EL EUCROCRISTIANO TIBIO / OPINIÓN

¿Israel o Palestina? España

3/12/2023 - 

CARTAGENA. Una vez que el presidente Sánchez ha manifestado la posibilidad de reconocer unilateralmente al estado palestino, se ha abierto un generalizado debate acerca de si hay que apoyar a los palestinos o a los israelíes. Cuando me preguntan si estoy del lado de Israel o del Palestina suelo dar una inesperada respuesta: estoy del lado de España. Ya sé que es inusual que un español se declare partidario de España. Lo normal ahora es elogiar todos los nacionalismos minoritarios, como el catalán, el vasco, el valenciano, el balear, el asturiano, el gallego, etc., pero considerar chusco e incluso dañino optar por el nacionalismo español. Aquí lo suyo es perorar sobre los intereses de Cartagena, los Lérida o los de Mieres, pero nunca sobre los de España. Pues bien, en contra de esa disgregadora moda, me declaro partidario de España como unidad de solidaridad y libertad, como antaño hizo el presidente Valcárcel y ahora hacen la presidenta Ayuso y el dirigente jacobino Guillermo del Valle. De hecho, comparto su opinión de que, al apostar por los localismos identitarios, la izquierda ha traicionado su ideal igualitario. No cabe la igualdad entre los españoles si la renta pública depende de la región donde cada uno viva. Y si la aplicación del Código Penal depende del Código Postal.

Fijada esa perspectiva españolista, ¿qué conviene más a España en la guerra entre Israel y los palestinos? En mi modesta opinión, la coexistencia pacifica de dos estados, uno israelí y otro palestino. Solo que, en contra de lo que piensa buena parte de la izquierda española, hasta ahora han sido los árabes los que se han negado a aceptar esa solución. Y lo han hecho en cinco ocasiones. Repasemos.

"a España LE INTERESA que se forme un estado palestino con la condición de que acepte coexistir con ISRAEL"

En 1938, cuando todavía no se había implantado el estado de Israel, la comisión Peel propuso la opción de los dos estados, concediendo a los palestinos las cuatro quintas partes del territorio en disputa. Los árabes se negaron, aduciendo que nunca aprobarían ceder territorio a los judíos. En 1947, cuando la ONU volvió a proponer la formación de sendos estados, los árabes volvieron a negarse. En mayo de 1948 David Ben-Gurión proclamó la independencia del estado de Israel, pero los árabes no la reconocieron. En 1967, liderados por Egipto, varios países árabes declararon la Guerra de los Seis Días a Israel. Pese a resultar vencidos, impulsaron la política de los Tres Noes: No a la paz con Israel; No al reconocimiento de Israel; No a las negociaciones con Israel. Así que, cuando el presidente Sánchez ideó su tesis del No es No, ya gozaba de un glorioso precedente, por triplicado, árabe.

En el año 2000, durante las conversaciones de paz de Camp David, el dirigente palestino Arafat rechazó otra vez la solución de los dos estados. Según dijo el presidente Clinton, Arafat ha estado aquí y ha dicho que no a todo. De nuevo un No es No. Finalmente, en 2008 Ehud Olmert propuso otra vez los dos estados, renunciando incluso a dominar el monte del Templo de Jerusalén. Pues bien, Mahmud Abás dijo que No. Y entró en escena Hamás, una organización terrorista cuyos estatutos fijan como objetivo la aniquilación del estado de Israel.

En resumen, cada vez que alguien ha propuesto crear dos estados que puedan convivir, la respuesta palestina ha sido negativa. Porque, en el fondo, no quieren que exista el estado de Israel. En esa persecución a los judíos coinciden con las seculares políticas occidentales, desde las inquisiciones contra los judaizantes, las expulsiones de judíos, las conspiraciones judeo-masónicas franquistas, los holocaustos nacionalsocialistas, y los progromos estalinistas, bella palabra rusa que significaba causar estragos o demoler violentamente (a los judíos).

¿Qué le interesa a España? En primer lugar, que sobreviva Israel, la única democracia parecida a las europeas en esa zona del mundo. No fueron israelíes los que pusieron las bombas en Atocha, ni los que atentaron en las Ramblas de Barcelona, ni los que han obligado a las autoridades españolas a declarar y mantener una alerta antiterrorista. Comprendidos esos pequeños detalles, también le interesa a España que se forme un estado palestino. Eso sí, con la condición previa de que acepte coexistir con el judío.

Sabido eso, nuestros esforzados izquierdistas ya tienen tajo al que dedicarse: convencer a los islámicos, por los que sienten tantas simpatías, de que acepten la solución de los dos estados. Ahora que incluso hay en el Gobierno de España una ministra cuyo padre es palestino, debería ser más sencillo alcanzar ese hito. Predique Sira Rego entre sus allegados la conveniencia de instaurar una paz duradera basada en el reconocimiento de los derechos humanos tanto a los judíos como a los palestinos. Y de ahí a los dos estados habría solo un paso adicional, que los nacionalistas españoles apoyaríamos sinceramente. Después de todo, nos gustan tanto los moriscos como los sefardíes, pues ambos forman parte de la historia de lo que hoy es España. Y de lo que, si no fracasamos, seguirá siendo España en los años venideros, mal que les pese a los plurinacionalistas y a los separatistas, de cuyo acuerdo depende la continuidad del Gobierno de Sánchez

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