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Gabriel Ibáñez, el poeta del Murabit

28/09/2024 - 

MURCIA. Murabit, la sierra que hoy ocupa parte de la población de Torreagüera y que fue así llamada por los antiguos pobladores mozárabes, vio nacer en su falda un 8 de diciembre de 1944 a Gabriel Ibáñez.

De bien niño, siendo hijo único, asistía a una especie de guardería, sita en los alrededores de la actual Plaza Jara Carrillo de la localidad mencionada, donde ayudaba a sus padres en las labores hogareñas. A él correspondería la tarea de recoger hierba en la huerta para el mantenimiento de los animales que criaban en casa sus progenitores, quienes trabajaban gran parte de la jornada en un almacén hortofrutícola. 

A los 6 años ingresó en el colegio público Cristo del Valle, inaugurado en el año 1934. Se sentaba en el pupitre de primera fila, compartido con Antonio Jiménez, para empaparse de todo; en el mismo permaneció hasta los 11 años. Desde esa edad y hasta los 17 -instruido previamente por Ángel Zapata-, estudió en una academia de Beniajan para preparar el examen de Bachillerato, que realizaría por libre en el instituto Alfonso X, aprobando el mismo. Como el mismo Gabriel me relataría, tuvo una infancia muy feliz, con una relación muy fluida con sus vecinos.

Tras el Bachillerato, pasó a la escuela normal de Magisterio, situada entonces junto a la capitalina plaza Fontes. Allí estudiaría los dos primeros cursos de los tres que constaba la licenciatura, ya que el tercero y último, lo realizó en las instalaciones estudiantiles de Ronda de Levante, trabajando en vacaciones para costear sus estudios. Opositó para profesor en 1967 y obtuvo plaza para la escuela de Puntas de Calnegre, pero antes, y tras prórroga solicitada para retrasar su incorporación a filas, hizo el servicio militar en el cuartel de caballería de Ceuta, visitando Cádiz, donde recibió instrucción militar.

Casó en 1975 con María José y fruto de esta unión nacerían tres niños varones. Gabriel comenta que su afición y pasión por la literatura y la pintura le viene desde su adolescencia. También es un enamorado de la arqueología, realizando varias prospecciones por la zona de la Cordillera Sur, acompañado por el actual y conocido arqueólogo Norman Fernández, cuando este era tan solo un joven aficionado.

Gabriel Ibáñez ha compaginado siempre su vocación y profesión, que no es otra que la de transmitir conocimientos a los demás. La escritura y la realización de algunos cuadros al óleo, estos casi siempre con temática o paisajes de su querida Torreagüera, han sido el complemento perfecto, ganaría incluso un concurso a nivel local con uno de ellos. En 1976 se inauguró el colegio Ángel Zapata, donde también fue docente, antes de retirarse en su querido CP Cristo del Valle, en el año 2005.

En cuanto a sus obras literarias, la primera que vería la luz sería Torreagüera, torreagüereños que dejaron huella (1998), un repaso a personajes ilustres que la pedanía vio nacer. Su segunda obra publicada fue Poemario del blanco al negro (2005) y la más reciente, en 2017, Unas vidas cualesquiera, novela que está ambientada en los años treinta del siglo XX, donde narra la amistad de dos amigos, que después se convertiría en amor. Todo un alegato a la tolerancia y a la reclamación de derechos para todas las personas independientemente de su orientación sexual. Otras obras que tiene en su haber Gabriel Ibáñez, pero que todavía no han visto la luz son Avatares de la infancia y Vivencia de un ingenuo.

Gabriel Ibáñez tuvo el honor de ser pregonero de la Semana Santa de Torreagüera en el año 2016 y en el año 2020, ingresaría en la asociación hospitalaria Caballeros y Damas del Stmo. Cristo del Valle. El pasado mes de junio recibió un pequeño homenaje de sus antiguos alumnos y de su pueblo, recordando el alumbramiento del libro Torreagüera, mi pueblo, realizado por estos y coordinado en los años 80 por el protagonista de este texto, quien inculcó en las aulas la pasión por la cultura y la historia de esta bonita pedanía de la huerta mediodía.

Actualmente Ibáñez disfruta de una tranquila jubilación en su domicilio sito en Las Peñas Negras, donde sigue siendo devoto hasta la médula del Stmo. Cristo del Valle y siempre dispuesto a ayudar a los demás, tanto en temas culturales como en acciones de beneficencia. Una persona irrepetible, que siempre ha amado su tierra.

*Raúl Jiménez y Lorca es cronista de Torreagüera

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