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EL GATO EN LA TALEGA / OPINIÓN

ILP: Ilusión, Lucidez y Perseverancia

2/11/2021 - 

MURCIA. Era un festivo ocho de diciembre invernal, inhóspito y húmedo. La brisa cortaba la piel y las oscuras nubes no dejaban ver el sol en la vacía Explanada Barnuevo frente a un Mar Menor que mostraba su agitación. Pero nada me impediría acudir a las diez y media de esa mañana a la cita irrenunciable con la que comenzar mi aporte activo a la recogida de firmas para dotar al Mar Menor de personalidad jurídica. Ni estando inmersos en un segundo estado de alarma, ni con el temporal acechando, porque el cronómetro corría imparable hacia la fecha tope en la que lograr las 500.000 firmas necesarias

Para esta primera vez me acompañaron dos Pablos y un amigo al que agradecer su acogida de la ventisca. Pero sobre todo allí estuvieron personas queridas, vecinas y visitantes, que ese mismo día vinieron a firmar abrigadas, enmascaradas portando el gel hidroalcohólico en la mano. Esta situación tan difícil en los comienzos de un proceso que con buen tiempo y tras la relajación de medidas fue más sencillo y plural es de las que quedan impresas en la memoria. No podré olvidarla porque fueron esas incipientes firmas y su contexto las que marcaron el tremendo valor de la apuesta ciudadana por el Mar Menor frente a la adversidad.

"son 639.826 firmas recogidas de forma altruista, voluntaria y transparente, cifra que no es posible que englobe personas de una sola ideología política"

De estas sencillas mesas pasamos a recoger firmas en comercios locales a petición de ellos mismos, contagiados por el espíritu de supervivencia del Mar Menor que los vio nacer, dejando en ellos pliegos bien controlados por los fedatarios responsables. También se llenaron casilleros de firmas con la colaboración de amigas y compañeras que los llevaban a sus cónclaves familiares, ya fuese a la paella de domingo, a la caña y marinera del aperitivo, al café de sobremesa o a las celebraciones de Navidad, incluso en mi centro deportivo, uniendo el desafío físico a este otro moral, así como gracias a voluntariosas integrantes de clubes de la tercera edad y también parroquiales poquito a poco se iban llenando espacios en blanco de aquellos tochos de papel a llenar de ilusión. Con perseverancia y sin descanso en esta era del coronavirus cuando la movilidad y los contactos estaban limitados, mientras la esperanzadora vacunación caminaba hacia la luz y los encuentros reales, el espíritu del Mar Menor seguía haciendo historia.

Sé que en el seno de unidades familiares y grupos de amigos a veces las opiniones eran diversas, y que este tema ha sido un foco de debate puertas adentro, que es el debate que importa. Creo que todo es entendible cuando los argumentos son reales y la escucha es limpia. Quienes no han firmado y no están de acuerdo también merecen un respeto en este estado de derecho que disfrutamos. Pero quienes no lo han hecho y han calificado a esta propuesta de socialcomunista quizá deberían reflexionar ante una visión política que etiqueta personas erróneamente, desconoce la magnitud del problema medioambiental y también a la sociedad en la que convive. Estamos hablando de 639.826 firmas recogidas de forma altruista, voluntaria y transparente, cifra que no es posible que englobe personas de una sola ideología política. La ceguera solo puede superarla el ridículo de estas afirmaciones y el tópico de decir que el ecologismo está sujeto a una orientación política, en los tiempos del cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales queda fuera de contexto. Quienes también han tratado de politizar esta recogida de firmas ciudadana y no la han apoyado pero asombrosamente ahora la ven la ven positiva, ¿se han preguntado qué mensaje de incoherencia están transmitiendo y su causa? También sería el momento ideal del acto de contrición para nuestra mayoría de Asamblea Regional, desconectada de la ciudadanía, que se abstuvo de apoyar la ILP como el mismísimo Poncio Pilato lavándose las manos.

En fin, hoy es la hora de la esperanza y la ilusión. De agradecimiento a un equipazo; el de la ILP, que se ha dejado la piel y ha funcionado en red ciudadana traspasando fronteras.

"la memoria les llevaba a las vivencias en la orilla de un mar tan nuestro, a una historia personal imborrable, a una verdad incontestable"

Me quedo con las personas que, siendo ajenas al ruido político y económico, vivían este proceso como una reconexión y agradecimiento al medio natural. No hay cabida ante la hipocresía o la sinrazón cuando recuerdo a mujeres y hombres de la generación que me precede, aquella que vivió el Mar Menor en su esplendor, preguntándome ante el pliego: "Nena, y esto, ¿para qué es?” A lo que les respondía dando mi explicación de forma vehemente mientras miraba directamente a sus ojos y veía pasar por ellos una fugaz neblina al escucharme. En fracciones de segundo sabía que la memoria les llevaba a las vivencias en la orilla de un mar tan nuestro, a una historia personal imborrable, a una verdad incontestable. Y entonces la niebla se disipaba, se iluminaban los dos luceros tan vividos y sonreían con su luz, a la vez que decían extendiendo la mano y buscando en el bolso o en el bolsillo: "Trae el boli, que cojo el carné, que me apunte aquí".

Y yo me quedaba subyugada sonriendo en silencio, señalando dónde rubricar, viendo esa caligrafía y esas fechas, esa firma a veces temblorosa, ese querer hacerlo bien con la ilusión de la infancia que cierra el ciclo vital y entonces, me invadía la nostalgia volviendo a mi propia niñez en los recuerdos de un Mar Menor como nexo de unión entre personas.

Celia Martínez Mora

Investigadora

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