CARTAGENA. Cuenta Joaquín Oltra (Cartagena, 38 años) que un coche pone muchas menos dificultades que un cliente cabreado. Dice el mecánico que la mala fama que persigue a su profesión, la de mecánico del automóvil, es una losa que pesa a la hora de ofrecer o encontrar las mejores explicaciones para quien llega a arreglar su vehículo y recoge la factura. "Tenemos la etiqueta colgada de que vamos a engañar, pero el problema es que a la gente le cuesta mucho trabajo invertir dinero en su particular medio de transporte. Pocos entienden que gastar en prevención es mucho más rentable que hacerlo en la solución".
Este 'tallerero' como él mismo se denominaba de pequeño o 'aburre tuercas' como lo califica su padre, se acaba de convertir en uno de los diez mejores de su profesión en España. Lo ha conseguido gracias a su participación en el concurso denominado el MVP del Taller, organizado por 'La Comunidad del Taller'. En dos meses han participado 670 profesionales, que tuvieron que pasar una primera criba en la que solo quedaron cincuenta. Joaquín superó esta segunda prueba para acabar entre los diez mejores y concursar en la final celebrada en el Circuito del Jarama Race de Madrid.
Tras un sorteo aleatorio, los diez participantes formaron cinco parejas de dos mecánicos que se enfrentaron a cuatro retos: avería de coche, chequeo de un vehículo, atención a una reclamación del cliente y una prueba de componentes eléctricos. Joel Becerra fue el gran vencedor.
"Este tipo de acontecimientos ayuda a medir nuestras capacidades fuera de lo que es nuestro día a día", explica Joaquín, quien trabaja desde hace once años en Taller Box, ubicado en el Polígono Cabezo Beaza de Cartagena. Fue precisamente su jefe, Gaspar Pedreño, quien le animó a apuntarse en esta edición, celebrada el pasado mes de enero, después de que en 2022 llegara tarde para inscribirse.
"Hemos llevado a cabo pruebas de 45 minutos y trabajábamos por parejas, por lo que la presión del momento, el hecho de no estar con tus herramientas, no conocer al compañero que tienes a tu lado ni estar en tu entorno también condicionan a la hora de buscar el diagnóstico y encontrar la solución", explica Joaquín. No obstante, "no me cabe ninguna duda de que si cualquiera de las pruebas de los coches a las que nos enfrentamos cae en nuestro taller, no se va ningún vehículo sin reparar", señala Oltra, quien dice que ha salido muy reforzado para estar en el dúo finalista en la próxima edición de 2024.
Eso sí, reconoce que estar entre los diez mejores mecánicos de España genera "más presión" a partir de ahora. "Intento no fallar nunca, pero antes que mecánico soy humano". La gente "quiere que tenga la telepatía y los infrarrojos preparados", como un buen superhéroe con mono y llave inglesa en la mano, para detectar el problema, incluso antes de que el coche entre en el taller. "Una cosa que la gente no termina de entender es que porque seas muy bueno diagnosticando, con mirar el coche tienes que saber cuál es el problema". Pero detectarlo "supone hacer todas las pruebas necesarias. Entonces, ¿cómo se valora que eres el mejor, siendo adivino o haciendo bien tu trabajo?, se pregunta".
Es verdad que la experiencia es un grado y que algo de 'adivino' hay, porque relata que una mañana, mientras trabajaba en un coche oyó llegar otro por la calle del taller. Se le acercó un compañero y le preguntó si podía echarle una mano. "Me dijo, '¿oye Joaquín, me hace falta que me oigas un ruido?'. Le pregunté, solo por el sonido que había escuchado, que si era por el Peugeot al que se le había roto el cojinete del embrague. Claro, mi compañero me dijo que si le acertaba el color del vehículo, sí que era, definitivamente, un adivino".
Al campeonato como 'Mejor Mecánico' fue a demostrar que "estoy preparado con nuestro día a día", y que "no soy una enciclopedia de la mecánica, pero sí que, como profesional, he de saber qué busco y encontrarle la solución", apostilla Joaquín, quien dice haberse enfrentado a rivales "de mucho nivel, que disfrutamos de nuestra profesión con pasión".
Y es que el entusiasmo de Joaquín le viene de bien pequeño. A pesar de que no procede de una familia de mecánicos, era capaz de afrontar cualquier problema con tal de tener una herramienta en la mano. Explica que con solo ocho años le regalaron el motor de una vespino destartalada y se lo llevó a casa para ponérselo a la moto de su padre. "No tenía ni idea de qué había que hacer, pero me puse a cortar cables, enroscar tornillos y a encajar piezas, y por la tarde le dije a mi abuelo que le echara gasolina que me iba a dar una vuelta", y así hizo, ante el asombro de todos.
Lo tenía claro desde el principio, de ahí que encauzara sus estudios hasta terminar como profesional. No son pocas las veces que ha acabado en una reunión de amigos abriendo el capó del vehículo del colega o del familiar para buscar qué ocurre, porque ¿quién no tiene un problema con su vehículo? "Es que todos tenemos un coche y algún ruido, una luz encendida o una avería", indica, "pero les digo, casi siempre, que lo que deben hacer es pasarse por el taller para que le pueda echar un vistazo con mis herramientas y los medios precisos. El tiempo para dedicarle al coche es en el trabajo y no cuando estás de fiesta". Aún así, sí que hay "más de un capó en el que he acabado metiendo la mano en un día libre", explica con una medio sonrisa.
Reconoce, por otro lado, que ha vivido en su experiencia retos muy complicados en vehículos que le han llegado al taller. "El imposible no existe con un coche, pero hay clientes que no están dispuestos a seguir desembolsando dinero" para encontrar la solución más viable, bien porque "es muy caro o hay que invertir mucho tiempo, o porque el fabricante, sobre todo en temas electrónicos, te limita".
Joaquín Oltra es un apasionado de su profesión y como tal, no deja de prepararse para errar lo menos posible. Mientras tanto, dedica parte de su tiempo libre, lo que le deja la familia, a participar en equipos 'amateur' en pruebas de resistencia, como la '600 kilómetros en el desierto' en Almería o las resistencias 24 horas en circuito, que le ayuda a resolver problemas de forma rápida, eficaz, pero también bajo presión.