MURCIA. En este Año Jubilar en el que se esperan que lleguen miles de cientos de visitantes a Caravaca de la Cruz, no podemos de dejar de hablar de unas de las leyendas más recordadas en la ciudad, que también tiene una relación especial con la santidad y la conquista cristiana en la ciudad con pasado musulmán. Según la tradición, la Vera Cruz se apareció en el Castillo-Alcázar de Caravaca el 3 de mayo de 1232 y allí se venera desde el siglo XIII, que fue cuando tuvieron lugar las primeras peregrinaciones que continuarían a lo largo de los siglos.
Por aquellas fechas reinaba Fernando III el Santo en Castilla y León, y de Jaime I en Aragón. El reino taifa de Murcia estaba regido por el famoso Ibn-Hud, que se rebeló contra los almohades y dominó gran parte de Al-Andalus. Es, pues, en pleno territorio y dominación musulmana, cuando se narra el hecho.
Según la tradición local más popularizada se cuenta que, desde finales de 1230 ó principios de 1231, se encontraba el rey almohade de Valencia y Murcia Ceyt-Abu-Ceyt en sus posesiones de Caravaca. Interrogó a los cristianos que tenía prisioneros para conocer los oficios que ejercían, con el fin de ocuparles en consonancia con sus habilidades. Se hallaba entre ellos el sacerdote Ginés Pérez Chirinos quien, en labores de misionero, había llegado desde Cuenca a tierras sarracenas para predicar el Evangelio. Éste contestó que su oficio era el de decir la misa y el rey moro quiso conocer cómo era tal cosa. Se mandaron traer los correspondientes ornamentos desde Cuenca y el 3 de mayo de 1232, en la sala noble de la fortaleza, el sacerdote comenzó la liturgia. Mas, al poco de iniciarla, hubo de detenerse explicando que le era imposible continuar pues faltaba el crucifijo en el altar.
En ese momento, por una ventana de la estancia, dos ángeles descendieron desde el cielo y depositaron delicadamente una cruz de doble brazo en el altar. El sacerdote pudo entonces continuar con la celebración de la misa y, ante tal maravilla, Abu-Ceyt (junto con los miembros presentes de su Corte) se convirtió al cristianismo. Después se comprobó que la cruz aparecida era el pectoral del obispo Roberto, primer patriarca de Jerusalén, confeccionado con la madera de la Cruz donde murió Jesucristo.
Los documentos originales sobre el milagro han desaparecido. Existe el testimonio de Fray Gil de Zamora, franciscano, cronista de San Fernando, a quien acompañó en la visita que el santo rey hizo a la villa de Caravaca. Durante su estancia en allí, pudo Fray Gil conversar con los testigos oculares de la aparición y oír de sus labios la narración de lo acontecido. Existe otro testimonio de Antonio de Oncala, canónigo de Ávila, que murió en 1558, y que también relata la historia de la aparición de la cruz de Caravaca. Todos los relatos coinciden en lo esencial.
En cuanto al reinado de Zey Abucey, apuntar que existían varios reyezuelos- o sayid- musulmanes en distintos reinos. Unos de ellos era el sayid Zey Abucey, que al convertirse tomó el nombre de Vicente Bellvis. Según la historia, los almohades -Abucey entre ellos- entraron en la península hacia el 1171 y fueron reconquistando los antiguos reinos de taifas. En este contexto podemos entender que Zey Abucey era señor de Valencia y de Caravaca y que en la Taifa de Murcia estuviese otro reyezuelo musulmán, posiblemente Ben-Hud.
Santi García es responsable de Rutas Misteriosas y autor del libro 'Murcia, Región Sobrenatural'