MURCIA (EFE). El aceite de oliva debería tener un precio más estable, afirma el nuevo director ejecutivo del Consejo Oleícola Internacional (COI), el español Jaime Lillo, que afronta como retos el cambio climático y la recuperación del consumo. "Deberíamos aspirar a tener un valor más estable" tras el "vaivén de precios desproporcionado" al que se ha visto sometido el aceite de oliva, en especial el virgen extra, asegura Lillo en una entrevista con EFE tras asumir su nuevo cargo el pasado 1 de enero.
Afirma que el mundo del aceite de oliva atraviesa un momento "complejo, pero apasionante", con una senda del consumo "como no se había visto antes", que se está desplazando de países europeos y mediterráneos tradicionales como España e Italia a otros con gran potencial, como Estados Unidos, Japón, Brasil, China y Canadá.
Resalta que en otros países la demanda no ha disminuido ante el aumento de precios porque los hábitos de consumo son distintos a los de España, donde se trata de un producto cotidiano que ha tendido a venderse en grandes volúmenes y con escasos márgenes.
"Hay más gente en el mundo que quiere disfrutar de la vida de una manera más sostenible y más sana, y encuentran en los aceites de oliva y las aceitunas de mesa una manera de hacerlo", apunta.
Tras siete años trabajando en el COI, integrado por 45 países, Lillo -el primer español en dirigir ese organismo internacional- destaca que los principales retos actuales están en cómo "afrontar el cambio climático y recuperar la senda de crecimiento del consumo y del conocimiento de los aceites de oliva y las aceitunas de mesa".
Mientras que en España la sequía ha reducido la cosecha de manera considerable, a nivel mundial Lillo detalla que nunca antes se habían registrado dos campañas cortas consecutivas como las dos últimas, algo "totalmente extraordinario" a pesar de las nuevas técnicas de producción, los regadíos y las nuevas superficies.
Según las estimaciones del COI, la producción mundial de aceite de oliva alcanzará los 2,4 millones de toneladas en la campaña 2023/2024, el 6,3 % menos que en la temporada anterior, si bien la cosecha aumentará ligeramente en la Unión Europea.
Los recortes en la producción mundial (España es el principal productor) han elevado el precio del aceite de oliva a máximos históricos, en medio de una enorme volatilidad y unas expectativas que, como precisa Lillo, dependen de las previsiones meteorológicas en los países productores, las temperaturas en época de floración y las estimaciones de cosecha.
En su opinión, esta situación confluye con un momento de "máxima demanda" tras años en los que se ha batido el récord de consumo y, "si no se consume más aceite de oliva, es porque no lo hay".
Para contribuir a la adaptación al cambio climático, el COI está apoyando las colecciones internacionales de recursos genéticos y los bancos de germoplasma (semillas), además de otros proyectos de investigación dedicados a mejorar la sostenibilidad del olivar, como los que llevan en España las universidades de Jaén y de Córdoba.
El olivo es una "planta que tiene una gran capacidad de adaptación y necesita muy poca agua para producir frente a otros cultivos", una "buena inversión" que -añade Lillo- contribuye a conservar la biodiversidad y a capturar y almacenar carbono.
No obstante, se encuentra en una situación de "estrés por las altas temperaturas", por lo que el nuevo director ejecutivo del COI apuesta por soluciones, más allá de la genética, relacionadas con la gestión de los suelos, del agua y del regadío sostenible, con una política hidráulica que permita una mayor producción.
Así también se beneficiarán las ventas al exterior de aceite de oliva, que tienden a la baja debido a la incertidumbre sobre el abastecimiento, mientras se observan restricciones a la exportación en países productores mediterráneos como Marruecos, Turquía y Túnez que intentan así dar estabilidad a sus precios internos.
"En el COI no tratamos los temas arancelarios, pero desde nuestro punto de vista no es nada favorable este tipo de decisiones, puesto que causan una cierta alarma que tiene una repercusión a veces desproporcionada en los mercados", sostiene el responsable.
Además de analizar la situación del mercado, el Consejo Oleícola Internacional tiene por objetivos la estandarización de normas para facilitar el comercio del aceite de oliva y las aceitunas de mesa, la cooperación técnica para diseminar las mejores prácticas, y la elaboración de estadísticas internacionales, de referencia para los operadores.