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Fernando Aramburu: "La provocación vuelve a tener vigencia en nuestra sociedad"

26/09/2021 - 

MURCIA. Fernando Aramburu vuelve con otro fenómeno literario bajo el brazo. Los vencejos (Tusquets, 2021), su nueva novela, se ha colocado rápidamente en el top ventas. Tras Patria, el autor vasco centra su mirada en Toni, un profesor de filosofía que toma la firme decisión de suicidarse en un año al ver que el mundo ya no le es suficiente. Este desencanto le llevará a analizar, a lo largo de los meses que preceden su esperado trágico final, el mundo y las personas que le rodean. Una historia que busca ser una lección de vida bajo la sombría amenaza de la muerte, y un intento de aprovechar a los personajes para plantear de manera distendida algunos de los debates políticos más relevantes del año 2019. El autor atendió a la preguntas del Grupo Plaza.

- Permíteme empezar siendo algo naíf, ¿cómo te tomas el lanzamiento de un libro que se promociona como "lo de después de Patria" o "el fenómeno literario del año"?
- Pues como me tomo todas las cosas en esta vida, con serenidad. La tarea de promoción tiene todo el sentido del mundo, y por eso me presto a ella y yo no siento ninguna presión de ningún tipo a partir de la suerte que tuve con Patria. Estoy en otra aventura creativa a la que he dedicado años y esmero. Y aquí estoy, respondiendo preguntas y disfrutando del contacto -aunque esporádico y breve- con los lectores.

- Parte de este libro se escribió durante el confinamiento, ¿cómo ha sido para ti escribir sobre la soledad desde la soledad?
- La pandemia me proporcionó un suplemento de tiempo, de manera que he escrito este libro con una intensidad y dedicación como pocas cosas en mi vida: de lunes a domingo, de mañana a tarde. En cierto modo, resarciéndome de esta maldita época que nos ha alterado la vida a todos y que ha dejado un reguero de muertos.

Yo elegí un personaje que, al mismo tiempo, tuviera una responsabilidad narrativa y que viviera una situación de soledad. De hecho, Toni vive una doble soledad: la que le viene impuesta por sus circunstancias personales, y aquella otra de la que él es muy celoso y que preservar. Tiene 54 años y es un hombre que ha acumulado cierta frustración e insatisfacciones, y por eso quiere ponerse en claro consigo mismo haciendo un ejercicio diario de escritura. Escribir ya supone una práctica solitaria. En todo caso, Toni es un curioso solitario, porque en realidad está rodeado de personas.

- Tú eres un autor de ideas muy concretas y directas y frases cortas, con un estilo marcado. ¿Qué te ha supuesto tener que abordar el formato de diario?
- Lo que yo no quería era escribir un diario convencional en el que un ser humano redacta sus vivencias inmediatas y triviales. Se trata de una larga confesión secuenciada a lo largo de un año. Yo le puse a este señor una manera de expresarse que yo creo que es la que se espera en un profesor de filosofía, un hombre que tiene un nivel cultural bastante alto. Opté también por una prosa que tiende, no tanto a la sencillez como a la precisión. Limité el vocabulario con respecto a otras novelas, sin meterme en terrenos inusuales. Y siempre con la esperanza de que esto fluyera de la mejor manera posible.

- Hablemos del contenido. Relatas la acción de desprenderse de libros y otras propiedades como si fuera esto una novela de Hermann Hesse. ¿Qué implica para el personaje ese desprendimiento de lo material?
- Él se desprende de multitud de propiedades, desde utensilios de cocina hasta el televisor. Lo que no hace es tirarlas a la basura, sino que las reparte por la ciudad con la esperanza de que puedan servir a otras personas. Evidentemente, ahí hay una acción de desprendimiento. Él cita en un momento determinado el poema de Machado que dice eso de "me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar". Él quiere que, cuando se suicide dentro de un año, el apego de lo material no dificulte su decisión.

Foto: DANIEL GARCÍA-SALA

- ¿De quién o de qué es víctima Toni, y de qué o de quién es verdugo?
- Toni es un hombre que ha jugado sus cartas en la vida y considera que ha perdido la partida. Es un hombre que ve cada vez más cerca la vejez y esa etapa de la vida no le apetece abordarla. Considera que lo que ha vivido es suficiente. Es una extraña víctima, porque en realidad vive una situación económica desahogada, no padece enfermedades, tiene cierta vida social; así que, a primera vista, no hay nada de lo que caer en una depresión. Pero es un hombre que se plantea el sentido de la vida y no llega a una respuesta estimulante. 

Quizás sea víctima, primero de la educación que recibió, que tal vez no fuera la más adecuada para una sociedad democrática: el vivió su etapa escolar en el tramo último del franquismo. También es víctima de la estrategia vital que él adoptó: él ha sido un disimulador toda su vida, yendo a cumplir con su trabajo pero sin ganas, disfrutando con la vivencia intensa del odio. Ha fallado en los tres principios de la vida que plantea Bertrand Russell: en la experiencia del amor, en el afán de conocimiento y la empatía con los males del mundo. 

- Toni es un personaje que no encaja en el mundo moderno, pero como dice, es una extraña víctima, porque tampoco es nostálgico, que es la herramienta más sencilla para descartar el presente.
- Él no tiene como modelo el mundo del que viene. Quien lea atentamente la novela se dará cuenta que sus años más violentos están el pasado. Toni no es un hombre que se resista al estado social del país en el que vive, pero intuyo que ese momento de modernidad en el que podría haber sentido mayores satisfacciones le ha pillado mayor.

- Te quería preguntar también por los momentos de tertulia de bar, por ese personaje de Patachula que encaja en este arquetipo de hombre al que le cuelan bulos y que ha adoptado un vocabulario tremendamente agresivo para hablar de la realidad. Se dice que el debate político se ha enfangado mucho en el parlamento, pero también lo están las barras de los bares, ¿no?
- Bueno, yo no generalizaría. No creo que esas conversaciones entre dos amigotes sean representativas del estado social de la calle. Esas conversaciones tienen una peculiaridad y es que son privadas. Ellos dos, cuando hacen un repaso de la actualidad política y social española, están convencidos de que nadie los escucha. No son conscientes de que alguien está transformando lo que hablan en texto. Eso hace que se expresen con una sinceridad sin freno y se despachan a gusto. No tienen un público con el que disimular.

- Un libro que habla de política y tiene una intención de ser popular, ¿es un libro populista?
- No, un libro populista es aquel que dice lo que la gente espera que diga. Sería un libro que hace la pelota al público. Pero no creo que el mío lo sea, sino todo lo contrario. No he desperdiciado llaga donde meter el dedo. La novela está salpicada de juicios provocadores en un momento, además, en el que la provocación vuelve a tener vigencia en nuestra sociedad. Después de décadas de romper tabúes y liberarnos de ciertas costumbres, da la impresión de que volvemos a una época de repliegue moral, en la que cual unos vigilan a otros y están al tanto de que alguien diga algo para saltarle en redes sociales y exponerle al rollo de la vergüenza. Todo esto es muy productivo para la creación literaria, porque por fin uno puede volver a provocar y sacar de quicio mediante la palabra escrita.

Foto: DANIEL GARCÍA-SALA

- En ese disparar a todo, se puede acabar cayendo en el apartidismo, que es peligroso porque es la puerta más fácil al desencanto del sistema democrático. Como no hay ningún partido que nos represente bien, no puedo confiar en las instituciones.
- La circunstancia de que Toni y Patachula sí están interesados en la política y no son apartidistas. No es que no se consideren representados por los partidos, sino que tiene una opinión crítica y equivalente. Vivimos en un país muy rápida en afiliarse en unos y otros y en el que la discrepancia está mal vista.

Yo personalmente soy un votante asiduo y además creo que el sistema democrático se tiene que defender todos los días. Pero también tengo la impresión de hay una tendencia en delegar los políticos la solución a todos los problemas y, sobre todo, del mantenimiento de un discurso político, algo a lo que me opongo. Son los intelectuales y los escritores los que pueden contraponer ese discurso político, proceda de donde proceda, otro propio que puede ser muy útil para la ciudadanía. No necesariamente para convencerlos.

- Toni arrastra varios conflictos con su vida sexual, que muestras de manera más íntima que erótica. ¿Cuánto de nuestra identidad se podría conocer a partir de nuestras cuestiones sexuales?
- La sexualidad es un ingrediente esencial de cualquier ser humano. Lo que no he querido es introducir escenas eróticas para ofrecer páginas calentitas. De hecho, todo el aspecto sexual de Toni remarca su soledad y señala una contradicción fundamental en su vida: por un lado es muy racional y con una visión analítica, pero es incapaz de gobernar sus pulsiones naturales, lo que lleva a generar una especie de guerra civil dentro de él. No he querido que sus peripecias sexuales fueran cómicas o chuscas, sino que formen parte del drama de un hombre que padece una gran soledad y que tiene dificultades para relacionarse de manera física con otros seres humanos.

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