MURCIA. Los colores del mundo han invadido la Avenida de la Libertad de Murcia con una exposición en la calle que reúne 42 impactantes imágenes de fotógrafos de National Geographic, entre los que se encuentran los multipremiados Joel Sartore, Steve McCurry, Michael Nichols, Lynn Johnson, Jodi Cobb, Paul Nicklen o Frans Lanting. La muestra, organizada por la Fundación 'la Caixa', invita a recorrer los diferentes paisajes del planeta y la multitud de tonalidades que lo habitan, al tiempo que reflexionar sobre cómo los colores influyen en nuestro estado de ánimo. Porque ellos, los colores, son los grandes protagonistas de esta exposición.
Los misteriosos azules de la mañana, los vívidos púrpuras y rojos de la puesta de sol, los intensos verdes de los campos, los dorados de las hojas del otoño, el festival de colores de las plumas de un ave, el amarillo intenso de un coche antiguo, el esperanzador verde de los campos de cultivo o el naranja sorprendente de dos peces payaso entre corales... A través de las imágenes de estos prestigiosos fotógrafos de National Geographic los espectadores podrán sumergirse en los colores que tiñen las culturas de todo el mundo.
Y es que las fotografías que se exponen han sido tomadas en rincones de todo el planeta, desde Papúa Nueva Guinea hasta la India, pasando por Islandia, República Democrática del Congo, Chile, Etiopía, Camboya, Hawaii, Macedonia, Canadá o Estados Unidos. Han captado la belleza multicolor de un mundo donde nada iguala la capacidad de crear de la naturaleza, donde el hombre y su obra también cabida.
La muestra dedica un ámbito a cada uno de los siete colores elegidos y desgrana, a través de seis fotos por ámbito y pequeños textos introductorios, algunas consideraciones sobre el significado de esos colores en el mundo.
El amarillo es júbilo. Es el sol que ilumina el planeta y proporciona crecimiento, calidez y relajación. Es serenidad. El amarillo puede desaparecer en las nubes y acercarse tanto al blanco que uno se pregunta si el color efímero estaba allí. El amarillo puede simbolizar el intelecto, ya que la iluminación de este color brillante es paralela a la iluminación de la mente humana, pero también puede simbolizar la enfermedad y la curación.
El naranja muestra su poder en el crepúsculo, como puede verse en la fotografía de unos ñus caminando en las proximidades del río Zambeze, o en la lava del volcán Mauna Ulu de Hawái. Pero también es un color sereno, que nos puede recordar la tranquilidad en el tono suave de las túnicas de los monjes budistas.
La naturaleza usa el rojo para seducir y para mostrar poder y fortaleza. Es un color que persevera a lo largo de todas las estaciones; incluso en invierno, cuando todo muere, el rojo vive en el acebo brillante y las bayas de invierno. El rojo no es sutil. En nuestra cultura es el amor, la pasión y el fuego. En India, significa pureza; sin embargo, en África es color de luto.
En nuestro planeta estamos constantemente rodeados de tonos de azul: en un lago resulta relajante y en el cielo da buena cuenta de su inmensidad. En el océano, en cambio, nos dirige hacia el fondo, hacia lo desconocido. Desde la antigüedad, el azul se ha entrelazado con la religión. Se ve en el sereno azulejo turquesa que se encuentra en las mezquitas y también el brillante cerúleo que crepita entre los dedos de Zeus en la mitología griega. El azul es poderoso y místico.
El morado es misterioso. Lavanda, ciruela, berenjena, todos los tonos de púrpura son sorprendentemente diferentes. El púrpura es suave pero insistente. Retrata la realeza en los ricos tonos aterciopelados de las túnicas y coronas reales, o en los centros brillantes de las gemas.
El verde es una manifestación de vida. Es un resurgir, una renovación. El primer brote de una planta de color verde en una extensión de tierra significa el renacimiento que sigue al invierno. La existencia de verde muestra salud y vitalidad.
El color de la pureza. Etéreo, inmaculado y prístino. Su delicadeza puede verse en el pelaje de algunos animales —como el lémur de Madagascar que protagoniza una de las fotografías de la muestra. Pero también puede ser abrumador, pues absorbe todos los demás colores, como en la imagen del iceberg antártico por donde pasean unos pingüinos. Es el color de la nada y del todo.