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La calle Mayor de Cartagena languidece: el cierre de Zara solo es la puntilla

9/12/2020 - 

CARTAGENA. Aunque todos conocíamos que este momento llegaría, pocos son capaces ahora de predecir qué le espera a la calle Mayor de Cartagena, foco comercial, arquitectónico y social de la ciudad portuaria, escaparate que encara al Puerto y testigo de grandes acontecimientos durante siglos en Cartagena.

La marcha de Zara podría conventirse en un acontecimiento más en este fatídico 2020, aunque lo cierto es que la vía experimenta -declarada el pasado siglo Bien de Interés Cultural,- desde hace años un declive arquitectónico y comercial más que palpable. Recordábamos semanas atrás que a la cadena de ropa de Amancio Ortega -que se marcha tras ser uno de los grandes buques insignias en los últimos 30 años en esta zona- se le había anticipado antes Rumbo, que también ha cerrado varios locales en la ciudad, uno de ellos en la calle Mayor. Pero a estos dos negocios también se la han ido adhiriendo otros más pequeños, más débiles, e incapaces de aguantar esta profunda crisis económica en una zona donde los alquileres son caros. Ellos eran, tal y como la propia patronal del sector denominaba, 'cabezas tractoras' del tejido comercial de esta zona de la ciudad: si los principales motores se detienen, la máquina deja de funcionar.

Los 'Cafés' fueron sustituidos por entidades bancarias

Los hosteleros que trabajan en la calle Mayor, por su parte, también se lo piensan. Ésta también se caracterizaba por sus Cafés siglos atrás, "numerosos y variados", dicen los historiadores, donde se reunían "gentes de todas las clases y procedencias para conversar de los más diversos temas, incluyendo la política".  La mayoría de estos estaban decorados con estilo modernista, incluso algunos de ellos exhibían obras de pintores famosos como el Café Moderno, decorado por Medina Vera. Otros Cafés conocidos de la época eran el Café Imperial, el Café Cartagena, el Café Lion d'Or o el Café Málaga.

¿Qué queda ahora de todo aquello? Nada. En la actualidad el mítico Columbus -1932- no ha abierto sus puertas desde que se diera la posibilidad de reapertura el pasado mes de noviembre; la Mejillonera permanece cerrada años y años, por lo que solo un pequeño restaurante al inicio de la vía y la reapertura del Casino resisten estoicamente. Hace años que los cafés fueron sustituidos por otros negocios. La calle se ha llenado de entidades financieras, dándole un sentido más práctico que lúdico a la zona, restándole el encanto y la personalidad de siglos pasados. 

Pero el aspecto arquitectónico de la calle ha ido estropeándose al ritmo de la dejadez burocrática y empresaria. Fachadas que se marchitan como la Casa Llagostera- ,- realizada por el arquitecto Víctor Beltrí y el ceramista Gaspar Polo en 1916 y la fachada más espectacular de la arquitectura modernista de Cartagena- y que permanecen varios lustros repletas de andamios a la espera de que la burocracia les devuelva al vida. Otro esperpento en forma de andamio decora el edificio frente al Casino de Cartagena (antiguo Palacio del Marqués de Casa Tilly), mostrando el lado más desolador de esta vía que muestra, de cara a esta Navidad, el peor ánimo para pasear y disfrutar de ella.

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