Fotos: MARCIAL GUILLÉN (EFE)
MURCIA (EFE). Cada año miles de personas acuden a ver los maravillosos campos teñidos de rosa, que se convierte en un auténtico reclamo turístico en Cieza. Sin embargo, muy pocos se fijan en los protagonistas que realmente hacen posible que las flores se conviertan, unos meses más tarde, en melocotones y albaricoques: los polinizadores.
Aunque la inmensa mayoría de los más de 60.000 turistas que pasan cada año por este municipio de 35.000 habitantes de la Vega Alta del Segura, en la Región de Murcia, no reparen en ellas, la presencia de abejas en las fincas de los frutales ciezanos es fundamental e imprescindible para estos cultivos.
"Es una historia de co-evolución; las plantas han evolucionado al mismo tiempo que los insectos: estos se alimentan del néctar de las flores y, cuando entran en la flor para recogerlo, se impregnan de polen. Al pasar de una flor a otra, transportan ese polen y fecundan las flores. Si una flor no es polinizada, no genera un fruto", resume la catedrática de Zoología y coordinadora del grupo de transferencia del conocimiento sobre avances en biodiversidad de la Universidad de Murcia, Pilar de la Rúa.
Hay muchos insectos que hacen esa función, pero el "polinizador por excelencia" en España, explica, es la abeja de la miel, ya que es la más numerosa de entre las más de 1.100 especies de abejas que hay en nuestro país.
"Los agricultores y los apicultores son inseparables, los primeros son totalmente dependientes de los segundos porque, sin las abejas, no habría cosechas tal y como las conocemos, ni por la cantidad ni por la calidad de los frutos", señala el responsable de Apicultura de la organización agraria COAG en la Región de Murcia, Carlos Zafra.
Por ese motivo, en las explotaciones de los frutales de hueso es habitual que se contraten cada año "servicios de polinización": los agricultores alquilan colmenas para colocarlas en sus terrenos y que las abejas hagan su trabajo: llevar el polen de flor en flor.
"Esos campos espectaculares, que se han convertido en un atractivo turístico, no servirían de nada sin los polinizadores. Y lo mismo ocurre con los almendros, las sandías, los melones, los pepinos, la coliflor...", subraya el representante agrario.
En la Región de Murcia, hay en torno a 140 apicultores profesionales, y siete de ellos se dedican en exclusiva a alquilar sus colmenas para polinizar diferentes cultivos, sin producir ni comercializar la miel.
Uno de ellos es Juan Carlos Miguel, que tiene unas 1.300 colmenas en el municipio de Alcantarilla, desde donde se desplaza por toda la comunidad autónoma y buena parte de España para propiciar estas labores de polinización.
En función del tipo de cultivo y la extensión del mismo, se calcula la cantidad de abejas óptima para garantizar una buena polinización, los lugares dónde se deben ubicar las colmenas y el tiempo que permanecen en la finca.
En los campos de Cieza, donde hay unas 13.000 hectáreas cultivadas con frutales de hueso, lo más habitual es instalar unas cinco colmenas por hectárea que permanecen allí mientras dura la floración, habitualmente unas siete semanas entre los meses de febrero y marzo, aunque la fecha y tiempo exactos varían cada año, explica. Es difícil dar datos porque, insiste, este proceso depende de muchos factores, como suele ocurrir en todos los fenómenos naturales.
Este año, por ejemplo, los meses de enero y febrero fueron especialmente fríos en la Vega Alta del Segura, por lo que la floración está comenzando su apogeo ahora, a finales de marzo, una fecha algo tardía para esta zona.
Por eso, Miguel no se aventura tampoco a afirmar si es más rentable usar las colmenas para la polinización o para la producción de miel, por la enorme dependencia que tienen ambas de las circunstancias climáticas.
Sí considera la polinización una fuente de ingresos "más segura" porque, independientemente del tiempo que haga, los cultivos siempre necesitarán de las abejas: "El campo y las abejas se necesitan mutuamente, no se pueden entender por separado", resume.
