LOS ALCÁZARES. (EFE) Las políticas encaminadas a regenerar el Mar Menor han dado pasos este enero para potenciar la colaboración de las administraciones y proteger su ecosistema, pero el delicado equilibrio de la laguna litoral más grande de Europa la hace estar en crisis constante.
Para Ecologistas en Acción, "hemos avanzando", pero "el proceso natural va más rápido que las decisiones políticas" y la regeneración será cuestión de muchos años, explica su portavoz en la Región de Murcia, Pedro Luengo, durante una visita con medios de comunicación a la zona por el Día Mundial de los Humedales en una campaña nacional para la defensa de esos ecosistemas, filtros naturales y barreras frente a sequías e inundaciones.
Para Luengo, las medidas para revertir la delicada situación del Mar Menor son conocidas y cuentan con el aval científico desde hace cuatro décadas, por lo que ponerlas en práctica es una cuestión de "voluntad política" y de dejar de lado las "luchas de intereses".
Es el camino que han tomado con el inicio de este 2024 los Gobiernos español y murciano, que el pasado día 17 escenificaron su intención de cooperación al crear la Comisión Interadministrativa para coordinar las medidas que cada administración ponga en marcha para salvaguardar la laguna, la última de este martes del Consejo de Ministros al limitar la velocidad y los fondeos de embarcaciones.
Medidas en la buena dirección
Para Luengo, aunque "se podría haber hecho más" y pese a que los resultados de las medidas puestas en marcha avanzan más lentos de lo deseable, hay avances aunque no suficientes en la protección del Mar Menor con medidas como el cierre de cientos de pozos y desalobradoras ilegales, la eliminación de numerosas hectáreas de regadíos sin autorización o el impulso de normativa que obliga a granjas agrarias.
Señala también otras medidas que en su opinión se han planteado de manera correcta y con base científica y que están actualmente en ejecución, aunque no tendrán una repercusión inmediata, como los proyectos para la recuperación y revegetación de ramblas y humedales o de sellados para evitar vertidos de metales pesados procedentes de la antigua sierra minera de Cartagena-La Unión.
La mancha blanca
Pero una vista panorámica de la laguna desde el monte Carmolí permite ver la "mancha blanca" que desde hace años ocupa una amplia superficie en la franja central de la ribera interior del Mar Menor, cuyo origen y composición continúa en estudio, pero que contiene una alta concentración de fitoplancton.
Es la cara más visible de la degradación de la laguna en un momento en el que las condiciones de ausencia de lluvias y temperaturas bajas son las que más complican nuevos procesos de eutrofización (exceso de nutrientes) o anoxia (falta de oxígeno).
El origen del deterioro
Pero Luengo advierte de que "cuando se inicia un proceso de crisis, prolongado durante tantos años, el ecosistema está desequilibrado, en crisis todo el tiempo, aunque su aspecto sea mejor en momentos puntuales", por lo que aunque el colapso quedó evidenciado en 2016 con la denominada "sopa verde" y los episodios de anoxia de 2019 y 2021 con miles de peces muertos en las playas, el deterioro venía de tiempo atrás, pues comenzó a fraguarse en las décadas de los 70 y los 80 del pasado siglo.
En esos años comenzó una conversión de la agricultura de la zona y una expansión urbanística que modificaron por completo el paisaje y el ecosistema, pues los cultivos tradicionales del entorno eran mayoritariamente de secano y estructurados en terrazas, escalones ideados para retener el máximo de agua de la lluvia posible, todo lo contrario de lo que ocurre hoy, con regadíos intensivos, grandes llanuras en las que se promueve el desagüe para favorecer las cosechas.
Un río continuo de nitratos
Son esas aguas procedentes de la agricultura, además de las que vienen del acuífero de la época Cuaternaria y de los rechazos de las desalobradoras las que llenan el caudal del "río continuo" que es hoy la rambla del Albujón, la principal fuente de entrada de las contaminadas a la laguna. El caudalímetro instalado en la desembocadura marca 200 litros por segundo, explica Ramón Pagán, portavoz de la plataforma Pacto por el Mar Menor e ingeniero químico.
Según sus cálculos, cada litro de esa agua lleva entre 150 y 200 miligramos de nitratos (la concentración máxima permitida por las directivas de la Unión Europea es de 25), lo que supone un aporte diario de 3,5 toneladas "solo por esa vía”, subraya quien recuerda que en un momento de sequía extrema como el actual esta rambla estaba seca históricamente, antes del cambio de modelo agrícola.
En el debe, limitar el uso de nutrientes desde lejos de la costa
Por eso, ambos insisten en que la llegada de nitratos debe frenarse no en la desembocadura de la rambla, sino mucho más arriba, en los cultivos en los que se generan, y esa limitación en el uso de los nutrientes a través de la legislación es uno de los aspectos en los que apenas se ha avanzado en los últimos años. Tampoco en la ordenación del territorio, que Luengo considera esencial para establecer "áreas de retención" en la cuenca con una "gestión inteligente" del territorio.
Hay muchos indicadores, como la desaparición casi completa de las poblaciones de caballitos de mar, la caída en las de nacra, la pérdida de especies de pescados que no pueden completar sus ciclos de reproducción o la proliferación de medusas, que para Ecologistas en Acción denotan que "no se puede dar por iniciado el proceso de recuperación” de la laguna. Sin embargo, se muestra optimista porque se ha iniciado un camino de protección y recuperación que, a diferencia de la degradación, no tendrá retorno.