CARTAGENA. Que la pandemia ha cambiado por completo la vida de la sociedad mundial es una evidencia. Sin embargo, los movimientos poblacionales en las distintas comunidades autónomas pueden deberse a diversas circunstancias que, ya previamente, condicionaban las características de la sociedad. En el caso de la Región, la pandemia ha condicionado claramente la celebración de los matrimonios y el número de defunciones.
La covid-19 ha generado un exceso de fallecidos que, a grandes rasgos el número de fallecidos del año 2020. De esta manera, si en 2019 los muertos en la Región fueron 11.538, en 2020 la cifra aumentó hasta los 12.414 decesos. La diferencia, de 876, se explica en gran medida por los fallecidos a causa del coronavirus.
En cuanto a los matrimonios, la celebraciones de este tipo de enlaces se redujeron en 2020 a casi la mitad de los celebrados en 2020. La razón principal es que, al ser un evento que trasciende lo legal, siendo un momento de celebración con las familias, muchas parejas han decidido aplazar el enlace hasta que puedan reunirse con todos los familiares y amigos deseados. Así, si en 2019 y 2018 se celebraron 4986 y 5080 respectivamente, en 2020 fueron 2661. Con el avance de la vacunación y el fin del estado de alarma, muchas parejas y familias esperaban que esas bodas que habían ido pospuesto durante el año y medio de pandemia hasta que pudieran celebrarlo con normalidad. Esperaban que para la época del llamado veroño (el final del verano y el principio del otoño, esto es, septiembre y octubre) la normalidad hubiera llegado después de la promesa firme del presidente del gobierno de llegar a la inmunidad de grupo con el 75% de la población vacunada. Sin embargo, esa ansiada normalidad en los aforos no ha terminado de llegar. Aunque durante algunos meses si se ha podido tener aforos más o menos razonables, muchos municipios han visto como a medida que se incrementaba la incidencia de casos, los aforos volvían a ser reducidos, todos sentados, y bailes prohibidos en unas celebraciones que se quedan en un simple formalismo sin la libertad de movimiento necesaria.
"Seguimos funcionando con muchas limitaciones. Muchos problemas. Todavía no se puede bailar, las barras están prohibidas. En este escenario, las parejas siguen querer celebrar su boda hasta que no puedan tener una celebración normal. Por ponerte un ejemplo, yo para agosto tenía todo completo, pero al ver que seguían las restricciones han decidido posponer la boda", señalan desde Finca la Jurosa, uno de los salones más solicitados de Cartagena y que ha visto como en un 2021 que pintaba como el del despegue sigue haciendo números para poder llegar a fin de mes. El enfado del sector es palpable, ya que no entienden como no se avanza más en el levantamiento de las restricciones. "No entendemos que se nos meta en el mismo saco que al ocio nocturno. Si un grupo determinado de gente entra al local a las ocho de la tarde, ¿por qué solo pueden estar hasta las dos? No lo entendemos", señalan.
En cuanto a los nacimientos, la tendencia a la baja viene de lejos. Las razones radican más en una caída de la natalidad, que alcanzó su momento álgido en el año 2010, y que desde entonces no ha parado de caer. Ni siquiera el año 2020, con un mayor ahorro y más tiempo en casa, ha permitido un despegue de los números. Si en 2010 los nacimientos en la Región fueron 18.039, cinco años después eran 2.063 nacidos menos, para desde entonces ir disminuyendo progresivamente hasta los 13.669 nacimientos de 2020 (aún sin ser definitivos los datos del último año). Más de 4.000 nacimientos menos en diez años. La crisis de 2008, de la que el mercado laboral no ha terminado de recuperarse por completo junto a la crisis provocada por el coronavirus son algunas de las razones. Además, el hecho de que las parejas ahora no puedan permitirse tener tantos hijos como la generación del llamado ‘baby boom’ de los 60 y 70, producen estos datos.
