el primigenio Teatro Toro proyectado por los arquitectos Carlos Mancha y Diego Molina. La tradición popular habla de una maldición en clave de leyenda, por la cual fue un monje dominico quien embrujó este lugar, desde la que hoy es la Capilla del Rosario, en un acto de venganza por el desagravio cometido contra la orden religiosa.

La Maldición

El sortilegio lanzado sobre estos terrenos hablaba de que estarían malditos y atraerían desgracias hasta que se produjeran tres grandes catástrofes, tres grandes incendios que se producirían con el teatro lleno de gente, aunque nunca se habló de fechas concretas; del mismo modo, se decía que la primera catástrofe sería una advertencia y que no habría muertos. La segunda, por contra habría un muerto; mientras que el tercer y último incendio sería el colapso del edifico, reduciéndolo a cenizas y muriendo todas las personas que estuvieran en su interior.

Creamos en este tipo de leyendas o no, lo cierto y verdad es que ya se han producido dos incendios a lo largo de la historia del edificio: el 8 de febrero de 1877 y el 10 de diciembre de 1899 los cuales reproducen como si de un guion teatral se tratase a la perfección los hechos relatados en la leyenda. En el primer incendio y según el diario La Paz de Murcia, las causas del siniestro fueron unas bengalas mal apagadas de la función del dramaturgo murciano Ricardo Sánchez Madrigal.

El segundo, por su parte, en una noche lluviosa que ayudó a que el teatro estuviera a reventar de gente, se produce la coincidencia de que la obra que se estaba representando el era Jugar con Fuego. En el preludio del tercer acto de la obra El Anillo de Hierro y debido a la combustión de una mantas producidas por el mal estado del tendido eléctrico del escenario, se generó un incendio que pudo haber acabado con la vida de cientos de personas de no ser porque el Maestro Mirete coordinó las labores de desalojo del edificio. El incendio fue tan grande que la fachada de la Catedral de Murcia estuvo iluminada durante varias horas.

Una tercera Catástrofe

Mucho se habla de los incendios pero ¿y si la maldición se refiere a catástrofes en general? De ser así ya los tres incidentes se habrían producido. Corrían las 8.30 horas de la mañana del miércoles 13 de abril de 1910 y, sin motivo aparente, el techo del teatro se desplomó sin causar daños personales, aunque el lienzo que decoraba el techo de los maestros pintores Latorre y Medina Vera tuvo que ser restaurado, costando 15.000 pesetas. En estas obras se aprovechó para restaurar algunos retratos y mejorar las infraestructuras del edifico, como la instalación de bocas de agua para incendios.

Debido a estas circunstancias tan extrañas, la tradición popular las relacionó con las palabras promulgadas por monje dominico y el temor de que el teatro sea pasto de las llamas ha llegado hasta nuestros días. Por supuesto estamos hablando de historias sin una base científica y que sólo toman forma en el acervo popular de las gentes, pero la próxima vez que vayas a disfrutar de una obra en el Teatro Romea intenta sentarte cerca de la butaca negra y evita que nadie se siente allí, no vaya a ser que la maldición que recae sobre el edificio llegue, al fin, a convertirse en realidad.

* Santi García es responsable de 'Rutas Misteriosas' y autor del libro 'Murcia, Región Sobrenatural

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