MURCIA. Una investigación internacional en la que participa el grupo de investigación 'Filogenia y Evolución Animal' de la Universidad de Murcia (UMU) ha podido reconstruir el origen y las vías de dispersión de uno de los virus de mayor impacto y mortalidad en la abeja de la miel. Se trata del virus de las alas deformadas (DWV en sus siglas en inglés), una de las causas más importantes del imparable descenso de la especie. Según los resultados, la globalización ha favorecido la dispersión de este virus desde su primera aparición en Asia oriental a mediados del siglo XX.
Tal y como indica su propio nombre, este patógeno afecta a las alas del insecto, que llega a perder su capacidad para volar. Sin embargo, sus síntomas van más allá y puede afectar al sistema neurológico de las abejas, lo que supone incluso pérdida de memoria.
Los resultados, que acaban de publicarse en la prestigiosa revista PNAS, revelan por primera vez cómo fue la evolución del virus. Todos los datos obtenidos apuntan a que los primeros casos se dieron en Asia oriental y se extendió por todo el mundo después de que los ácaros de la especie Varroa destructor, transmisores del virus, se convirtieran en una especie invasora y pasaran a parasitar a las abejas de la miel (melíferas) occidentales a mediados del siglo XX. Más recientemente, estas abejas adquirieron la cepa B, probablemente fuera de Asia, siendo esta su variante más mortal y que la que ha ido sustituyendo a la variante A.
Los resultados presentados por la UMU demuestran cómo las vías de transmisión asociadas a la globalización han facilitado la propagación de virus de una especie a otra “con consecuencias devastadoras especialmente en el caso de las abejas de la miel”, como resalta la investigadora de la Universidad de Murcia Pilar de la Rúa.
Los ácaros varroa son responsables de la transmisión de diversos virus de ARN tras haber cambiado de hospedador desde las abejas melíferas orientales a las occidentales (de la especie Apis cerana a Apis mellifera). No obstante, estos mismos ácaros brindan la oportunidad de estudiar cómo se transmiten estas enfermedades alrededor del globo; enfermedades de las que aún se desconocía su origen y propagación. “A través de un análisis filogeográfico, basado en datos del genoma completo del virus, descubrimos que, en lugar de reaparecer en las abejas occidentales, como sugerían trabajos anteriores, lo más probable es que el DWV-A se originara en Asia oriental y se propagara a mitad del siglo pasado”, apunta De la Rúa.
“También se ha observado una expansión masiva del tamaño de la población de este virus tras el cambio de hospedador de la varroa” señala Irene Muñoz, coautora del trabajo. En cuanto a la cepa B, lo más probable es que se adquiriera más recientemente a partir de una fuente fuera de Asia oriental, ya que parece ausente en el hospedador original de la varroa A. cerana.
Estos resultados ponen de relieve la naturaleza dinámica de la adaptación vírica, según la cual el cambio de hospedador, es decir, el salto de una especie a otra puede dar lugar a pandemias de enfermedades competidoras y cada vez más virulentas. La novedad evolutiva y la rápida propagación mundial de estas interacciones, junto con la propagación observada en otras especies, “ilustran cómo la creciente globalización plantea amenazas urgentes para la biodiversidad y la seguridad alimentaria”, concluye la investigadora Pilar de La Rúa.