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Hipocondría y confinamiento, una prueba de resistencia

20/04/2020 - 

MURCIA. La hipocondría es una preocupación excesiva ante la posibilidad de padecer una enfermedad grave. En estos casos, la persona se observa más allá de lo necesario, de manera obsesiva y minuciosa, llegando a conclusiones erróneas sobre su salud debido a un análisis inadecuado de signos y síntomas.

Por lo general, la hipocondría se da de forma crónica, combinando periodos más agudos con otros de más reposo. A menudo empleamos el término hipocondría o hipocondríaco en un sentido coloquial, simplemente porque tenemos algún rasgo en común con este problema de salud mental y en esta crisis del Covid-19, aún más. Lo cierto es que la cantidad de hipocondríacos reales no tiene por qué haber aumentado por esta situación, sino que los síntomas de estos pacientes pueden estar agravándose, dificultando más de lo habitual la convivencia con ellos.

A esto hay que sumar que el comportamiento del hipocondríaco es exactamente que el de las personas que no lo padecen, únicamente que en un grado mucho más extremo y, por tanto, con consecuencias más graves para su bienestar.  Dicho de otro modo, todos en algún momento de esta crisis sanitaria hemos mostrado una preocupación leve, intensa o muy intensa por nuestra salud. Entonces nos alteramos más o menos y buscamos la manera de confirmar, tratar o aliviar ese síntoma. A menudo eso incluye darnos cuenta de que hemos exagerado algo tanto en nuestra preocupación como en los medios desplegados para mitigarla. Lo que distingue al hipocondríaco es la frecuencia, duración e intensidad con que vive este patrón. Es decir, pasar de la preocupación a la angustia, de la comprobación a la hiper-observación, del hacer una consulta aislada a, como se dice coloquialmente, remover Roma con Santiago a la búsqueda de una confirmación para su grave problema de salud y, de ahí, una solución.

¿Es posible desarrollar una hipocondría a raíz de esta crisis?

Es pronto para afirmar con cifras que la actual emergencia sanitaria haya aumentado el número de personas con un problema real o parecido a la hipocondría. No obstante, tiene sentido pensar que aquellas personas que, por lo general, son  más ansiosas, aprensivas, miedosas o con dificultad para manejar la incertidumbre (lo que en psicología se conoce como un nivel alto de neuroticismo), pero que no necesariamente manifestaron estos rasgos en forma de hipocondría antes de la emergencia sanitaria, en estos momentos sí se estén acercando a ese patrón, debido entre otras cosas al enorme bombardeo informativo sobre temas relacionados con los riesgos para la salud. Eso no quiere decir necesariamente que se hayan convertido en auténticos hipocondríacos, sino que están más cerca de ese cuadro de lo que estaban antes.

Cómo saber si mi comportamiento es excesivo 

Juzgaremos si un comportamiento es excesivo, es decir, inadecuado, no por sí mismo, sino por sus consecuencias y el nivel de coherencia con los hechos con los que está relacionado. Por ejemplo, ¿tomarse la temperatura de vez en cuando es excesivo o no? Depende, si no tenemos sensación de que nuestra temperatura se haya desajustado parece excesivo incluso tomársela una vez, pero, por otro lado, si se trata de una comprobación puntual para salir de dudas en esta situación tampoco pasa nada. ¿Tomarse la temperatura cada día es excesivo? Probablemente sí, si no nos encontramos mal. Probablemente no, si estamos infectados y queremos hacernos un seguimiento. ¿Tomarse la temperatura cinco veces al día es excesivo? Sí, sea cual sea la circunstancia, porque no aporta información útil, quita tiempo para otras actividades y -aunque puede tranquilizar momentáneamente- en realidad altera nuestro estado de ánimo, porque es la causa y el efecto de poner nuestro foco más veces de lo necesario en lo relativo a la enfermedad.

Cómo detectar hipocondríacos y no confundirlos con exagerados

Hay que hacer hincapié no en las conductas en sí mismas, sino en su nivel de coherencia con el contexto. No hay una línea matemática que separe la prevención adecuada, o la prudencia, o un sano autocuidado, y un exceso de celo o preocupación por la posibilidad de haber contraído una infección, en este caso por Covid-19. En ocasiones la preocupación nos puede llevar a hacer cosas inadecuadas que pueden hacer sospechar que quien las lleva a cabo tiene un nivel de ansiedad más cercano a la hipocondría que a una preocupación real: por ejemplo, abusar de un medicamento antitérmico ante la sola sospecha de tener una décima de fiebre, gastar mucha energía en conseguir mascarillas y guantes de látex cuando en realidad apenas salimos de casa una vez a la semana y para algo muy concreto, reaccionar exageradamente ante una tos o un estornudo ajeno, limpiar la casa o la ropa más allá de lo necesario o incluso de lo conveniente, etc. En cualquier caso, estas conductas por sí solas no permitirían hablar de que se ha establecido un cuadro clínico real de hipocondría (estable en el tiempo, crónico, que genere verdaderos problemas en el funcionamiento de la persona), y muchas de ellas acabarán desapareciendo por sí solas.

Cómo actuar ante un hipocondríaco en casa

A veces el problema no es nuestro, sino de alguien con quien convivimos. Convivir con un hipocondríaco de verdad es convivir con alguien dominado por la ansiedad o, en casos más serios, por la angustia. Por supuesto, esa convivencia se complica en tiempos de confinamiento debido a la sensación de enjaulamiento, es decir, por la preocupación añadida de no poder acudir con fluidez a un especialista que lo tranquilice, o por la “certeza” de que su situación se agravará irremediablemente al no tener la posibilidad de ser atendido “en condiciones” por las restricciones que impone la emergencia sanitaria.

Hay que entender que el hipocondríaco no es ningún “loco”, sino alguien que, a su manera, pide ayuda pero se topa con dificultades serias para obtenerla, y el confinamiento complica esta situación. Convivir con alguien en estas condiciones no es fácil, pero existen algunas recomendaciones relativamente sencillas que pueden ayudar tanto a esa persona como a sus compañeros de confinamiento a afrontar la hipocondría de una manera saludable.

1. El deporte, siempre socorrido

Propón algún tipo de ejercicio o actividad física. En estos días internet está lleno de tutoriales sobre cómo hacer ejercicio físico en casa, algunos de ellos realmente sencillos y adaptados a personas que no tienen costumbre de hacer deporte, otros algo más intensos. No es imprescindible plantearlo como algo que se va a disfrutar muchísimo, sino como una “medicina”, es decir, una recomendación profesional que le va bien a todo el mundo y también a él/ella en concreto para “su problema”. La actividad física -correctamente realizada- ayudará a la persona a descargar su ansiedad y elevar los niveles de endorfinas. Es decir, le aportará sensación de cierto disfrute, además de ocupar tiempo y poner su atención en su cuerpo de una manera diferente a cuando atiende solo a sus presuntos síntomas. Hacerlo en compañía de otros, aparte de más entretenido, puede ser incluso divertido.


2. Cambiar el foco de la atención

Potencia actividades distractoras en general, en lugar de estar todo el día en el sofá rumiando obsesivamente la preocupación. Encargarle tareas de la casa, ver lo mínimo las noticias (los contenidos tranquilizadores todavía son muy escasos), dirigir la conversación en la medida de lo posible a temas que no sean ni la emergencia sanitaria ni las presuntas enfermedades que esté desarrollando la persona hipocondríaca. Si necesita hablar del tema tampoco es necesario negarlo, porque eso sería “taponarlo” y generar más tensión; se puede acoger de manera amable y comprensiva, pero dedicándole un tiempo cerrado. Las actividades distractoras, si están relacionadas con algo gratificante para la persona, mejor.

3. Dar ejemplo de tranquilidad

Si convives con alguien con un problema de hipocondría intenta ofrecer, serenidad y normalidad, tanto en tu actitud como en tus quehaceres cotidianos. Se habla mucho del “contagio emocional” para las emociones negativas o displacenteras, pero los estados emocionales positivos o agradables también pueden transmitirse a otras personas. Cuando convivimos podemos ser modelos tanto de lo positivo como de lo negativo para quienes nos ven.

4. Seguir las recomendaciones sanitarias

Seguir las recomendaciones y prevenciones indicadas por los organismos oficiales. La mayoría son básicas y fáciles de cumplir por cualquier persona, son de sobra conocidas y su utilidad está más que demostrada. Es importante recordarlo y seguirlas, ya que son el medio por el cual -si la preocupación del hipocondríaco es infectarse por covid-19- puede tener un papel activo en la prevención. Aun así, previsiblemente el hipocondríaco tenderá a preocuparse por si el virus se le escabulle, por si no se lava suficiente las manos, por si hay algo que se le esté olvidando hacer, etc. En este caso, es importante ayudarle a que vuelva a poner su atención en las pautas generales que ya hemos mencionado para que su nivel de ansiedad vaya regulándose poco a poco.

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