MURCIA. Nada hacía presagiar que este 2020 pasaría a la historia. Ni mucho menos que la edición de 2020 de Operación Triunfo sería inolvidable por todo lo que rodeó al concurso. En esta edición de OT emergió uno de esos talentos especiales por su singularidad, poco habitual en los talent shows. Flavio, segundo finalista del concurso musical de La1, fue nombrado recientemente 'Murciano del año' en 2020. Un año especial para el artista murciano, que comenzó entrando a la Academia de OT y lo termina consagrado como uno de los concursantes que más tirón ha tenido tras la finalización del concurso.
De aire introvertido, su timidez, lejos de suponer un obstáculo, ha sido un imán para el público. "No eres un cantante estándar del concurso, eres muy peculiar en todos los sentidos: tu formación, timbre de voz y halo misterioso de tu personalidad. Este programa tiene mucha suerte porque tiene a un tipo como tú participando en él", señaló Portu, uno de los jueces de OT, durante el concurso. Cariñoso, de sonrisa pura, fue un apoyo en la Academia para todo aquel que necesitó ánimos a lo largo de los casi seis meses (confinamiento mediante) que duró el concurso.
Con una formación musical de 12 años, siempre se le vio cómodo al piano durante el concurso (le quedan tres años para terminar la carrera de piano) y así se mostró con su primer sencillo, 'Yo con yo mismo', tras salir de la Academia. "Me define bastante bien", comentó en alguna entrevista. Con la idea inicial de ser profesor de piano, fueron las covers que empezó a subir a las redes y su buena acogida lo que impulsó a este murciano con alma ‘crooner’, de voz grave y elegante, a intentar entrar en la Academia de Operación Triunfo. Una plataforma musical de indudable eficacia. Tras su paso por el concurso, Flavio ha logrado sobresalir en un mercado musical nacional con exceso de sonidos pop estándar. Su imagen, tranquila, sin excesos, ha sido una referencia en una edición de OT histórica por las circunstancias. Tras dos ediciones desde su vuelta, la de 2020 vino a probar la fortaleza de la marca en un mercado televisivo tendente al olvido rápido. Pronto se vio que el tirón de esta edición entre el público joven, especialmente en redes sociales, estaba garantizado.
No es sencillo destacar en un concurso con tanto foco exterior como Operación Triunfo siendo un chico introvertido. OT, además de una Academia Musical de formación, es un show semanal que necesita de ingredientes que animen la velada de casi dos horas y media de duración. Fueron habituales las bromas de Roberto Leal, presentador del programa, con el artista murciano por la parquedad en palabras que destilaba durante las galas. Nada le penalizó en su acogida por los seguidores del programa, que abrazaron la pureza de un chico sin una palabra más alta que otra, que sufría cuando no le salían las cosas. "El problema de este concurso es que va muy rápido. Y algunos de vosotros necesitáis un tiempo de maduración distinto al del programa. Si vuestro proceso de madurez artística encaja con el del programa, genial. Si no es así…Malo. Y a lo mejor tú, o Gérard, necesitáis más tiempo para expresaros más, pero esto pasa muy rápido”, le llegó a comentar Noemí Galera, directora de OT, en uno de los momentos complicados para el murciano.
Pese a todo, fue el único concursante que entró a la gran final con apoyo del público, señal de que su paso dejó huella. Fichado por Warner Music antes de salir de la Academia, dispone ya de tres singles en el mercado (Calma, Yo con yo mismo y Dejarse llevar) y un villancico, Cuando todo haya terminado. En un año convulso como pocos, Flavio emerge en el mercado musical como un rara avis dispuesto a hacer de su singularidad su gran virtud.