el pasico del aparecido / OPINIÓN

La mala suerte de la consejera Valle

6/08/2022 - 

CARTAGENA. La consejera Valle Miguélez ha tenido mala suerte con su director general de Universidades, el canario Christian de la Fe. Porque ya es mala suerte que el expediente para autorizar los estudios de Veterinaria de la Universidad Católica de Murcia (UCAM) cayese en manos de un tipo como él. Un tipo que, licenciado y doctor en Veterinaria, logró por oposición un puesto de profesor en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia (UM). Todavía peor, un tipo que conoce sobradamente la triple regulación, autonómica, española y europea, aplicable al título de Veterinaria. Y, pésima suerte, un tipo que pretendía aplicar dicha regulación al caso de la UCAM con todas las garantías. Si a un tipo así le viene una consejera con prisas, y un poco laxa en eso de las normativas, el choque está asegurado. Y choque hubo. Y la consecuencia fue que Christian dimitió. Por un lado, esa es la ventaja de no depender de los cargos políticos para ganarse la vida. Por el otro lado, ese es el riesgo de nombrar colaboradores a tipos que anteponen los principios al afán de prosperar políticamente, legítimo, si lo hubiese, pero no prioritario.

"el sistema universitario español ha optado por el modelo de oferta, originando una legión de titulados en riesgo de subempleo"

Los datos son conocidos en el mundillo universitario. En el pasado septiembre la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación (ANECA) emitió un informe favorable al Plan de Estudios de Veterinaria de la UCAM. No obstante, deslizó una frasecilla poniendo en duda la oportunidad de implantarlo. Ese tipo de observaciones, que no son vinculantes, resultan bastantes discutibles, pues suelen basarse en consideraciones sobre el posible exceso de graduados de esa especialidad en España o en la Unión Europea (UE). El problema de ese argumento es que los aplican a unos pocos títulos, como Medicina y Veterinaria, pero no a los demás, como Derecho o Biología. Y eso no es coherente. O bien optamos por un modelo de oferta, en el que lo único que cuente sea la capacidad de las universidades de formar graduados con suficiente calidad, o bien optamos por un modelo de demanda, en el que se restrinja el número de plazas para adecuarlo a la posibilidad de encontrar empleo. En general, el sistema universitario español ha optado por el modelo de oferta, originando una legión de titulados en riesgo de subempleo. Pero una cosa es que ese sea el criterio general y otra cosa es que sea universal. No lo es. Determinados títulos procuran limitar su oferta para salvaguardar la empleabilidad de los graduados. Y, claro, luego faltan médicos, por ejemplo. En ese contexto, no sería correcto denegar el título de Veterinaria a la UCAM porque algunos opinen que ya hay demasiados veterinarios.

Ahora bien, una vez elegido el modelo de oferta hay que hacerlo con todas sus consecuencias. Igual que no procedería basarse en el mercado veterinario para denegar el título a ninguna universidad, hay que exigirle que, en este caso a la UCAM, cumpla con todos los requisitos para impartirlo con suficiente calidad. Y esos requisitos son bastante rigurosos, pues, como antes se mencionó de pasada, hay una directiva europea al respecto. Que era la que, con toda justicia, quería satisfacer Christian.

A primeros de julio, meses después de haber recibido el informe de la ANECA, la UCAM presentó en la Consejería la petición de implantar el título. Estaba en su derecho y Christian en la obligación de poner en marcha el proceso para evaluar si la universidad disponía de los medios suficientes para hacerlo bien. Uno de los más difíciles de cumplir era habilitar una Clínica Veterinaria en la que realizar las prácticas. Cuando, hace no tanto, la Universidad Europea de Madrid pidió implantar el título de Veterinaria lo primero que hizo fue levantar una tal clínica. ¿Ha hecho algo similar la UCAM? No que se sepa. ¿Se puede sustituir ese requisito por un acuerdo con alguna clínica veterinaria privada? Es posible, pero ese era el tipo de cosas a evaluar. ¿Bastaría con adquirir simuladores electrónicos de operaciones veterinarias y modelos plastificados de animales para ilustrar su anatomía? Solo hasta cierto punto, pero también eso había que evaluarlo. En resumen, no pretendía Christian denegar el título sin más, sino dar cumplimiento a la normativa vigente, con un ojo puesto en los organismos de la UE que podrían intervenir. Persona prudente, aspiraba a crear un panel de expertos independientes y de calidad para que ayudasen a los funcionarios a culminar el preceptivo informe. Loable, pero incompatible con las prisas.

¿Podía hacerse todo eso antes del Consejo Interuniversitario de finales de julio, como quería la consejera Valle? Difícil, por no decir imposible. ¿Y aplazarlo a un consejo extraordinario en agosto a tal fin? Igual de difícil, por no decir igual de imposible. ¿Y conceder primero el permiso docente y evaluar después los medios disponibles? Eso era debatible, pero ve tú luego a decirle a unos alumnos ya matriculados, o recibiendo clases, que hay que invalidar su título porque faltaban determinados medios cuando lo autorizaron. No queriendo implicarse en tan ominosas disyuntivas, Christian dimitió. Una pregunta: para dar tiempo a emitir en condiciones el informe y a suplir las posibles carencias de medios de la UCAM, ¿no podría haberse retrasado el comienzo de la docencia al curso 2023-24? Aun siendo casi inevitable tal proceder, la consejera Valle no quería esperar tantos meses. En realidad, el retraso habría sido de solo un curso académico, la unidad mínima de tiempo en materia de implantación de titulaciones. Pero Valle tenía prisa. Veremos el desenlace, pero cabe recordar que a los separatistas catalanes no les dio buen resultado aquel Tenim pressa, que cantaban ante de 2017. Unos acabaron en la cárcel y otros en Bélgica.

Ahora se abren tres interrogantes. Primero: Christian había logrado el milagro de acordar con el rector de la UM y la rectora de la UPCT el nuevo modelo de financiación plurianual de las universidades públicas, pero ¿qué pasará ahora con ese documento? Segundo: la Consejería no puede funcionar sin cubrir las funciones que venía desempeñando Christian, pero ¿a quién se las encargará Valle? Se habla de Isabel Fortea, responsable de la Investigación y la Innovación en la consejería. Se trata de una doctora en Farmacia que impartía docencia en la UCAM, lo que puede influir en la decisión. Veremos. Tercero, una vez sustituido Christian, ¿podrá la nueva persona responsable acelerar lo suficiente los trámites para que la UCAM empiece a impartir Veterinaria el próximo octubre? Expectación.

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

P.D. Una semana después de denunciar que los promotores de la ILP del Mar Menor, que han incluido a la Universidad de Murcia y a la de Alicante, han dejado fuera de su Consejo Científico a la UCPT, el Aparecido ha recibido varios elogios en privado, pero nadie ha movido un dedo para corregir esa bofetada a Cartagena. No por ello dejará de defender lo que le parezca de justicia para la portuaria ciudad. Una propuesta concreta en el siguiente Pasico.

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