CARTAGENA. Afectado de covid, en enero falleció Juan del Río Martín, quien tras ejercer como director del Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla (SARUS) fue nombrado arzobispo castrense de España en junio de 2008 por el papa Benedicto XVI. Durante esa última etapa de su episcopado, siempre fecundo, combinó la labor pastoral en las fuerzas armadas, y las labores diplomáticas inherentes a su puesto, con una serie de reflexiones intelectuales muy del gusto del papa que lo había nombrado, el docto cardenal Ratzinger. Entre los varios libritos que publicó cabe destacar el dedicado al enfoque cristiano de la crisis ecológica, una cuestión en la que el papa Francisco viene insistiendo: el cuidado de la Tierra como colaboración antrópica en la creación divina. Los más preclaros pensadores cristianos tratan de evitar que, derivando en fisiocentrismo, se sobreponga la Naturaleza a los humanos e incluso se la coloque en el lugar de Dios, retornado así al viejo animismo de la Pacha Mama y similares. Después de todo, el Hijo de Dios optó por encarnarse en un hombre, Jesús de Nazaret, y no en un caballito de mar o en un lago, por conveniente que sea preservar las especies en peligro de extinción y los ecosistemas.
"el relevo para el arzobispado castrense se ha topado con algunas dificultades"
Si al frente del SARUS figura ahora Álvaro Pereira, un sacerdote repleto de sonrisas, afán de servicio, formación teológica e inteligencia, el relevo para el arzobispado castrense se ha topado con algunas dificultades. El procedimiento previsto consiste en que el Nuncio Apostólico y el titular de Asuntos Exteriores pacten una terna de candidatos, entre los que el rey de España elige a uno, pues el arzobispo castrense se convierte automáticamente en capellán de la Casa Regia. Finalmente, el papa nombra al elegido. Sonaban para el puesto Gil Tamayo, que había colaborado mucho con Juan del Río, y Luis Argüello, el favorito de Felipe VI, según se rumoreaba, que así se lo habría comunicado en conversación privada al cardenal Omella, presidente de los obispos españoles.
No obstante, surgieron dos problemas: Argüello, portavoz, tuvo que trasmitir la opinión de la Conferencia Episcopal Española sobre los indultos a los separatistas catalanes condenados por sedición y malversación. Tras insistir en que no diría "ni sí, ni no", deslizó que los obispos estaban "con el perdón y diálogo", que no "con posiciones inamovibles". Como Felipe VI, tras la declaración de independencia de Puigdemont, había pronunciado un celebrado discurso a favor de la unidad de España, la tensión estaba servida. Además, los ministros de Unidas Podemos pedían que no se nombrase ningún arzobispo castrense y se ocupase de esa tarea el arzobispo de Madrid. Al parecer, el fervor por descentralizar se aguaba en los asuntos eclesiásticos: nacionalidad catalana, sí; arzobispo castrense de España, no.
Por su parte, Yolanda Díaz, la gran esperanza blanca de los comunistas españoles, no se inmiscuyó en el debate, dispuesta, como estaba, a romper las barreras al voto comunista por el fecundo procedimiento de intentar acercarse a los cristianos, como décadas antes había hecho Santiago Carrillo. Ante la acometida de los ministros podemitas contra el arzobispado castrense, con Belarra y Garzón a la cabeza, los ministros socialistas se hallaban divididos: la ministra de Exteriores, Laya, guardaba un desconcertante silencio; la de Defensa, Robles, era firme partidaria de cumplir lo establecido en los acuerdos con el Vaticano; la vicepresidenta Calvo quería que Omella resolviese el asunto. Ante ese equilibrio de fuerzas, el nombramiento del nuevo arzobispo castrense quedó bloqueado hasta que primero Pablo Iglesias y luego Laya y Calvo salieron del Gobierno. Al poco de entrar en juego en Exteriores el nuevo ministro, Albares, fue designado arzobispo castrense Juan Antonio Aznárez, nacido en enero de 1961 en Éibar y, también nombrado por Benedicto XVI, obispo auxiliar de Pamplona y Tudela. A pesar del disgusto indisimulado de varios ministros podemitas, el nuevo arzobispo castrense tomará posesión de su plaza el 22 de enero de 2022.
Como ese nombramiento ha sorprendido incluso al interesado, se han emitido diversas conjeturas. Una sugiere que, como simpatizante del camino neocatecumenal, habría gozado del apoyo del presidente de la Universidad Católica de Murcia, influyente en el Vaticano, con quien puede haber coincidido en la subcomisión de Defensa de la Vida y la Familia. Sea cierto o no ese rumor (el Aparecido duda de su realidad), Aznárez es un licenciado en Filosofía que, antes de ser sacerdote, prestó el servicio militar en Bétera, donde ejerció de tirador de carro combate. Un teólogo joven, especialista en Sagradas Escrituras, con formación militar y conservador, puede ser un buen contrapunto a Juan del Río, pero representa un retroceso de las tendencias más laicistas y confederalistas del Gobierno español.
Naturalmente, ha habido respuesta. No bien trascendió el nombramiento de Aznárez, fuentes socialistas filtraron que el Gobierno había propuesto a la exministra vasca Celaá para embajadora de España ante la Santa Sede. Tú me nombras un vasco; yo te respondo con una vasca, y el PNV, el partido español (perdón, vasco) que mejores relaciones tiene con el Vaticano, encantado. La embajadora es católica practicante y tan sutil como el más sutil de los jesuitas: con un patrimonio del orden de los cuatro millones de euros, en su obligada declaración de bienes reconoció apenas un par de centenares de miles porque se atuvo a la valoración catastral, que no de mercado, de sus posesiones. Eso se llama hilar fino y, por otra parte, nada raro que una socialista convencida huya del mercado como de la peste. Entre sus méritos como ministra tiene haber debilitado considerablemente la base jurídica de las escuelas concertadas, muchas de ellas religiosas, y declarado al catalán lengua propia (no cooficial) de Cataluña, argumento usado ahora por los partidarios del monolingüismo catalán en el contencioso de Canet.
"Tú filtras el nombre de tu embajadora; yo me salto a tu ministro de Exteriores para recibir a tu ministra y competidora"
Haberla propuesto como embajadora ha sido recibido con lo que en términos taurinos se llama división de opiniones. Para las asociaciones de padres y madres de alumnos de orientación católica, así como para la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), fundada en 1977, se trata de un grave error, casi una provocación; para la Federación Española de Religiosos de la Educación (FERE), fundada en 1957, de un posible acierto dado el carácter dialogante que atribuyen a Celaá. El lector puede salir de su presunto asombro si recuerda que la FERE alberga en su seno a varios de los más significados enseñantes religiosos partidarios de la segregación del País Vasco y de Cataluña (los escolapios catalanes, tras resistirse a aplicar la sentencia que los obligaba a enseñar el 25% de las asignaturas en español a dos niños que lo habían solicitado, adoptaron la caritativa solución de separarlos del resto de la clase, no fuesen a aprender algo de castellano los alumnos "normales").
En cuanto al portavoz de la CEE, el antes citado Argüello, ha declarado su sorpresa porque el nombre de la embajadora se haya filtrado antes de que el Vaticano haya dado el plácet. Lleva razón, pues es inusual ese proceder, que limita obviamente la capacidad vaticana de denegar el plácet. En cuanto al fondo del asunto, Argüello duda entre que sea positivo, si el nombramiento obedece a una voluntad de rectificar los excesos laicistas del pasado, o negativo, si se ha hecho con la voluntad de poner a una interlocutora dura a negociar aspectos tan sensibles como la fiscalidad de la Iglesia, las inmatriculaciones de bienes, o el futuro de la enseñanza de la religión.
Y, en este contexto, el secretario de Estado del Vaticano, en conexión con el Nuncio Apostólico, dio luz verde, fuera de los cauces diplomáticos habituales, a la audiencia privada del papa a la ministra Yolanda Díaz. Tú filtras prematuramente el nombre de tu embajadora; yo me salto a tu ministro de Exteriores para recibir a tu ministra y competidora. Y de paso le pido que dé recuerdos a Calvo, que ya no forma parte del Gobierno español. Todo muy emocionante, como declaró Yolanda al salir de la audiencia.
P.D. La última noticia es que el Papa ha confiado a Yolanda un mensaje para el presidente Sánchez. Quizás esté relacionado con la visita del Santo Padre a nuestro país con motivo del año santo compostelano y del quintugentésimo aniversario de la conversión de San Ignacio Loyola, pues el Papa es jesuita. El ala socialista del gobierno lleva negociando ese viaje varios meses, aunque algunos no olvidan el mensaje de Francisco: "Visitaría Santiago, pero no España" o "No iré a España hasta que no haya paz". Lo dicho: muy emocionante.
JR Medina Precioso