-¿Por qué las mujeres detrás de Picasso?
-Quería poner el foco en ellas totalmente, y generar un contenido adaptado. A mi me ha pasado que cuando leo un compendio de biografías de mujeres maravillosas me pueden apasionar e interesar, pero cuando cierro el libro tengo tal barullo mental que me cuesta mucho diferenciarlas. Dentro del mundo del arte solemos entender a los hombres como punto de referencia que no se puede evitar y quiero obviar esa idea.
-A estas ocho mujeres las presentas con su nombre y apellido, y aún así no siempre son reconocibles
-Cuando hablamos de un personaje muy famoso basta con decir el apellido, pero nunca pasa a la inversa. A las mujeres siempre hay que nombrarlas por el nombre y el apellido o si no no se ubica, los hombres en cambio sobreviven solo con el apellido,
-A fin de cuentas Picasso es un poco el gancho pero no aparece tantísimo en la lectura, que se centra más en ellas… ¿A qué se debe?
-Hablamos de las mujeres que existieron a pesar de Picasso realmente. Me di cuenta de esto con el caso de Fernande Olivier, cuando leía sus memorias me costaba comprender su perfil antes de leer sus diarios, pero cuando empecé a leerla e investigarla pude ver que podía ser la persona más infeliz con la persona que supuestamente era su pareja. Cuando cuento su historia lo hago desde un espacio de comprensión y sororidad, y no me quedo solo en la pareja sino que intento tocar todos los palos de su vida para comprender lo que le sucedía realmente.
-En la introducción del libro hablas de como la distancia temporal censura la reflexión sobre los errores del pasado, que al final va con el análisis que haga cada uno de lo que le rodea
-Con la distancia temporal lo que sucede es que yo leo algo que realmente ya lo han transformado para que lo reciba yo. A través de las entrevistas me he dado cuenta de que muchas veces se contrapone que ellas fueran mujeres inteligentes con que fueran mujeres maltratadas, a ellas se les exige conceptualizar el lugar que ocupan como mujeres y a su vez se usa esto mismo para culpabilizarlas. Con ellos no ocurre porque vivimos en una sociedad patriarcal.
-Volviendo al tema de Picasso, ¿qué imagen recibimos del pintor?
-En gran parte la de sus biógrafos, que eran también sus amigos, pero cuando viajó a Francia él era consciente de que tenía mucho menos libertades allí. La gente sabía que Picasso era un machista y que lo era más que los franceses, y está determinado que en aquella época (por mucho que fueran otros tiempos) eran capaces de nombrar e identificar cosas que curiosamente no nos atrevemos a decir a día de hoy.
-¿Se puede separar obra de artista?
-Es un debate eterno. Muchas veces cuando se habla de la inspiración, las amistades o las cartas de un artista lo que haces es contextualizar sus obras conforme a cómo vivía. Únicamente separamos obra de artista cuando hay que entrar en las sombras en vez de en las luces. Al final lo que hacemos es producto de lo que somos, y lo que somos es producto del contexto en el que entramos. Si Picasso en vez de ir a París se hubiera quedado en Barcelona hubiese hecho cosas totalmente diferentes porque había entrado en contacto con estímulos distintos.
-Pero nunca hemos separado la obra del nombre en estos casos
-Cabe tener en cuenta que en el siglo XX surge este culto al artista como individuo y que nunca se le separa de su obra. Eso es lo que ha hecho que coticen millones y millones en las subastas después de muertos.
-En el prólogo de la obra hablas sobre la importancia de escribir sobre el pasado desde el presente y de saber identificar quién tiene el altavoz para contar este tipo de historias… Ahora mismo, ¿quién lo tiene?
-Tenemos que saber agarrar el altavoz cuando llega, yo por ejemplo apuesto por las redes sociales como medio para la divulgación, porque creo que al final no solo democratizan el acceso al contenido sino que también democratizan el acceso a la generación de este. Ahora bien, si hubiese tenido que esperar a que llegara alguna institución para que me contratase no sé si ese momento hubiera llegado. Las redes tienen un poder de libertad sobre cualquier movimiento social: sea feminismo, antirracismo o lucha de clases, desde las instituciones se genera mucha lucha contra las redes sociales cuando son las que ayudan a saltar estos obstáculos.
-Volviendo al tema de sus mujeres, con todas tenía una gran diferencia de edad, y esto las convertía en cuidadoras de alguna manera…
-Si analizamos el caso de Jacqueline Roque ella tenía 27 años cuando le conoció y él tenía 70. Picasso se aprovechaba de esa posición de vulnerabilidad para hacer chantaje emocional. Hacía sentir mal a las mujeres por abandonarle diciendo que era una persona anciana. Situaba a la mujer como una perversa capaz de abandonar a una persona vulnerable.
-¿Se puede contemplar esto a través de su obra?
-Picasso se sentía muy identificado con la figura del Minotauro, al que le dedicó muchas obras y dibujos. Lo dibuja embistiéndose contra caballos y toros, y también violando a mujeres.
-El libro cuenta con pequeñas trazas de ficción, al construir el relato con elementos narrativos tales como cartas, una obra de teatro imaginada, un informe psiquiátrico de una de ellas… ¿Cómo ha sido crear esa pequeña parte de cada una de ellas?
-Esta es mi primera incursión en la narrativa por lo que quise hacer los relatos acompañados de una nota biográfica. Los recursos para cada una de ellas me los iba pidiendo el propio libro, aunque para alguno me he tenido que estrujar bastante la cabeza. Muchas veces tienen que cubrir vacíos documentales pero lo que haces es leer más e ir intentando que tenga todo sentido y esté muy bien hilado.
-¿Cómo ha sido tener que aprender tanto sobre sus vidas?
-Ha sido un trabajo intenso y difícil, al final también tienes que leer sobre él para llegar hasta ellas, eso ha sido algo duro para mi. No es un libro alegre pero al final tiene un componente esperanzador, y es un llamamiento al aprendizaje sobre sus historias.