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el pasico del aparecido / OPINIÓN

La ILP del Mar Menor más de cerca

26/03/2022 - 

CARTAGENA. Ahora van a darle un homenaje al librero Diego Marín. Muy merecido. Cuando el Aparecido le expresó sus dudas sobre El expediente Precioso, el librito en el que relataba algunas de sus experiencias parapsicológicas en la Región, don Diego le cortó tajante: "Hay que escribir de lo que uno crea que debe hacerlo. Y nada más". Un consejo muy acertado, al amparo del cual el Aparecido volverá al tema del Pasico anterior, la Iniciativa Legislativa Popular sobre el Mar Menor, mirada ahora un poquito más de cerca.

Hasta que, a mediados del siglo XIX, surgió la teoría de la evolución de las especies por selección natural, la mayoría de los naturalistas creían que cada una de ellas había sido creada súbita y separadamente por la divinidad; a partir del avance, casi todos aceptaron que las especies se originaban de otras precedentes. No obstante, los creyentes se refugiaron en la idea de que la divinidad había creado las especies, pero no súbita y separadamente, sino mediante un magno proceso evolutivo que se remontaba al mismo origen de la vida en nuestro planeta, un hito que el nuevo paradigma dejaba sin resolver. La recién abandonada teoría de la creación directa había parecido bastante verosímil mirada desde la lejanía: existía una rica biodiversidad de organismos complejos bien adaptados a su ambiente, lo que sugería la acción de una poderosa entidad inteligente que había diseñado todo aquello; sin embargo, esa idea resultó insostenible mirada más de cerca: si eran fruto de un sobrenatural diseño inteligente, ¿por qué se habían extinguido tantas especies, como atestiguaban los fósiles?; además, ¿por qué un creador inteligente dotaría de unos huesecillos internos ambulatorios a las boas, que carecen de patas?; y ¿por qué iba a haber creado miles de especies distintas de escarabajos, pero solo dos de ñandúes? Absurdo.

Algo parecido ocurre con la ILP del Mar Menor. Mirada desde lejos, parece atractiva. Después de todo, ¿a quién no le gustaría que no hubiese nunca peces muertos en sus orillas o que sus aguas permaneciesen de un limpio azul todo el tiempo? Pues claro: esa preferencia estética la compartimos todos, pero distinto es cómo alcanzar ese resultado y a costa de qué. No insistirá el Aparecido en la tesis de que dotar de derechos subjetivos al Mar Menor es, en el mejor de los casos, una metáfora poética, y no parece lo mejor contaminar nuestras leyes con nociones medio místicas, por no decir supersticiosas. Obviemos, lo que no es poco obviar, esa declaración fundacional de la ILP y examinemos más de cerca su contenido.

"dicen que se trata de quitar el Mar Menor a los políticos y dárselo a los ciudadanos: Dinamita contra la democracia representativa"

Lo primero que salta a la vista es que, como dotar de personalidad jurídica a un hábitat natural resulta inoperante, pues no puede ejercer por sí mismo esos derechos, a lo que realmente se dota de personalidad jurídica es a un grupo de humanos sapientes, en el que, curiosamente, los resultantes de elecciones democráticas se encuentran en minoría frente a otros emergidos de distintos sectores sociales, sin que la ley se digne concretar cómo y quién los elije.  No ignora el Aparecido que ciertos órganos de participación social pueden resultar fructíferos, pero en los que él tuvo que establecer siempre se especificaba claramente su origen: los sindicatos mayoritarios del sector, la Cámara de Comercio, personas designadas por la Asamblea Regional, etc. Por si esa falta de concreción en la ley no fuese suficientemente alarmante, sus portavoces dicen que se trata de "quitar el Mar Menor a los políticos y dárselo a los ciudadanos". Dinamita contra la democracia representativa, pues "los políticos" resultan ser los únicos cuyo origen se sitúa en las distintas elecciones, a nivel municipal, regional y nacional. Más que "la defensoría del Mar Menor" se diría que se quiere constituir "el soviet del Mar Menor", de conformación de tan borrosa como la pensada por Lenin: soldados, obreros y campesinos. ¿Cuáles? Los que Lenin dijese.

¿Y cuál es la función de ese nuevo organismo? El texto que lo regula asombra: defender "el derecho a existir como ecosistema y a evolucionar naturalmente". Para empezar, el Mar Menor, que ya existía como ecosistema, sigue existiendo ahora y, a menos que lo desequemos intencionadamente, seguirá existiendo después de esta ILP. Otra cosa es que se trate de un ecosistema que ya no nos guste, pero existir, existirá. Centrémonos, pues, en lo de "evolucionar naturalmente". Lo primero es fácil de entender (cambiar en el curso del tiempo), pero lo de "naturalmente" es más complicado. 

"Otro déficit de esta ILP es que tampoco concreta qué derechos exactamente se quieren proteger y qué se prohíbe concretamente"

Cabe suponer que están aludiendo al término "natural", relacionado con el verbo latino para "nacer", heredero del griego "physis", que aparece en palabras como "fisiología" y "física". Según Aristóteles, lo natural se contrapone a lo artificial, que solo existe gracias al trabajo humano, de forma que, si queremos que el Mar Menor "evolucione naturalmente", lo único que podemos hacer es no hacer nada con él. En efecto, cualquier intervención de los humanos sapientes lo desviaría de su evolución natural. No solo habría que eliminar la agricultura y la ganadería de su entorno, como supongo querrán sus proponentes, sino también abstenerse de pescar y de darse usos turísticos, sendas actividades claramente artificiales. Es más, no se podrían desnitrificar, ni oxigenar sus aguas, ni retirar los lodos o los cadáveres de peces que apareciesen, pues todo eso implicaría interferir con su "evolución natural". Igual que en Chernobyl, habría que establecer en torno al Mar Menor un perímetro de aislamiento inviolable para los humanos sapientes; si tal se hiciese, aquello se convertiría en un refugio de una gran diversidad de plantas y animales, como ya ha ocurrido en Chernobyl, una inesperada bofetada a los que creían que los niveles altos de radiactividad eran incompatibles con la vida. Con todo eso quiere el Aparecido decir que es básicamente imposible dejar que el Mar Menor "evolucione naturalmente"; solo podemos elegir qué tipo de actuaciones queremos llevar a cabo para que el aspecto de Mar Menor nos agrade a la mayoría.

Otro déficit de esta ILP es que tampoco concreta qué derechos exactamente se quieren proteger y qué se prohíbe concretamente. A la vista de esa indefinición, será casi imposible que recaigan condenas penales por infringir esta ILP, pues es demasiado borrosa para servir de base a ningún juicio mínimamente garantista.

El Aparecido está convencido de la óptima voluntad que ha guiado a los redactores de esta ley, y también de los que la han apoyado desde la lejanía, pero su contenido es una mezcla de inconveniencias e impotencias. Convénzase cada uno de los implicados: el problema del Mar Menor no es de insuficiencia legislativa para protegerlo, sino, hasta ahora, de falta de voluntad, o de capacidad, para aplicar la rica legislación ambientalista europea, española y regional. Esperemos que el Gobierno regional y el español se pongan las pilas y aborden decididamente la regeneración estética del Mar Menor, para lo que será necesario implementar varias medidas artificiales, las únicas al alcance de los humanos sapientes.

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

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