CASTELLÓN. Si Tastia llegó a entrar en concurso de acreedores fue por culpa de la covid. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado el administrador concursal del grupo castellonense, propietario de la cadena de restaurantes Muerde la Pasta, en su informe de sobre la calificación del proceso, donde deja claro que se trata de un concurso "fortuito" motivado por el impacto de la crisis sanitaria, y exime así de cualquier responsabilidad a sus gestores.
El informe, que fue emitido el pasado 29 de enero y al que ha tenido acceso este diario, concluye que las causas del "estado de insolvencia" del grupo Tastia fueron "económicas y estructurales". Así, explica el administrador que "como consecuencia de la pandemia de la covid-19" se produjo el cierre de los restaurantes del grupo y esto motivó una "reducción drástica de las ventas y costes estructurales fijos sin posibilidad de ajustarlos a la actividad del negocio". También respecto a la fábrica de Benfood -otra compañía del grupo-, que tuvo una "caída drástica de las ventas" también por el cierre de sus clientes.
De esta manera, la delicada situación financiera del grupo acabó con la solicitud del concurso voluntario de acreedores, aprobado a principios del pasado mes de septiembre. Pero en ningún caso el administrador ve responsabilidad de los administradores del grupo: "No se deducen actos concretos realizados por el administrador o administradores que hayan agravado el estado de insolvencia", subraya el informe en ese sentido.
Ni los administradores se quedaron con bienes de la compañía, ni intentaron falsear documentos o simular una situación patrimonial ficticia, ni tampoco hubo doble contabilidad o irregularidades relevantes, requisitos todos ellos para declarar culpables de la quiebra a los gestores de la compañía. Por lo que "no ha existido dolo o culpa grave" de los administradores en la situación del grupo.
Lo cierto, con todo, es que el grupo Tastia consiguió mejorar sus resultados antes de verse obligada a entrar en concurso. Los esfuerzos implementados por el conglomerado castellonense por equilibrar las cuentas desde el impacto de la pandemia de coronavirus y la recuperación progresiva de la facturación no sirvieron para salvarle del concurso de acreedores, pero sí para cerrar un 2022 con menos pérdidas que los ejercicios anteriores.
El grupo registró pérdidas por valor de 5,4 millones de euros en 2022, un 34% menos que el año anterior y casi la mitad que en 2020, el año de la pandemia de coronavirus, como publicó Plaza. Una marca que, lejos de implicar rentabilidad, sí refleja una mejora progresiva de los resultados gracias, en parte, a la recuperación de las ventas tras haber ido "remitiendo" los efectos de la pandemia, que alcanzaron los 50 millones en 2022, una cifra notablemente superior a los 34,2 millones del año anterior y casi el doble que en 2020. Sin embargo, todavía quedó lejos de las ventas prepandemia, más de 65 millones de euros, y ello tampoco evitó la solicitud del concurso finalmente pese a los numerosos intentos de sus administradores por obtener liquidez.
El informe de calificación del concurso llegó el mismo día que la decisión del juzgado de lo mercantil que tutelaba el proceso concursal de adjudicar el grupo castellonense a un empresario, Victoriano Juan Carrillo, presentado como socio de un conglomerado agrupado bajo la matriz Muad Did Holding, con empresas de diferentes sectores como la distribución de alimentación, la restauración, la fabricación de bebidas energéticas y la promoción y construcción de vivienda, como adelantó Plaza este jueves.
La adjudicación, por 8,9 millones de euros, zanja la polémica que se había levantado en torno a la solvencia y la capacidad económicas y de medios para continuar con el negocio del grupo Tastia. Interrogantes planteados por la misma empresa concursada, pero también por su comité de empresa y el grupo inversor valenciano Atitlan, que había pujado inicialmente por la enseña castellonense.