Murcia. "Gloria bendita". Un Teatro Romea en pie y entregado aclamó al bailaor sevillano Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito, en la presentación de su espectáculo Íntimo en la Cumbre Flamenca de Murcia. "Hemos querido recrear una reunión de artistas flamencos para ustedes, una manifestación de cómo somos nosotros, de una esencia que creemos que no se debe perder", aseguraba el sevillano micrófono en mano, para agradecer también "volver a esta tierra que amamos tanto".
Un amor totalmente correspondido por el público, entre el que se encontraba mucho flamenco de Murcia, incluso con niños pequeños y bebes. Jaleándole con ovaciones y con frases como "olé, los gitanos guapos" o "eres el Camarón del baile", el auditorio respondió y acompañó al artista durante toda su actuación.
Con una entrada espectacular, y casi mesiánica, el nieto del gran Farruco se metió al público en el bolsillo desde el minuto cero. Después, hizo lo que mejor sabe, mostrar un baile puro, en el que confluye la herencia y la sabiduría de toda una saga de flamencos, a la que Farruquito ha sumado "trabajo, trabajo y trabajo" y compromiso con el arte de sus mayores.
No lo tenía fácil en el escenario del Romea, con una inclinación que no es la más apropiada para hacer un derroche de baile flamenco. "La próxima vez voy a pedir una peana", bromeó el artista sevillano, quien dialogó a través de su baile y de unos códigos compartidos con cada uno de los músicos y cantaores que le acompañaban, a veces casi como si el público no existiese.
Íntimo, como no podía ser de otra forma, acabó con una fiesta flamenca, en la que Farruquito intercambió los papeles con el tocaor y acompañó a la guitarra el baile de su familia artística.
"Esto es gloria bendita", se oyó decir en el Romea.