MURCIA. Ya, ya. Seguro que pensarán que este es otro artículo satírico y picantón acerca de cómo está el mercado del ligoteo. Como alguna vez he comentado, intento escribir sólo de lo que conozco y, salvo por lo que me cuentan mis envidiadas amigas solteras, no cotizo en bolsa.
Entiendo que la cosa se ponga difícil, sobre todo a determinadas edades. Concretamente la mía. Tendría que haber una aplicación que fuese un Tinderpop (Wallapop y Tinder) donde, además de magnificar tus virtudes, indicaras el estado en el que te encuentras. Siguiendo las tipificaciones de la app de segunda mano nos encontraríamos con los siguientes perfiles: Nuevo con etiqueta (que es virgen); como nuevo (en perfectas condiciones: Jaime Lorente ¡y producto local!); en buen estado (bastante usado pero bien conservado: Javier Bardem); en condiciones aceptables (con evidentes signos de desgaste: Bertín Osborne); lo ha dado todo (puede que toque repararlo: José Coronado). Hombre, yo que creo que con esto una se hace mejor a la idea de lo que se va a encontrar cuando vaya a la retirada de la mercancía.
"¿Creen que son 'cosas de marujas'? LA ÚNICA MANERA DE NORMALIZAR ES INVOLUCRARNOS TODOS EN LAS INQUIETUDES DE TODOS"
Hay otro factor importante y es que, al igual que en los mercados bursátiles, en el match amor han entrado nuevos actores en escena. Que si el género fluido, heteroflexible, bisexual, pangénero, queer… ¿Es que nadie ha oído hablar de la paradoja de la elección? Lejos de lo que se pueda pensar, tener demasiadas opciones no nos vuelve más libres, sino más insatisfechos. Si no, piense usted el estado de ansiedad que se le genera cuando está en Marvimundo intentando elegir un perfume nuevo. ¡Qué angustia, por Dios! Lo mismo les pasa a los de treinta años, viviendo el dulce momento de la independencia económica y la abundancia sexual. Pero ¡ojo!, que cuando te vas a dar cuenta estás como la Flor de Pascua, saltas la Navidad del amor y más seco que la mojama.
Llegados a este punto, reconozco que no tengo remedio, ya que lo que iba a ser una reflexión sobre la participación de los hombres en los eventos de la semana de la mujer trabajadora se ha terminado convirtiendo en una disertación sobre aplicaciones de cosas usadas. Sin embargo, y aun a pesar de todo, sí que voy a dejar mis consideraciones al respecto.
Tras asistir a diversos actos donde se les ha dado voz y reconocimientos a grandes mujeres del panorama empresarial de la Región, me he dado cuenta que la representación masculina ha sido insignificante. En términos porcentuales, lo que viene siendo un cero coma… Al igual que los hombres se preguntan por qué es poco representativa la asistencia femenina a eventos empresariales, yo también me he preguntado lo mismo en estos días. ¿Se sienten intimidados ante lo que viene siendo un aforo predominantemente femenino? ¿Creen que son "cosas de marujas"? Simplemente ¿no les interesa?
La única manera de normalizar es involucrarnos todos en las inquietudes de todos. Si se premia a equis mujeres de la Región, ¿por qué no hay hombres para aplaudir dichos reconocimientos? Si se crean mesas redondas donde ellas cuentan sus experiencias, ¿por qué no despierta el interés masculino en conocer su trayectoria de superación? ¿No tenemos nada interesante que contar? ¿Sólo se aprende de los hombres?
Estamos todavía en pañales, aunque por suerte hay muchas mujeres trabajando duro por nuestra visibilidad. Debemos participar todos en todos los foros, premios, debates... para que la situación se normalice y que de esta manera no se tengan que hacer jornadas "homosexuales" y gozar de inclusión y diversidad en el sentido más amplio de la palabra. No sé si veré el año que no escriba sobre este tema. Dios quiera.
Gracias por su lectura.